Después de haberse reunido en Querétaro unos meses antes, el Congreso Constituyente surgido al concluir la Revolución Mexicana, cerró sus trabajos, dejandonos un libro que estaría destinado a mantener el orden y fomentar el progreso. La Consitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, salía de ese vientre materno del Teatro de la República, para iniciar un largo recorrido por la historia.
Venustiano Carranza, que por fín había unificado las facciones en que se había desintegrado el movimiento iniciado por Madero, promulgaba, aquél 5 de febrero de 1917, la Carta Magna, integrada por 136 artículos y 16 transitorios.
Los juristas de la época, consideraban a nuestra constitución como una ley adelantada a su época, donde se había superado el obscurantismo de la de 1824 y aprovechando los ideales liberales de la de 1857, se proponía a la ciudadanía un documento asequible continente de los principales derechos del hombre y del ciudadano, que habían sido acuñados desde la revolución francesa de 1789.
Vida, Libertad, Defensa, Propiedad, los principales pilares de la paz y la convivencia armónica; los primeros 29 artículos integraban lo que en aquellos tiempos se llamaba parte dogmática, en donde podíamos abrevar en el conocimiento de nuestros derechos primigenios, a la libertad de educación, de cultos, de tránsito, la libertad personal, el derecho a adquirir bienes, a asociarnos, a manifestar las ideas.
Los restantes, integraban la parte orgánica, donde se establecía principalmente la forma y estructura de gobierno y también desperdigados uno que otro artículo que garantizaba la libertad de trabajo como el 123 o la libertad de cultos y reconocimiento a las instituciones religiosas como el 130.
Era una ley manejable y con textos accesibles para la mayoría de las personas que tenían en la Constitución, un libro de cabecera, un libro imprescindible par lectura y consulta, si se me perdona, lo que la Sagrada Biblia es a los Católicos, el Corán a los Musulmanes, así la Constitución a los Ciudadanos.
Pero vinieron los tiempos post-revolucionarios. Los gobiernos surgidos a partir del Partido Nacional Revolucionario, y luego el Partido Revolucionario Institucional, fueron acomodando a modo el texto consitucional, para adecuarlos a los planes y proyectos de gobierno, iniciando un proceso lento de destrucción de las bases que habían dejado los Villa, Zapata, Carranza, Obregón, Madero, Orozco, De la Huerta, Gutiérrez y tantos otros que enarbolaron sus luchas reivindicatorias sociales, y paulatinamente fueron haciendo redormas a la constitución.
A lo largo de 70 años sin alternancia de poder, la Carta Magna sufrió modificaciones en lo esencial; más de 600 veces se reformó y no para adecuarlas a las necesidades sociales de aquellos a quienes estaba destinada, sino para acomodarlas a los proyectos de gobierno que encerraban proyectos personales y transexenales.
Después vino la alternancia, de un gobierno de la derecha, un efímero regreso al oficialismo post-revolucionario, para luego virar a un izquierdismo light y acomodaticio, y las consabidas reformas sobrevivieron dando como resultado un libro denso, plagado de reformas muchas de ellas contradictorias entre sí, difícil de entender y aflojerado para leer.
Así llegamos a un aniversario más de la Constitución. La pregunta es: ¿qué diantres le festejamos?
Abel Campirano