Negocios

Impulso financiero

En varias ocasiones Eugenio Garza Lagüera expresó su intención de ser el presidente del banco más grande del país… y así fue.

BVA Bancomer posee hoy 23% del mercado bancario mexicano, pero su andar no ha sido fácil; en sus casi 90 años de existencia, la historia del banco más grande de México –en ingresos, clientes y cartera de crédito– está llena de momentos brillantes y de otros que amenazaron su camino.


Los primeros pasos

Una de las etapas más complejas del banco fue, sin duda, la que inició con la reprivatización de la industria bancaria en 1991, cuando el presidente Carlos Salinas de Gortari decidió devolver a manos privadas las instituciones financieras que José López Portillo había expropiado en 1982.

Una de las reglas para la reprivatización de los bancos fue que ningún empresario podría comprar de nuevo el banco que hubiera sido suyo antes de la nacionalización. Por eso, cuando Eugenio Garza Lagüera, quien fuera presidente del Consejo de Administración de Grupo Financiero Serfín entre 1973 y hasta la expropiación de 1982, decidió tomar la oferta del gobierno para invertir de nuevo en el negocio financiero, tuvo que elegir otra institución. La opción fue Bancomer.

Al frente de un nutrido grupo de empresarios –entre ellos Mario Laborín, José González Guzmán y Ricardo Guajardo Touché–, Eugenio Garza Lagüera, presidente del Consejo de Administración de Valores Monterrey, S.A. (VAMSA), ofertó y ganó la subasta correspondiente a 51% de las acciones de ese grupo financiero, según Carlos Morera en su libro El capital financiero en México y la globalización: límites y contradicciones.


Tras la compra, Garza Lagüera asumió la presidencia del Consejo de Administración y permaneció en ese cargo hasta el 2000, y como presidente honorario entre 2000 y 2004, cuando se consolidó la venta de su última acción en favor del grupo financiero español BBVA, que se había fusionado con Bancomer en el 2000.

Al momento de la compra de Bancomer, en 1991, Garza Lagüera era también presidente del Consejo de Administración de grupo VISA (Valores Industriales), un conglomerado vinculado a las industrias cervecera, de aguas minerales y alimentaria. También VISA había pertenecido a Grupo Financiero Serfín, banco que Garza Lagüera presidió hasta 1982.

Desde su paso por Serfín, el empresario había expresado en varias ocasiones su idea de, algún día, ser el presidente del banco más grande del país, pero la expropiación se lo impidió en esa ocasión; al llegar a la silla de Bancomer, su intención seguía intacta.


El sello regio

El paso de Garza Lagüera por Bancomer se caracterizó por la apertura a la innovación y a la mejora constante de sus servicios. Después de constituir el Grupo Financiero Bancomer en 1992, el empresario y su equipo comenzaron a expandir los servicios de la institución y a impulsar su crecimiento.

A la par del avance tecnológico, Bancomer comenzó a evolucionar sus servicios y los canales de distribución, sin dejar de lado la extensión de su red con la apertura de nuevas sucursales y cajeros automáticos. Puso en funcionamiento la banca a distancia o telebanco y para 1999 lanzó su portal de internet bancomer.com, que en menos de dos años ya contaba con 400,000 usuarios.

Por otro lado, también en este periodo se abrieron nuevos negocios como la Afore Bancomer y Pensiones Bancomer, además del negocio de transferencias de dinero Bancomer Transfer Services (BTS), especializada en transferencias electrónicas de Norteamérica a México y Centroamérica.

Al momento de la compra en 1991, Bancomer administraba activos por 25,900 millones de dólares (4,000 millones menos que Banamex) y tras la fusión con el Banco Bilbao Vizcaya-Probursa y Banca Promex, cerró el año 2000 con activos por 393,900 millones de pesos y una participación de mercado de 28%.

Pero llevar a Bancomer a este nivel no fue fácil. Su regreso al negocio financiero, luego de 10 años, estuvo lleno de claroscuros. Por un lado, empeñó su recia voluntad emprendedora en la meta de convertir a Bancomer en el nú- mero uno del país –por aquellos años era el segundo en la lista, luego de Banamex– y por el otro, se enfrentó a una realidad devastadora.

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.Fuente: Elaboración propia, basada en datos de la página web de BBVA Bancomer

La tormenta

Al tomar las riendas de Bancomer, Garza Lagüera no sabía que se avecinaba una época complicada. Mientras él y el director general del grupo, Ricardo Guajardo Touché, empujaban una fuerte reestructuración corporativa para impulsar un nuevo modelo estratégico orientado al crecimiento, el alto precio pagado por la adquisición del paquete accionario los había dejado –igual que a todos los otros bancos reprivatizados– con severos problemas de liquidez.

Al respecto, Manuel Espinosa Yglesias, quien dirigía Bancomer al momento de la llamada nacionalización de la banca, escribió en su libro Bancomer: Logro y destrucción de un ideal, que ambos movimientos del gobierno, la estatización y luego el proceso de reprivatización, habían dejado al sector financiero “en el camino de una crisis inevitable”.

Y en efecto, la vida de la banca reprivatizada fue excesivamente breve antes de que el sistema entrara en la crisis más severa de su historia, cuenta Eduardo Turrent en Historia Sintética de la Banca en México, editado por el Banco de México.

En opinión de Turrent, el proceso de reprivatización que el gobierno consumó entre 1991 y 1992 generó una competencia intensa en todos los segmentos del mercado, lo que provocó una disminución en los índices de concentración bancaria en tres ámbitos principales: captación, cartera de crédito y cartera de valores. El sector entero estaba en problemas.

Aunque nunca dejó de ser uno de los bancos más importantes del país, la mala administración que permeó en Bancomer durante su época estatal (de 1982 a 1991) dejó a la institución debilitada y ávida de capital para levantarse y aplicar un modelo estratégico de crecimiento sano, que a medio camino chocó con la crisis bancaria de 1995, devenida entre otras cosas del llamado “error de diciembre”.

La fuerte devaluación cambiaria de fines de 1994 y el aumento de las tasas de interés que abultó la cartera vencida de los créditos corrientes, hirieron de muerte al sistema bancario, que para 1995 tuvo que ser rescatado por el gobierno mediante la implementación del Fobaproa (programa que costó al país 14.5% del PIB). Sin embargo, el daño era tan grande que en los siguientes años algunos bancos se fusionaron, fueron vendidos o desaparecieron y a la postre, de los 18 que existían entonces, hoy solo sobreviven tres: Bancomer, Banamex y Banorte.

Pero la supervivencia tuvo un costo: en 2000 el Bancomer de Garza Lagüera se fusionó con BBVA-Probursa y dio paso al nacimiento de BBVA Bancomer, para luego dejarle la mayoría accionaria a Banco Bilbao Vizcaya en 2002 y consolidar la venta total en 2004, momento en el que el empresario regiomontano se desligó completamente de la institución.


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