¿Cuál ha sido su trayectoria en el Tec de Monterrey?
Me enfoqué a la docencia durante muchos años del inicio de mi carrera; la cual se desarrolló dentro del Tec de Monterrey. Estuve 50 años colaborando para la institución educativa.
Sobre mi trayectoria como rector, empecé dirigiendo la zona norte en la década de los noventa; después, de 2008 a 2011 se sumaron a mis responsabilidades la zona centro y sur. En los años siguientes, de 2011 a 2017, fui rector de todo el Tec de Monterrey, y a partir de junio de 2017 soy rector emérito. Sigo participando pero ahora con un rol diferente.
Actualmente imparto cátedra, realizo algunas investigaciones, me reúno constantemente con EXATEC en diferentes partes del país, así como con consejeros para promover la cultura de la institución. Además, participo en actividades desde el punto de vista de compromiso social, por ejemplo, soy parte activa en el programa Líderes del Mañana, el cual potencia la formación de los jóvenes que por su situación económica y social, requieren una beca del 100% para estudiar en el Tec de Monterrey.
¿Cuál fue su principal reto como rector?
Como rector de la zona norte, ¬etapa en la que tuve mayor convivencia con Don Eugenio—, me tocó la consolidación del crecimiento del instituto. El desafío principal para nosotros era que los campus en operación replicaran la excelencia y calidad del de Monterrey, que ya vivía su consolidación. Don Eugenio Garza Lagüera insistió en que nuestra atención debía centrarse en los campus de Chihuahua, La Laguna, Saltillo y Tampico. Don Eugenio quería que todos los campus se reconocieran por su alto nivel de laboratorios, aulas, gimnasios, auditorios. Por eso, el reto principal era lograr un exitoso y explosivo crecimiento, el cual se logró entre 1974 y 1984.
¿Cómo fue su relación con Don Eugenio Garza Lagüera y qué iniciativas trabajaron en conjunto?
Junto con el doctor Rafael Rangel Sostmann, éramos el equipo a cargo del Tec de Monterrey, así como los responsables de reportar el estatus a Don Eugenio. La iniciativa principal en la que nos enfocamos, fue en lograr que los campus que ya estaban en operación se convirtieran en detonadores de desarrollo de la región, a través de investigaciones y proyectos.
¿Cuál fue el gran cambio en la institución durante la época que Don Eugenio estuvo al frente?
Sin duda, la presencia nacional. Con él al frente, el Tec de Monterrey logró extenderse por el país, es un logro de gran relevancia hasta la fecha, pues eso nos permitió tener un nivel de acreditaciones de lo mejor. Es la única institución privada con este alcance nacional.
¿Cuáles eran las preocupaciones de Garza Lagüera en los temas de educación?
Desde que su papá, Don Eugenio Garza Sada fundó el instituto, a la fecha, la visión sigue siendo la misma: ser parte activa de la formación y desarrollo de lo más valioso que un país tiene, que es su talento; además, de aportar conocimiento para llevar al país a una economía de competencia.
Para la familia fundadora, era fundamental que esta casa de estudios fuera un semillero de emprendedores, innovadores y alumnos preparados para tener la capacidad de transformar empresas, y a la sociedad.
Ser emprendedor no significa ser empresario, sino alguien que cuestiona, que tiene un pensamiento crítico. Don Eugenio Garza Lagüera trabajó para que el instituto fuera ese generador constante de talento que el país necesita.
Hablando del sector educativo, ¿cuál era la visión de Don Eugenio, hacia dónde quería llevar a la organización?
Él tenía clara la misión del instituto: formar muchachos emprendedores, innovadores que luchen por la libertad.