Si hay un aspecto positivo de la pandemia, es la notable creatividad que mostraron muchas empresas que prosperaron al transformarse de maneras inesperadas durante la crisis sanitaria.
Son muchos los ejemplos con los que me he topado. Está la compañía de seguridad de aeropuertos que hizo planes para lanzar una aplicación y dar seguimiento a la vacuna después de que se desplomó la industria de viajes, o las empresas digitales que apenas pueden seguir el paso de su propio crecimiento.
La semana pasada hablé con Craig Fuller, el CEO de FreightWaves, una empresa de medios en línea y datos de suscripción con sede en Chattanooga. FreightWaves registró un salto de 300 por ciento en su negocio en línea en la pandemia.
“Nuestro flujo de efectivo se aceleró drásticamente debido a que los datos y los medios tienen márgenes mucho más altos que los eventos físicos”, dice Fuller, cuyo mayor problema en estos días es conservar a sus empleados.
No son los únicos. Hubo más solicitudes de nuevos negocios presentadas en 2020 en Estados Unidos (EU) que en cualquier otro año en registro —las solicitudes subieron 24 por ciento en comparación con 2019. Pero 2021 podría ser incluso mejor— las solicitudes subieron 42.6 por ciento tan solo en enero en comparación con diciembre de 2020. Sí, las tiendas minoristas físicas todavía siguen rezagadas, y la industria de viajes y turismo tal vez nunca sea como alguna vez fue. Pero áreas como el e-commerce, fintech y atención de la salud están en auge.
Este tipo de destrucción creativa Schumpeteriana es justo lo que quieres. Pero el surgimiento de nuevos tipos de empresas también crea desafíos tanto para el capital como para el trabajo. Quisiera señalar tres cuestiones particularmente apremiantes que van a requerir más atención de los responsables de la formulación de políticas.
En primer lugar, está la cuestión de cómo valorar y proteger los activos intangibles, que probablemente se duplicarán como porcentaje de la inversión corporativa después de la pandemia. La mayoría de las grandes batallas de las empresas en la actualidad se centran en quién es dueño de qué porción del pastel digital.
Consideremos el caso en un tribunal federal de EU entre Epic Games y Apple sobre las comisiones de la tienda de aplicaciones. O la lucha por las exenciones por la pandemia de las reglas de laOrganización Mundial del Comercio (OMC) en torno a la propiedad intelectual para impulsar la producción de vacunas.
A medida que un mayor porcentaje del patrimonio de las empresas se mantiene en activos intangibles, este tipo de conflictos no harán más que ir en aumento. Esto subraya la urgente necesidad de una alianza transatlántica del siglo XXI en torno a la regulación tecnológica y las reglas del comercio digital.
Ella Dice...“Si no reconocemos el alcance de la transformación que estamos atravesando, terminaremos con los mismos problemas de la economía de antes de la pandemia, pero con esteroides”
El segundo asunto es que la expansión de los activos intangibles probablemente va a traducirse en menos puestos de trabajo en el corto plazo, incluso si crea nuevos negocios e industrias diferentes.
Ni el sector público ni el privado en EU están lidiando plenamente con este problema. Con excepción de grupos como el Sindicato de Trabajadores Independientes o la Alianza de Trabajadores Domésticos, el movimiento sindical se centra en la protección del trabajo tradicional de 40 horas a la semana que viene con prestaciones. Las empresas están tratando de empujar a más personas a trabajar en la economía de chambas —trabajos eventuales con bajos salarios—, así como de reemplazar tantos trabajos como sea posible con tecnología.
Hay formas de cerrar la brecha. Las prestaciones portátiles han sido propuestas desde hace mucho tiempo por políticos como el senador Mark Warner. Estas permitirían a los contratistas independientes llevar consigo la cobertura de salud y pensiones de un trabajo a otro, en lugar de tenerlos vinculados a un empleo en una sola compañía.
También me gusta la idea de gravar y redistribuir parte de la enorme riqueza capturada por los corporativos de datos. Esto incluye no solo a los gigantes de las plataformas, sino a muchos otros tipos de empresas, desde minoristas en línea hasta marcas de bienes de consumo. Los ingresos podrían destinarse a la capacitación de la fuerza laboral o a mejorar la educación pública.
En tercer lugar, si bien se necesita una acción antimonopolio para garantizar la igualdad de condiciones en la era de los monopolios de plataformas, debemos dejar de buscar una solución milagrosa en la competencia.
Amazon podría dividirse fácilmente en una de venta minorista y en un proveedor de logística. Es posible que Google exista mejor como un servicio público estrictamente regulado por la Comisión Federal de Comercio de EU.
Las reglas y regulaciones del mundo real deben aplicarse también al online. De lo contrario, los jugadores digitales pueden utilizar fácilmente el arbitraje regulatorio para sortear incluso a los operadores tradicionales más grandes.
El cambio es bueno. Sin embargo, si no reconocemos todo el alcance de la transformación que estamos atravesando, terminaremos con los mismos problemas de la economía de antes de la pandemia, pero en esteroides.
srgs