El auge petrolero, comercial e industrial vivido hace más de un siglo en Tampico y región sur de Tamaulipas, provocó la apertura de la primera empresa embotelladora de refresco en México y la entrada de Coca Cola al país.
La Pureza, empresa que fundo Leo Fleishman, se instaló a la par de un movimiento energético al cual se sumó la modernidad durante el Porfiriato y la actividad portuaria.
El empresario nacido en California y de padres alemanes, logró la primera concesión de la mencionada marca, exclusiva de los Estados Unidos, en 1926, para un año más tarde empezar con la producción, siendo parteaguas de una industria que, a la par de su distribución, fue creciendo en el Siglo XX.
Todo empezó cuando Leo junto con su familia llegó a Piedras Negras, Coahuila, durante 1896, incursionando en la industria embotelladora a la par de los hermanos Carlos y Julio Bracho.
Tres años exploró bajo el mismo modelo de negocio en otras ciudades, pasando por Gómez Palacio (1896), León (1901), Tehuacán (1905), Distrito Federal (1908) y Guadalajara (1910), arribando al puerto tamaulipeco en 1912.

En una estancia previa, para tramitar la exportación a Cuba y Centroamérica de un cargamento de aguas minerales y bebidas, de las cuales era distribuidor, las obras hechas bajo el mandato de Porfirio Díaz, más el comercio y la industria, le interesó para establecer su base final y abrir primero La Pureza, en la calle Rivera de la zona Centro, para más tarde fundar un proyecto más ambicioso, la Embotelladora de Tampico, en la Isleta Pérez.
Agregando que corporativos como Waters Pierce Oil Company, Huasteca Petroleum y El Águila, atrajo comunidades inglesas, holandesas y norteamericanas.
Junto a los habitantes de la ciudad, la distribución de sus productos tuvo un impacto positivo, lo cual se fue consolidando mediante nueva etiquetas como La Niña y más tarde el popular Escuís (Squezee por su pronunciación fonética).
HERMAN HARRIS LO CONVENCE
Al pasar 16 años y firmes en la localidad, fue su hijo Herman Harris quien empezó a proponerle a Leo la idea de embotellar Coca Cola.
Hubo renuencia en un principio pues veía la marca como una competencia a su apreciado Escuís, pero el futuro heredero no cesó en su empeño, viajó a Atlanta y logró la concesión para su fabricación. Así, La Pureza arrancó la producción y las finanzas para la familia crecieron.
Con el cambio generacional y la muerte de su padre, Herman Harris sostuvo las plantas pese a la crisis económica de 1929, la inundación del puerto en 1933 y los cambios por la Expropiación Petrolera en 1938, poniendo a Coca Cola en la preferencia de las familias, expandiéndolo en el resto de la nación, idea que resultó todo un éxito y que marcó la historia de Tampico.
JACM