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Angela Merkel habla del panorama socioeconómico global

FT Mercados

En exclusiva con FT, la canciller alemana habla de que la Unión Europea debe ser más competitiva ante el Brexit, de la mala química que tiene con Trump y su legado en Alemania.

Es un día sombrío de invierno en Berlín, y el ambiente político coincide con el clima. En todas partes,Angela Merkel observa que hay nubes de tormenta, ya que los valores que ha defendido durante toda su carrera se ven sometidos a un ataque sostenido. Al comienzo de una nueva década, la principal estadista de Europa de repente parece estar en el lado equivocado de la historia.

En poco tiempo, el Reino Unido abandonará la Unión Europea. Un volátil presidente estadounidense desaira a los aliados y actúa solo en Medio Oriente. Vladimir Putin cambia la constitución rusa y se entromete en Libia y el África subsahariana. Las tensiones comerciales continúan, amenazando las fronteras abiertas y las cadenas de valor globalizadas que son las piedras angulares de la prosperidad de Alemania.

Merkel, una exfísica reconocida por su manera imperturbable y racional, es unapolítica programada para el compromiso. Pero en la actualidad se enfrenta a un mundo inflexible donde los principios liberales se dejaron de lado y cambiaron por la ley de la selva

En defensa del multilateralismo

Su solución es doblar la apuesta por Europa, el ancla de Alemania. “Veo a la Unión Europea como nuestro seguro de vida”, dice ella. “Alemania es demasiado pequeña para ejercer influencia geopolítica por sí sola, y es por eso que necesitamos aprovechar todos los beneficios del mercado único”.

Hablando en el Salón Pequeño de Gabinete de la cancillería, una imponente sala con paneles de madera con vista al parque Tiergarten de Berlín, Merkel no parece estar bajo presión. Está tranquila, aunque algo cautelosa, sopesa cada palabra y rara vez muestra emociones. Pero el mensaje que transmite en una rara entrevista es urgente. En el ocaso de su carrera —su cuarto y último mandato termina en 2021— Merkel está decidida a preservar y defender el multilateralismo, un concepto que en la era de Donald Trump, el Brexit y una Rusia que resurge nunca había parecido tan asediado.

Esta es la firme convicción que la guía: la búsqueda de “las mejores situaciones de ganar-ganar.… cuando las asociaciones beneficiosas para ambas partes se ponen en práctica en todo el mundo”. Ella admite que esta idea se encuentra sometida “a una presión cada vez mayor”. El sistema de instituciones supranacionales como la Unión Europea (UE) y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) fue, dice, “esencialmente una lección aprendida de la Segunda Guerra Mundial y las décadas anteriores”.

Ahora, con tan pocos testigos de la guerra aún vivos, la importancia de esa lección se desvanece. Por supuesto, el presidente de Estados Unidos (EU) tiene razón en que organismos como la Organización Mundial del Comercio (OMC) y la ONU requieren reformas. “No hay ninguna duda sobre eso”, dice. “Pero no cuestiono la estructura multilateral del mundo”.

Alemania ha sido el gran beneficiario de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), de la Unión Europea ampliada y la globalización.

El libre comercio abrió nuevos mercados enormes para sus automóviles, máquinas y productos químicos de clase mundial. Protegida bajo el paraguas nuclear de EU, Alemania apenas piensa en su propia seguridad. Pero el surgimiento del nacionalismo “Yo Primero” amenaza con dejarla con incertidumbres económicas y políticas. En este sentido, Europa es existencial para los intereses alemanes, así como para su identidad.


La unión hace la fuerza

Merkel quiere fortalecer la Unión Europea, una institución que ha llegado a personificar. Ella dirigió a Europa a través de la crisis de deuda de la eurozona, aunque con cierto retraso: mantuvo a Europa unida al imponer sanciones a Rusia por la anexión de Crimea; ella mantuvo la unidad en respuesta al trauma del Brexit.

La salida del Reino Unido continuará pendiendo sobre Bruselas y Berlín: la cuenta regresiva para un acuerdo comercial coincidirá con la presidencia alemana de la UE en la segunda mitad de este año. A Berlín le preocupa que un Reino Unido posterior al Brexit, que se reserva el derecho de apartarse de las normas de la Unión Europea, pueda crear un competidor económico serio en su puerta.

Pero Merkel sigue siendo una optimista cautelosa. El Brexit es una “llamada de atención” para la Unión Europea. Europa debe, dice, responder elevando su juego, convirtiéndose en “atractivo, innovador, creativo, un lugar para la investigación y la educación.… la competencia puede ser muy productiva”.

Es por eso que la Unión Europea debe continuar reformando, completando el mercado único digital, progresando con la unión bancaria —un plan para centralizar la supervisión y la gestión de crisis de los bancos europeos— y avanzando en la unión de los mercados de capitales para integrar los fragmentados mercados de valores y deuda de Europa.

En lo que parece una nueva política industrial europea, Merkel también dice que la Unión Europea debería identificar las capacidades tecnológicas que le faltan y actuar con rapidez para llenar las lagunas. “Creo que los chips deberían fabricarse en la Unión Europea, que Europa debería tener sus propios hiperescaladores y que debería ser posible producir celdas de batería”, dice.

También debe tener la confianza necesaria para establecer los nuevos estándares digitales mundiales. Cita el ejemplo del Reglamento General de Protección de Datos (RGPD), que los partidarios ven como el estándar de oro para la privacidad y la prueba de que la Unión Europea puede convertirse en un creador de reglas, en lugar de solo asumirlas, cuando se trata de la economía digital.

Europa puede ofrecer una alternativa al enfoque estadounidense y chino de los datos. “Creo firmemente que los datos personales no pertenecen al Estado ni a las empresas”, dice. “Debe garantizarse que el individuo tenga soberanía sobre sus propios datos y pueda decidir con quién y con qué propósito los comparte”.

La escala y la diversidad del continente también dificultan alcanzar un consenso sobre la reforma. Europa está profundamente dividida: la crisis migratoria de 2015 abrió un abismo entre el occidente liberal y países como Hungría y su primer ministro Viktor Orban.

Incluso aliados cercanos como Alemania y Francia ocasionalmente se han enfrentado: la fría respuesta de Berlín a las iniciativas de reforma de Emmanuel Macron en 2017 provocó la ira en París, mientras que la apertura unilateral del presidente francés a Vladimir Putin el año pasado provocó irritación en Berlín.

Y cuando se trata de la reforma de la eurozona, todavía existen divisiones entre los europeos del sur, que tienen dificultades fiscales, y la nueva Liga Hanseática (poderosa red comercial que operó en el miedievo de Inglaterra hasta Rusia), fiscalmente ortodoxa de los países del norte.

Las tensiones con Trump

Alemania, admite, todavía está “un poco indecisa” sobre la unión bancaria, “porque nuestro principio es que todos necesitamos reducir los riesgos en nuestro propio país hoy, antes de que podamos mutualizarlos”. Y la unión de los mercados de capitales podría requerir que los Estados miembros busquen una mayor alineación en cosas como la ley de insolvencia.

Estas divisiones palidecen en comparación con el abismo abierto entre Europa y EU. Alemania se ha convertido en el saco de boxeo favorito de la administración, arremetiendo por su gasto relativamente bajo en defensa, gran superávit en cuenta corriente y las importaciones de gas ruso.

Las empresas alemanas temen que Trump cumpla con su amenaza de imponer aranceles a los automóviles europeos. Es doloroso para Merkel, cuya carrera despegó después de la unificación.

En una entrevista el año pasado, describió cómo, al llegar a la mayoría de edad en la comunista Alemania Oriental, anhelaba hacer un clásico viaje por carretera estadounidense: “Ver las Montañas Rocosas, conducir y escuchar a Bruce Springsteen, ese era mi sueño”, dijo a la revista Der Spiegel.

La mala química que hay entre Merkel y Trump ha sido ampliamente informada. Pero, ¿las últimas tensiones en la relación solo son personales, o hay más? “Creo que tienen causas estructurales”, dice. Desde hace años, Europa y Alemania han caído en la lista de prioridades de EU. “Hubo un cambio”, dice. “El presidente Obama ya había hablado sobre el siglo asiático.

Esto también significa que Europa ya no está, por así decirlo, en el centro de los acontecimientos mundiales”. Agrega: “El enfoque de EU en Europa está disminuyendo, ese será el caso bajo cualquier presidente”. ¿La respuesta? “Nosotros en Europa, y especialmente en Alemania, debemos asumir una mayor responsabilidad”.

Alemania prometió cumplir con el objetivo de la OTAN de gastar 2% del Producto Interno Bruto (PIB) en defensa en 2030. Merkel admite que para aquellos miembros de la alianza que ya alcanzaron esa meta, “naturalmente, esto no es suficiente”.

Pero no se puede negar que Alemania logró un avance sustancial en el tema: su presupuesto de defensa aumentó 40% desde 2015, “un gran paso desde la perspectiva de Alemania”.

Merkel insiste en que la relación con EU “sigue siendo crucial para mí, particularmente en lo que respecta a las cuestiones fundamentales sobre los valores e intereses en el mundo”. Sin embargo, Europa también debería desarrollar su propia capacidad militar.

China no es una amenaza

La defensa difícilmente es el único motivo de disputa con EU. El comercio es una irritación constante. Berlín observó con alarma cómo EU y China cayeron en una áspera guerra comercial en 2018: aún teme convertirse en un daño colateral.

Alemania no tiene muchas ilusiones con China. Los funcionarios y empresarios alemanes están tan indignados como sus homólogos estadounidenses por el robo de propiedad intelectual de China, sus prácticas desleales de inversión, el hackeo cibernético patrocinado por el Estado y los abusos contra los derechos humanos.

Pero Berlín no tiene la intención de emular la política estadounidense de desacoplamiento con China, y cortar sus lazos diplomáticos, comerciales y financieros con aquella nación. En cambio, Merkel defiende firmemente la estrecha relación de Berlín con Beijing.

Ella dice que “aconsejaría no considerar a China una amenaza solo porque es económicamente exitosa”. “Como fue el caso en Alemania, el ascenso de China se basa en gran medida en el trabajo duro, la creatividad y las habilidades técnicas”, dice. Por supuesto, es necesario “garantizar que las relaciones comerciales sean justas”.

La fortaleza económica y las ambiciones geopolíticas de China significan que es un rival para EU y Europa. Pero la pregunta es: “¿En Alemania y Europa queremos desmantelar todas las cadenas de suministro mundiales interconectadas?”.

Agrega: “En mi opinión, el aislamiento total de China no puede ser la respuesta”. Su petición de diálogo y cooperación la ha llevado a un curso de colisión con algunos personajes de su propio partido. Los políticos de línea dura con China de su partido Unión Demócrata Cristiana (CDU, siglas en inglés) comparten la desconfianza que tiene EU hacia Huawei, temiendo que Beijing pueda utilizarlo para realizar espionaje cibernético o sabotaje.

Merkel busca una línea más conciliadora. Alemania debería ajustar sus requisitos de seguridad a todos los proveedores de telecomunicaciones y diversificarlos “para que nunca dependamos de una sola empresa” en el 5G.

El legado de Angela Merkel

El ascenso de China provocó preocupación por la competitividad futura de Alemania. Y esa “angustia” económica encuentra ecos en la política febril del cuarto mandato de Merkel. Su “gran coalición” con los socialdemócratas se ve afectada por las discusiones.

La alternativa populista para Alemania ya se estableció ahora en los 16 parlamentos regionales del país. Se ha desatado una batalla por la sucesión después de Merkel, con una cosecha de grandes jugadores del CDU que audicionan para el primer cargo.

Muchos en la élite política se preocupan por la disminución de la influencia internacional en los últimos meses de la era de Merkel. Si bien se mantiene como una de las políticas más populares del país, los alemanes se preguntan cuál será su legado.

Para muchos de sus predecesores, esa pregunta es fácil de responder: Konrad Adenauer ancló la Alemania de la posguerra en Occidente; Willy Brandt marcó el comienzo de la distensión con la Unión Soviética; Helmut Kohl fue el arquitecto de la reunificación alemana.

Entonces, ¿cómo se recordará a Merkel? La canciller rechaza la pregunta. “No pienso en mi papel en la historia, hago mi trabajo”. Pero, ¿qué pasa con los críticos que dicen que la era de Merkel fue un simple durchwurschteln, salir del paso? Esa palabra, dice con un extraño destello de irritación, “no es parte de mi vocabulario”.

A pesar de su reputación de gradualismo y cautela, Merkel sin duda será recordada por dos movimientos audaces que cambiaron a Alemania: ordenar el cierre de sus centrales nucleares después del desastre de Fukushima de 2011 y mantener abiertas las fronteras del país durante la crisis de los refugiados de 2015.

Esa decisión fue la más polémica, y hay algunos que todavía no la perdonan por eso. Pero las autoridades dicen que Alemania sobrevivió a la entrada y que integró a los más de un millón de inmigrantes que llegaron entre 2015 - 2016. Merkel prefiere destacar los cambios menos visibles. Alemania está mucho más comprometida con el mundo: solo mira, dice, las misiones de la Bundeswehr en África y Afganistán.

También menciona los esfuerzos para poner fin a la guerra en Ucrania, su papel en el acuerdo nuclear con Irán, su asunción de una “responsabilidad cada vez más diplomática y cada vez más militar”. “Puede que en el futuro sea más, pero sin duda vamos por el camino correcto”, dice.

La era de Merkel ha sido definida por la crisis, pero gracias a su administración, a la mayoría de los alemanes rara vez les ha ido tan bien. El problema es que el mundo espera más de una Alemania poderosa y próspera y de su próximo canciller.



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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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