“¿Qué va a pasar?", era la pregunta que muchas veces, sin siquiera escucharla, inundaba el aire y las miradas de incertidumbre.
“¿Qué va a pasar?”, pensaba la profesora Teresa González mientras elegía las palabras más suaves para explicarles a sus tres hijos que, si escuchaban disparos, tenían que alejarse de la pared. Y que tampoco comieran tanto, porque había que racionar la comida “por si algo pasa”.
Ayer, fue un domingo de mucha tensión en la convulsa Caracas. Desde temprano, audios con mensajes que hablaban de la hora precisa del inicio de la invasión estadunidense o de instrucciones de cómo actuar ante la llegada se militares extranjeros inundaron los grupos de WhatsApp.
“No los confrontes ni hagas algo que los haga sentirse amenazados... No son tus enemigos, ellos cumplen una misión para devolverle la libertad, democracia y prosperidad a Venezuela”, indicaba un video difundido en los chats de las redes sociales.
No fueron casuales estos mensajes. Ocurrieron justo después de que el autoproclamado presidente de Venezuela, Juan Guaidó, difundió en su cuenta de Twitter las tres próximas acciones de su plan: la “coalición humanitaria internacional” con tres centros de acopio en la frontera de Colombia, Brasil y una isla caribeña; movilizaciones para exigir a las Fuerzas Armadas que permitan la entrada de la ayuda; y pedir a Europa la “protección de activos”, o sea, arrebatarle al gobierno chavista el control de los activos en el exterior de la petrolera Pdvsa y su filial Citgo. Es decir, el recrudecimiento del bloqueo contra el país.
Horas más tarde, el diputado de la Asamblea Nacional en desacato, José Manuel Olivares, anunció también en redes sociales que estaría en Cúcuta, Colombia, coordinando la llegada de ayuda humanitaria y agradeció al Congreso, el departamento de Estado y la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo (Usaid) así como al presidente colombiano, Iván Duque, por el respaldo.
Pero esta ayuda, según analistas, en realidad es la carta para la intervención.
“Las ayudas no se imponen, se piden. Y ellos (los países intervencionistas) están buscando una provocación con el despliegue de militares en la frontera. Este es el primer golpe de Estado que se les cae a los gringos y van a hacer lo imposible por quedarse con Venezuela”, explicó Lorenzo Angiolillo, director Internacional del Observatorio Bolivariano de Alerta Temprana (OBAT).
“Tenemos conocimiento de que hay militares brasileños, peruanos y colombianos para reforzar la frontera. Confiamos en que se den cuenta que no pueden ser ‘tontos útiles’ y que el juego no está trancado. Tiene que haber una negociación”, confió Angiolillo.
Por su parte, el internacionalista Jorge González advirtió que la apertura de corredores humanitarios en realidad es el primer paso para fragmentar el territorio venezolano.
“Debemos denunciar que los planes de ayuda humanitaria buscan imponer un plan para que tropas extranjeras entren y tomen parte del control del territorio venezolano”, indicó.
“Este golpe de facto sigue en desarrollo. Venezuela es un ejemplo de cómo Estados Unidos pretende destruir a los Estados nacionales que se atrevieron a ser gobiernos autónomos”, destacó.
Mientras la tensión iba creciendo a través de los pronunciamientos en el mundo 2.0, la población caraqueña trataba de mantener, en medio de tantos rumores (“en dos semanas ya no va a haber gasolina, me dijo un conocido que trabaja en Pdvsa”), un domingo de normalidad en la que se escondía bien el temor.
“Vine a comprar comida para tener en la semana, por lo que pueda pasar”, me dijo Doriana, una madre de familia que sonreía mientras hablámos de la posibilidad de una invasión.
“Dios quiera, para que ya salgamos de él. Ya pronto vendrá la libertad”.
Caracas llegó a la noche, por fin, con un ambiente de mucha expectativa y preocupación. Aquí no hay guerra, aunque hay personajes e intereses que la buscan.
Las horas de alerta en Caracas
LA ALDEA
La incertidumbre y el temor recorren en silencio las calles de la ciudad y las venas de sus habitantes en medio de la ola de rumores sobre una “inminente” invasión. Para unos, es el paso hacia “la libertad”; para otros, “un golpe de facto”.
Enviada especial / Caracas /