Cuando el mundo descubrió que la fuerza del agua podía generar tanta energía para dotar de electricidad a las comunidades, las plantas hidroeléctricas se convirtieron en la opción ideal para garantizar un suministro estable y seguro. Pero no contaban con la sequía y la falta de agua que derivó en cortes y apagones que debieron combatirse para continuar con la actividad que se mueve con la electricidad, es decir, todo.
Mientras Europa despliega su infraestructura a lo largo del continente para la generación eléctrica con tecnología de punta y ahora inicia esfuerzos que miran hacia la energía eólica y solar, en África la falta de infraestructura suficiente los ha hecho voltear hacia opciones que garanticen el funcionamiento de su red eléctrica y por eso países como Costa de Marfil, Ghana, Mozambique, Gambia, Sierra Leona, Guinea-Bissau y Senegal han recurrido a los grandes barcos que les proveen energía desde el mar.

Con más de mil 400 millones de habitantes, el tercer continente más grande del orbe presenta una presión creciente para dotar cada año de electricidad a 20 millones de personas que por el crecimiento económico y demográfico requieren de ese servicio.
La afluente del Río Nilo, el más grande de África fue domada por primera vez en 1970 en Egipto y utilizada para la generación eléctrica a través de la construcción de la presa de Asuán y desde entonces también se han desplegado esfuerzos en Nigeria, Ghana, Etiopía, Sudán, Zambia, Zimbabwe, Congo y Mozambique, donde están las mayores presas del continente, que sin embargo enfrentaron problemas de suficiencia, por asuntos tan variados como costos de mantenimiento, inversión, adquisición de combustibles, y la disminución de nivel del agua, sin ignorar los asuntos geopolíticos.
Mientras el desarrollo de la tecnología hidroeléctrica en Europa es tal que Noruega, por ejemplo, es el mayor exportador de electricidad del continente que ha buscado plantas de energía de almacenamiento bombeado de agua de lagos y que fluye a través de turbinas para generar electricidad.
Pero esas grandes inversiones no son viables en África que ha echado mano de un novedoso sistema: las plantas flotantes de generación de electricidad como las que ha desplegado en varias partes del mundo la empresa Karadeniz Holding.
Lifeship Süheyla Sultan has left Türkiye's Karmarine Shipyard and is on its way to offer assistance to the communities affected by the earthquake in Hatay province, İskenderun. We will do everything we can to support the victims of the devastating earthquakes. pic.twitter.com/1fWOxNLJuK
— Karpowership (@karpowership) February 28, 2023
La Powership y su flota de 50 embarcaciones con las que cuenta este conglomerado, y que han dotado de energía a África, pero también en Asia en países como Irak, abasteciendo desde 10 por ciento y hasta 100 por ciento de la red eléctrica y ha llegado al continente americano a Brasil y Cuba, y ante los efectos de la sequía que se prolongó hasta el año pasado en Ecuador, también pudieron verse ahí las barcazas generadoras de electricidad que funcionan a manera de plantas, sin tener que desarrollar la tecnología ni la inversión en territorio propio.
En Ecuador, el gobierno reportó el año pasado un déficit de generación eléctrica que hizo necesaria la contratación de emergencia de las barcazas eléctricas de generación flotante de energía.
Osman Yalman, director general de Infraestructura Global de KarPowership, filial de Kardeniz Holding, explicó que la planta podría dotar de electricidad en lugares que vivan una crisis de energía por razones de infraestructura o hasta desastres naturales.
La Agencia Internacional de Energía destaca que África requiere incorporar a 20 millones de personas a la red eléctrica anualmente para 2030 y destaca que los sistemas hidroléctricos son esenciales para un suministro eléctrico ininterrumpido esencial para el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de África, además destaca la creciente demanda de energía por la urbanización y el desarrollo económico de la región.
Con un clima desértico en contra, la Agencia Internacional de Energía sostiene que no ha datos sobre los posibles impactos climáticos en la centrales hidroeléctricas porque también se desconocen desde 2014 los patrones de lluvias en el sur del continente y sobre todo, el Sáhara.
SNGZ