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Albert Rivera concentra las miradas de políticos, electores y prensa

Joven, deportista, discreto y con “mucha más pila” que su iPhone, el candidato llega a los comicios de hoy con su partido en ascenso; de hecho, es el enemigo temible en el PP y uno de los actores principales para formar el nuevo gobierno.

En sus tiempos de estudiante en la Escuela Superior de Administración y Dirección de Empresas ganó la Liga Universitaria de Debate, por lo que es considerado un orador nato y culto. Es deportista (practica la natación y jugó waterpolo), discreto, siempre sale de casa sin desayunar y tiene más pila —dice— que su iPhone. Sobre Albert Rivera (Barcelona, 1979) están puestas todas las miradas, es el político de moda de España y aspirante a la presidencia del gobierno.

Por lo pronto, Ciudadanos (centro derecha), su partido, fue en las pasadas elecciones catalanas la llave de gobierno en varios ayuntamientos y podría serlo en las generales de hoy. Pero el joven Rivera no se conforma con un ministerio. “Voy a por todas”, afirma.

Albert dejó de trabajar en La Caixa, donde ganaba 1,700 euros como gestor de clientes en una oficina normal, a los 22 años. Hoy, con 35 y una nómina de 4,500 euros netos al mes como presidente del grupo parlamentario de su partido, dice sentirse orgulloso de no haberse dado por vencido.

Ha tenido una carrera política sólida. Se ha curtido contra el nacionalismo, es un tipo muy bien formado y la política se le da muy bien. Ciudadanos es una agrupación creada por intelectuales: Arcadi Espada, Francesc de Carreras o Xavier Pericay. No es una marca blanca del conservador Partido Popular (PP) como dicen algunos. Su naturaleza es progresista.

“Se equivocan los que dicen que somos la muleta del PSOE (Partido Socialista Obrero Español, izquierda), como los que señalan que lo somos del PP (Partido Popular, derecha) en el resto de España”, asegura Rivera y subraya que le provoca pereza la pregunta de si es de izquierda o de derecha. “Ni de una de una, somos la tercera opción. En Europa estamos adscritos con las formaciones demócratas liberales, como el británico Nick Clegg”, dice.

Lo cierto es que Ciudadanos se ha convertido en la gran amenaza del PP, tan es así que el ex mandatario José María Aznar (1996-2004) alertó de la nueva agrupación en dos ocasiones al presidente Mariano Rajoy, quien hoy busca reelegirse.

Rivera, apodado “Naranjito”, se entregó a fondo a Ciudadanos y hasta se desnudó literalmente para captar votos en las elecciones autonómicas de 2006. Dice que le tocó por casualidad, pero lo cierto es que su planta ayudaba: tenía 26 años y el descaro de la juventud.

Albert, que se ha dejado algunas cosas por el camino, sigue viviendo esclavo de la agenda. Expresa que su principal enemigo es el tiempo. Con él negocia para encontrar huecos para los suyos. Aprendió la lección al principio, cuando los descuidó para sacar adelante a la formación política, que nació como reacción al independentismo y a las peleas que “cuestionaban la unión de todos los españoles”.

En el festejo del 12 de octubre pasado, en la recepción ofrecida por los reyes Felipe y Letizia, el joven catalán fue el político más requerido, por encima de Rajoy. Lo mismo pasó el Día de la Constitución, el pasado día 6.

En el PP le temen, aunque de puertas para afuera no lo bajan de “niñato con aires de grandeza”. El temor es fundado, las encuestas señalan que Ciudadanos le ha arrebatado miles de votos al partido en el poder.

“Lo importante es sacar de La Moncloa (la casa presidencial) a Mariano Rajoy, que tanto daño ha hecho a nuestro país. España está ávida de políticos nuevos, de una nueva generación y aquí ya no tiene cabida Rajoy”, señala.

El líder de Podemos (extrema izquierda), Pablo Iglesias, denunció la “Operación Menina”, es decir, la posibilidad de que el PP y Ciudadanos negocien con la principal condición de Rivera: la salida de Rajoy y que su lugar sea ocupado por su número dos en las listas, la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. Muchos analistas hablan que dicho pacto es “muy posible”.

Precisamente, en pocos meses, Rivera también opacó a Iglesias, quien lideró el movimiento de los “indignados” del 15-M. Podemos, señalan los sondeos, va en caída libre y Ciudadanos cuesta arriba.

Cuando se le pregunta su opinión acerca de Iglesias, ex profesor de la Universidad Complutense, Rivera responde. “Yo le veo como una persona inteligente, capaz, que está haciendo una cosa difícil como es organizar un partido político desde cero, y eso yo sé lo que es. En eso le reconozco todo el mérito. Aunque también creo que han hecho un exceso de cálculo que les puede estar pasando factura”.

Albert califica de “sagrados” los momentos que pasa con su hija, Daniela, que cumplirá cuatro años el 26 de abril. Es fruto de su larga relación con Mariona Saperas, rota hace un año. La pequeña vive con su madre y él la tiene “dos fines de semana al mes”. También le dedica una tarde de lunes a viernes. “Lo saben mis colaboradores y lo respetan”. En compañía de su pequeña hace lo que cualquier padre con un hijo: jugar, andar en bici y dibujar.

Le gusta la Coca Cola Zero y el café con leche. Si madruga mucho, sale a la calle “a pelo”: “No me entra nada”. Luego, a una hora más razonable, se toma un café en el bar junto a un jugo de naranja y unas tostadas de aceite de oliva con tomate o un bocadillo (torta). No obstante, su batería dura más que la del iPhone que usa pues el “móvil” no le llega al mediodía con pila. Lo carga dos veces al día.

El analista político Fernando Díaz Villanueva, colaborador en varios medios de comunicación madrileños, habla de Albert Rivera, el político.

“El temor de los ‘peperos’ (como apodan a los integrantes o simpatizantes del PP) por Rivera es comprensible. Es la horma de su zapato en sentido estricto. Su muestrario de mercaderías es muy parecido pero sin productos caducados, sin fruta podrida y sin la arrogancia del tendero que se sabe monopolista. A eso le suma la juventud, la inteligencia y las múltiples ventajas que otorga tener poco pasado y limpio. Después del éxito en las (elecciones) catalanas al PP solo le queda bajarse del guindo e ir asumiendo ya que va a tener que entenderse con él sí o sí”.

“Aunque, claro, podría suceder que a Rivera no le interesase unir su nombre al del partido de los imputados Luis Bárcenas, Rodrigo Rato y compañía y apostase por entenderse con un PSOE más o menos renovado después de cuatro años de penurias. Se lo puede permitir porque ha ocupado el centro, y eso le hace aún más temible, esta vez en el lado izquierdo del espectro”.

Pablo Planas, autor junto a José Alejandro Vara de Entre bambalinas (Editorial Stella Maris), analiza en su libro al joven Rivera y confirma que es una de las figuras centrales de la política en España y cabeza visible de Ciudadanos, un partido que ha conseguido barrer a PSOE y PP en las elecciones municipales y las catalanas. La pregunta es ¿podrá hacerlo en las generales de este día?.

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