Un capítulo en la historia de Santos Laguna que causó indignación a nivel mundial, fue la balacera que se suscitó en las inmediaciones del TSM, cuando se disputaba un encuentro contra Monarcas Morelia.
Ocurrió el 20 de agosto de 2011, en una tarde calurosa en tiempos de inseguridad en la Comarca Lagunera, que provocó reacciones en los distintos niveles de gobierno y del balompié.
Fue un ataque perpetrado por desconocidos, quienes dispararon a elementos de Seguridad Pública asignados a la vigilancia durante el partido correspondiente a la fecha 6 del Torneo Clausura 2011.
Transcurría el minuto 40, cuando se escucharon los disparos.
Causando pánico y una estampida entre los asistentes al partido, que en principio no se daban cuenta de dónde provenía la agresión, algunos pensaron que ocurría en la tribuna por la reacción de la gente de la sección norte, luego por los pasillos.
Las balas rebotaban en la estructura del estadio, algunas llegaron a los palcos, a las instalaciones de TV Azteca y afortunadamente, no hubo víctimas, pero sí momentos de angustia y terror al no saber qué era lo que pasaba y entre quienes eran el intercambio de proyectiles, algunos de grueso calibre por el estruendo de las detonaciones.
Ante el temor que generaron las ráfagas de armas de fuego, decenas de aficionados invadieron la cancha del estadio, que se encontraba a mitad de su capacidad.
Personal del estadio ayudó a mantener la calma y el orden en el inmueble, periodistas y fotógrafos se resguardaron bajo algunas bancas.
De los equipos, el primero que corrió al vestidor fue el guardameta de Monarcas, Federico Vilar, los de Santos a buscar a los familiares que presenciaban el encuentro, todo era confusión, el sonido ambiental hacía un llamado a la calma.
Otros aficionados prefirieron resguardarse bajo los asientos y se mantuvieron unos sobre otros, las detonaciones se escuchaban dentro del estadio, pero era por fuera.
Hombres, mujeres y niños, con crisis nerviosa y corriendo por el césped en búsqueda de un lugar seguro, los minutos se hacían eternos y después de un tiempo, a mitad de la cancha.
Usando el equipo de sonido local, el presidente de Santos, Alejandro Irarragorri, acompañado por el portero santista Oswaldo Sánchez, ofreció disculpas al equipo visitante y al público asistente y se dijo apenado por el incidente.
La televisión transmitió en vivo las incidencias, que de inmediato le dieron la vuelta al mundo, un acontecimiento desagradable que reprobó el entonces presidente de la República, Felipe Calderón, quien ordenó se actuara de inmediato para asegurarse de que no volviera a cometerse una agresión de esa ni otra naturaleza en un espectáculo tan visto como el futbol.
Días después se reanudó el partido, Monarcas se impuso, pero lo acontecido aquella tarde marcó un antes y un después en la seguridad de Coahuila y de toda la Comarca Lagunera.
Santos Laguna como club trabajó más en temas de seguridad involucrando a las diferentes corporaciones, tanto en la parte estatal como municipal, así como Policía Federal y el Ejército, con protocolos establecidos para cada partido que se disputa en el Territorio Santos Modelo.
Los jugadores que estuvieron en la cancha durante la balacera, recuerdan con desagrado lo sucedido, la desesperación de no saber lo que estaba ocurriendo, si era dentro o fuera del estadio, algo que no olvidarán.
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