La Estación Colón del Heroico Cuerpo de Bomberos de Torreón está de luto por el fallecimiento de “Chato”, un perrito que fue rescatado tras ser usado como “sparring” en peleas clandestinas y que, con el paso de los años, se convirtió en un símbolo de la corporación.
El deceso ocurrió el pasado 19 de septiembre, justo en el marco del Macrosimulacro Nacional. El bull terrier, que se ganó el cariño de bomberos y ciudadanos, murió a consecuencia de un infarto, dejando un vacío entre quienes lo consideraban parte de su familia.
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“Lo rescataron los GATES hace como 12 años, cuando estaban aquí a un costado de la estación, pero no quiso ser policía y se hizo bombero”, relató a MILENIO Juan Javier Galván Estrada, operador de la estación Colón.
Bombero ejemplar
Los elementos recordaron que cada vez que sonaba la sirena y se abría el portón para salir a una emergencia, Chato era el primero en brincar y ladrar para despejar el área.
“Hacía que la gente se hiciera a un lado; algunos pensaban que era agresivo, pero en realidad solo abría paso al camión”, contaron sus compañeros.
Además, lo describieron como un perro juguetón, con quien cada bombero construyó recuerdos. “En una ocasión nos fuimos a correr al Cristo de las Noas, ahí iba con nosotros, pero solo aguantó dos cuadras y tuvimos que subirlo a la camioneta porque ya no podía más”, compartió otro de los rescatistas.
Galván Estrada reiteró que Chato fue rescatado durante un operativo al poniente de Torreón y, aunque llegó junto a otros perros, fue él quien decidió quedarse en la estación. “Aquí pasó unos 12 años, llegó ya grande y terminó convirtiéndose en un bombero más”, añadió.
Nada se pudo hacer
Los bomberos detallaron que desde la noche del jueves notaron un cambio en su comportamiento, pues ya no mostraba la alegría de siempre. Un veterinario lo revisó el viernes por la mañana y el sábado le harían estudios de laboratorio, pero no alcanzó a llegar a esa cita.
“Era familia, parte del departamento y un compañero más del Heroico Cuerpo de Bomberos. Lo alimentábamos, lo bañábamos y, claro, lo vamos a extrañar”, expresaron.
El cuerpo de Chato fue llevado a un crematorio de mascotas, colocado en una urna y varios de los rescatistas no pudieron contener las lágrimas al despedirlo.
Hoy la estación Colón tiene un ambiente distinto: tristeza y nostalgia, pero también gratitud por haber compartido más de una década con un perrito que pasó de ser víctima de maltrato a encontrar una vida digna y amorosa como bombero. Sus cenizas permanecerán en el sitio que lo acogió como un miembro más.
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