No, no tienes que cruzar el Atlántico. Es más, ni siquiera necesitas pasaporte. Una selfie en la Torre Eiffel sin viajar a París es posible en Gómez Palacio, Durango. Desde 2007, una réplica de 48 metros de altura y 15 toneladas de acero se ha convertido en un atractivo turístico y cultural que sorprende a visitantes de la Comarca Lagunera.
El monumento no surgió por casualidad. Fue un regalo de la familia francesa Collier de la Marlière, que desde 1949 encontró en La Laguna un nuevo hogar tras huir de los estragos de la Segunda Guerra Mundial en Europa. Su historia, marcada por la gratitud hacia México, ha quedado plasmada en obras urbanas que hoy forman parte de la identidad lagunera.

La Torre Eiffel lagunera no es el único símbolo francés en la región. En Torreón, se erige una réplica del Arco del Triunfo en el fraccionamiento El Fresno, mientras que en Lerdo un obelisco inspirado en la Revolución Francesa evoca el que se levanta en la Plaza de la Concordia de París. Todas estas obras forman parte del legado cultural de la familia Collier.
Para los Collier, la instalación de estos monumentos fue una manera de rendir tributo a la tierra que los acogió.
“Mi padre llegó sin nada, y aquí lo recibió una tierra generosa que le dio todo. Lo menos que podíamos hacer era devolver ese cariño con obras que trascendieran”, recordó Maurice Collier de la Marlière, empresario y filántropo.

Legado de siete décadas
Desde 1949, la familia francesa Collier de la Marlière ha dejado una huella indeleble en el corazón de la Comarca Lagunera, contribuyendo no solo al paisaje urbano de Torreón, Gómez Palacio y Lerdo, sino también a la memoria colectiva de una región forjada por la migración, el trabajo y la diversidad cultural. Su historia, marcada por la gratitud y la filantropía, es un ejemplo de cómo la integración de una familia extranjera puede transformarse en una alianza duradera entre dos naciones.
El patriarca, Christian Collier de la Marlière, llegó desde París a la Comarca Lagunera a la edad de cinco años, acompañado de sus hermanos, en un contexto europeo devastado por la Segunda Guerra Mundial. México —y particularmente La Laguna— ofreció un refugio y una nueva vida a esta familia de origen francés que, con el tiempo, consolidaría raíces profundas en la región.
Christian se formó como empresario, cimentando con esfuerzo un porvenir que, décadas más tarde, derivaría en una generosa serie de donaciones culturales y urbanísticas como forma de agradecimiento al pueblo que los acogió.

Monumentos que hermanan continentes
Entre los símbolos más reconocibles del legado Collier destacan varios monumentos inspirados en la arquitectura francesa. El más emblemático es, sin duda, la réplica de la Torre Eiffel de Gómez Palacio, inaugurada en 2007. Con 48 metros de altura y 15 toneladas de peso, esta estructura de acero se ha convertido en un referente turístico y cultural, atrayendo a visitantes de toda la región y simbolizando los vínculos fraternales entre México y Francia.
Pero no es la única: en Torreón se encuentra una reproducción del Arco del Triunfo, ubicada en el fraccionamiento El Fresno, que rinde homenaje a la gloria republicana francesa. En Lerdo, un Obelisco de la Revolución Francesa recuerda al original en la Plaza de la Concordia de París. Estas donaciones no solo son muestras de aprecio, sino también vehículos para el fortalecimiento del diálogo intercultural y la identidad regional.

La primera de estas donaciones tuvo lugar en 1993, cuando la familia erigió una pequeña réplica de la Torre Eiffel en la colonia Torreón Jardín. Ese gesto fue el inicio de una larga tradición de contribuciones a la ciudad. Posteriormente, en 1999, donaron el terreno para el desarrollo del actual Bosque Urbano de Torreón, antes conocido como Parque Las Etnias.
En palabras de Maurice (quien además es fundador del movimiento social Lagunero Primero, organización que promueve el desarrollo regional con enfoque comunitario), el lugar era originalmente un espacio industrial abandonado donde se fabricaban tabiques y se quemaban llantas.
“Nosotros lo rescatamos para convertirlo en un pulmón verde para la ciudad. Lo nombramos Parque Las Etnias en honor a la diversidad de culturas que llegaron a la región durante la época del ‘oro blanco’, cuando el algodón atrajo a miles de migrantes, incluyendo a nuestra familia”, explica.
El parque fue concebido con una visión ecológica y comunitaria: cuenta con lagos artificiales, un anfiteatro al aire libre, áreas de juegos, senderos, un pequeño museo y más de mil árboles plantados.
Filantropía discreta, impacto profundo
Aunque sus monumentos han sido ampliamente difundidos, la familia Collier ha mantenido otras acciones filantrópicas más discretas. Han contribuido al fortalecimiento del sistema de salud en la región mediante la donación de ambulancias y equipos médicos a la Cruz Roja de Gómez Palacio, entre otras iniciativas.
“Hay muchas acciones que no se conocen, pero creemos que dar el ejemplo también puede inspirar a otros a sumarse. Lo importante es construir comunidad”, dice Maurice.

También han promovido la educación y la cultura, apoyando becas para estudiantes, la rehabilitación de espacios públicos y programas de intercambio cultural con instituciones francesas. En 2012, fueron reconocidos por la Alianza Francesa de Torreón por su contribución al fortalecimiento de la identidad francófona en el norte de México.
Una nueva obra, un símbolo de identidad lagunera
Este 2025, la familia Collier de la Marlière planea realizar una nueva y ambiciosa donación: una escultura monumental con forma de “nasa”, herramienta ancestral utilizada por los indígenas para pescar en el río Nazas. Esta obra busca rendir tributo al origen hidráulico y agrícola de la Comarca Lagunera, cuyo desarrollo ha estado históricamente vinculado al caudal del Nazas.
“Poca gente sabe qué es una nasa, pero representa el origen de nuestra identidad. Sin el río Nazas no existiría Torreón, ni Gómez, ni Lerdo. Este monumento será un homenaje a lo que nos dio vida como región”, adelantó Maurice, sin revelar aún el sitio exacto donde será colocada la escultura.
La pieza, de gran formato y fabricada en acero inoxidable, estará acompañada por una instalación multimedia que explicará el papel histórico del río Nazas en el surgimiento de la región. Se proyecta que sea inaugurada en el marco del aniversario 150 de la fundación de Torreón.

Un apellido que construyó puentes
A lo largo de más de tres décadas, el apellido Collier de la Marlière se ha convertido en sinónimo de integración, visión social y respeto por la historia regional. Su legado como empresarios, diplomáticos culturales y benefactores ha cimentado un puente emocional y tangible entre Francia y La Laguna. Cada monumento, cada parque, cada gesto solidario forma parte de una narrativa colectiva que honra tanto a los orígenes de una familia como a la generosidad de una tierra que los adoptó.
En una región donde la memoria urbana muchas veces queda relegada al olvido, la familia Collier ha apostado por dejar símbolos duraderos, visibles y significativos. Su historia es, al mismo tiempo, una invitación a reflexionar sobre la identidad lagunera como un cruce de caminos entre culturas, lenguas y sueños compartidos.
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