La señora Teodora, de 79 años, fue rescatada por elementos de la Policía Municipal de Chichimilá, en Yucatán, luego de permanecer desaparecida durante tres días en la selva que colinda con el estado de Quintana Roo.
De acuerdo con su testimonio, le hablaron los aluxes, quienes se hicieron pasar por sus hijos y nietos.
Ella explicó que salió a caminar como lo hacía habitualmente, pero al adentrarse en la selva comenzó a escuchar voces que la llamaban por su nombre.
Asegura que eran sus hijos y nietos quienes le hablaban, aunque nunca logró verlos.
En cambio, sí logró ver a los aluxes: figuras pequeñas, de ojos brillantes, que jugaban, reían y se movían entre los árboles.
“Eran como niños, pero no eran humanos”, declaró tras ser rescatada por los agentes municipales.

Los familiares de Teodora, al notar su ausencia prolongada, solicitaron apoyo de las autoridades y de habitantes del municipio.
La búsqueda se extendió por 72 horas hasta que finalmente fue localizada. Al momento del hallazgo, presentaba un cuadro de deshidratación y fue trasladada al pueblo, donde recibió atención médica.
Frente a este suceso, algunas personas de la comunidad afirman que los aluxes siguen presentes en la selva yucateca y continúan custodiando las tierras peninsulares.
¿Qué son los aluxes?
En las comunidades mayas de Yucatán y Guatemala, los aluxes son protagonistas de relatos que han trascendido generaciones. “Son considerados seres sagrados”, explicó Francisca Amelia Zalaquett Rock, investigadora del Centro de Estudios Mayas en el Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, en un reportaje de la Revista Global UNAM.
La palabra alux o arux proviene del idioma maya. Aunque no tiene una traducción literal, se asocia con el término “duende” o “pequeño ser” que habita en la península de Yucatán.
Su pronunciación varía según la región.
Un alux mide entre 20 y 30 centímetros, tiene rasgos humanos y es demasiado pequeño como para ser considerado enano.
Es fabricado por especialistas rituales conocidos como Ah men, quienes elaboran estas figuras como parte de un proceso ceremonial.

Guardianes de territorios
Tradicionalmente, los aluxes se ubican en milpas o cenotes como guardianes. En algunos casos, se les instala en cuevas naturales o casitas de palma construidas en los terrenos asignados.
Allí se les reza y se establece su rol protector.
Como muestra de gratitud, antes de cada siembra se les hacen ofrendas. Además, la primera cosecha se les entrega a ellos antes de que cualquier otra persona la consuma.
Estas ofrendas deben realizarse de forma constante. Entre ellas se incluyen alimentos sagrados como el sacab, bebida fermentada a base de maíz y miel. Si se omiten, el alux puede tornarse hostil e incluso castigar o matar a su dueño.
“El alux no es un ser tranquilo o ‘santito’; es un ser que fue creado para cumplir una función, y quien lo pide debe retribuirle”, advirtió Zalaquett Rock.
MO