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Soy coleccionista, amante de la cocina y voluntaria de la Casa del Anciano: Carmen Sedano Ponce de León

Entrevista

Comparte que se ha empeñado en ofrecer parte de su tiempo en las actividades que se requiera apoyo al interior del sitio que asila a un centenar de adultos mayores.

Apasionada de la cocina y coleccionista de antigüedades, Carmen Sedano Ponce de León cuenta con más de 30 años de voluntaria en la Casa del Anciano “Dr. Samuel Silva” de Torreón, donde además de apoyar en la elaboración del menú, se ha empeñado en ofrecer parte de su tiempo en las actividades que se requiera apoyo al interior del sitio que asila a un centenar de adultos mayores. 

Al ingresar a su hogar, que se ubica a unas cuadras de la Casa del Anciano, las visitas son recibidas con paredes que cobran vida al estar repletas de plantas enredaderas, del tipo julietas en particular, también llamadas plantas potos. 

Además, la señora Sedano disfruta de mostrar a sus invitados sus máquinas de coser manuales del siglo pasado, planchas de carbón, soldaditos de plomo, vitrinas con infinidad de figuras en miniatura, su radio Punto Azul, variedad de pañuelos bordados, así como un millar de llaves de varias épocas que suman más de mil piezas y que lucen colgadas en una pared junto con algunos candados. 

Su rutina diaria consta en levantarse muy temprano para empezar a cocinar el desayuno y de una vez la comida, luego acude al Bosque Venustiano Carranza donde practica baile y yoga, esto antes de empezar sus labores en lo que se ha convertido en su segunda casa. Tiene una gran familia. De las cosas que conserva con amor están las copas con las que brindaron el día de su boda, mismas que son utilizadas en cada uno de sus aniversarios.

¿Cómo empezó a coleccionar antigüedades?

Casi desde que me casé. Mi suegra tenía cosas antiguas y me empezó a regalar cuando yo vivía en la Ciudad de México, y también cuando llegamos a Torreón. Ella me regaló casi la mitad de llaves que tengo ahí colgadas, luego varias personas me fueron regalando más. A donde voy trato de comprar cositas para mi casa, las antigüedades son las que más me gustan.

¿Siente alguna energía en lo que colecciona?

Es algo que te tiene que gustar y atraer. Hay personas que me comentan que a lo mejor traen malas vibras o que traen malas energías, pero yo no lo siento así, al contrario, siento que cosas de estas ya no van a volver a existir, este tipo de objetos no se vuelven a encontrar.

Es casi un museo ¿no?

Tal como me lo han dicho, esto es como un mini museo, porque de esto ya no va a haber en otro lado, son piezas casi únicas. Aprecio mucho cada objeto que guardo, todo me gusta por igual.

¿Qué le gustaría que pasara con todas estas cosas después?

Quisiera que la gente viera todas estas cosas que he coleccionado por tantos años, que sepan que aún existe esto, que es pura historia.

¿Cómo se animó a ser voluntaria de una casa del anciano?

Mi padre fallece y tuve que ir a la Ciudad de México. Al volver le comenté a mi suegra que le quería hacer unas misas a mi papá y me dijo que en el asilo las podían hacer. Luego de las misas, me salió decirle a una religiosa que iba pasando, “¿puedo venir a ayudarles?”, a lo que me dijo que sí. Al principio no iba muy seguido, luego empecé a ver a una religiosa que ordenaba la ropa para el bazar y me fui involucrando hasta ir a diario, así desde hace más de 30 años y en todas las actividades yo participo.

¿Cómo puede describir su labor en un asilo?

Apoyar ahí es algo que te tiene que gustar y además hay que saberlo hacer, no debe haber asco ya que hay que entender que muchos internos están discapacitados o enfermos. Yo lo hago con mucho gusto, me siento muy contenta y satisfecha con mi trabajo. Todos los días voy, aún en la pandemia he pedido permiso para seguir yendo para ayudar en la lavandería y recientemente en la cocina.

¿Disfruta cocinar en el asilo?

A mí me gusta mucho la cocina y me encanta la repostería. Ahora estoy apoyando en la cocina, es otro mundo. Debemos cocinar tres comidas del día para 150 personas y también comidas especiales para los enfermos. Si vieran que bien comen. Los tratan muy bien, les hacemos pizzas, hamburguesas, enmoladas, ensalada de atún; los viernes son de vigilia y comen pescado. Siempre se acata según lo que se tiene.

¿A qué se dedicaba antes de ser voluntaria?

Trabajé de cajera en una panificadora de españoles y también en una tienda de quesos, donde aprendí mucho y conocí a personas muy importantes. Luego decidí ser ama de casa y siempre traté de ayudarle a mi esposo en lo que se necesitaba, incluso yo pensaba poner una pastelería.

¿Usted se llega a ver en una casa del anciano?

Sí, uno nunca sabe qué vueltas de la vida, pero creo que sería feliz porque lo veo bien. He visto que en ese lugar es feliz quien quiere ser feliz.

CALE

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