En 1981, la colisión del vuelo 811 de Aeroflot con un bombardero dejó una historia que desafía toda lógica: Larisa Savitskaya logró sobrevivir a la caída de la aeronave desde más de cinco mil metros sobre la taiga rusa; durante tres días, la mujer enfrentó frío, la soledad, animales salvajes y los peligros del bosque, hasta que fue rescatada tres días después.

Larisa Savitskaya: sobrevivir contra todo pronóstico
Su experiencia demuestra que en casos como éste, la realidad siempre supera a la ficción. Hoy, más de cuatro décadas después, su historia llega a nuevas generaciones a través de la película La única sobreviviente, “dejé de contar mi historia por muchos años, porque pensé que ya era un episodio superado”, dijo Larisa Savitskaya en entrevista con Notivox desde Crimea:
“Luego me propusieron hacer esta película, y acepté porque sentía que tenía una deuda pendiente, una especie de obligación que me ayudaría a liberarme por completo”.
“Con la película es un poco distinto, se escribió un guion de manera dirigida y con intención. Yo sabía que iba a contar mi historia solo una sola vez más y después podría decir: “chicos, yo no voy a contar nada más, vayan a ver la película, allí está todo”. Pero claro, es una película de ficción, se añadieron cosas, y la historia cambió un poco, pero no pasa nada. Al menos ahora no tengo que volver a contar lo que viví de principio a fin. Y así quedó”, dijo.
La historia detrás del vuelo 811 de Aeroflot
La película combina la crudeza de la supervivencia con una historia de amor que, de acuerdo a Larisa, fue fundamental para mantenerse con vida, “el amor, cuando lo pierdes, tu vida termina en ese mismo instante”, recordó sobre haber visto a su esposo sin vida frente a sus ojos, después del impacto, “ya no importaba si yo sobrevivía, pero al final del día te das cuenta que haber sobrevivido fue un regalo y si mi esposo lo hubiera visto se alegraría”.
A lo largo del rodaje, Larisa participó activamente con el elenco ofreciendo detalles sobre su experiencia de vida para ayudar a transmitir en pantalla emociones auténticas, “pensaba que ella (la actriz Nadezhda Kaleganova) no tenía que interpretarme a mí, sino a ella misma, con emociones naturales. En una película tan compleja, interpretarme a mí es imposible”, explicó Larisa, “pero era importante que ella encontrara esa forma genuina”.
“Algunos acentos sí los captaron de mí. Me preguntaban: “¿cómo lo interpretamos?” Y yo respondía: “ahora se los cuento todo”. Bueno, lo que les conté, en principio, probablemente les ayudó. Fue una conversación seria, puedo decir que para mayores de 18 años, así que no te las voy a contar a ti ahora, porque ustedes tienen una audiencia un poco más joven. Pero ellos querían saber los detalles, y les di detalles”, agregó con una sonrisa pícara.
A pesar de haber vivido uno de los accidentes más aterradores, Larisa compartió que la memoria de aquel momento no le robó la paz, “si necesito recordar algo, mentalmente me coloco en esa situación, y es como una especie de holograma, está tan integrado a nivel celular que ya no duele, parece que mi psique me protege, no deja que ese horror entre en mi vida”, es una especie de capacidad para separar la experiencia traumática de su vida.
“No tengo miedo a los aviones, ni a mi historia, al contrario, siento curiosidad. El único momento triste es cuando ocurren otros accidentes aéreos, es ahí cuando comprendo lo que les pasa a esas personas, qué sienten, cómo lo viven. Todos son héroes, por extraño que parezca. Incluso si tienen miedo, porque sabes que hay esa aceptación de que todo sucederá muy rápido. Es decir, tienen tiempo para comprender que es el final. Es aterrador”, agregó.

La única sobreviviente no sólo relata una hazaña de resistencia física y emocional, también invita a reflexionar sobre la fe, la esperanza y la fuerza del amor.
Larisa, con una voz serena y firme, deja un mensaje para que los espectadores “sean abiertos, sean curiosos y tengan interés sobre estas historias”, porque incluso una película de ficción ofrece información valiosa, “nuestro cerebro puede contener todo lo que necesitamos si estamos en riesgo”.
“Resulta que el amor no se da una sola vez. Y cuando el amor es verdadero, es un regalo. Incluso a pesar de pérdidas y sacudidas tan grandes. Valoro cada instante de mi vida presente, porque mi amor está conmigo, el amor está dentro de la propia persona y lo más importante es que exista un objeto digno de ese amor. ¿Digno en qué sentido? que sea un amor correspondido, o incluso una pasión ardiente. Aunque no siempre sea mutuo”, dijo.
La historia de Larisa Savitskaya, aquel milagro que sobrevivió a la muerte y al tiempo, encuentra en la pantalla un tributo a la vida, recordándonos que la resiliencia y el amor pueden florecer incluso en los momentos más oscuros.
Y por ello, si pudiera decirle algo a la chica de veinte años que cayó con ese avión, sería: “mi niña, no dejaré que nadie te haga daño, no tengas miedo. Tenía 20 años cuando todo pasó, pero ahora soy una adulta".
