Luis era un niño inquieto ahí en la colonia 2 de Junio de Tampico, pero también fue obediente con sus padres pues hacerles caso era el pasaporte directo para llevarlo a entrenar, primero a la cancha de la Unidad Deportiva de Puerta Coloradas, que hace 18 años era de tierra muy dura y después pasó a la Escuela de Futbol Correcaminos, que era dirigida por el profesor Miguel Mendoza San Luis.
Verlo correr con su uniforme a la tiendita de la esquina era muy frecuente, siempre se detenía para saludar a sus amigos y vecinos. La prisa del pequeño Luis era evidente, no quería dejar de entrenar porque tenía un sueño: ser jugador profesional de fútbol, algo que se veía muy lejos, pero su mentalidad triunfadora y perseverancia lo llevaron hasta allá.
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“Hola Luis ¿y cómo te va en el fútbol?”, preguntó un vecino hace unos años, a lo que el niño contestó con una sonrisa en sus labios: “Bien, ahora juego en Correcaminos y pronto me iré a Pachuca al Centro de Formación”.
Luisito emigró antes de los 12 años, dejó todo, incluso a sus padres para poder perseguir el sueño.
Luis David Castillo Mayorga, inició su trayectoria en 2015 con el Alto Rendimiento Tuzo, posteriormente llegaría a las fuerzas básicas del Veracruz, debutando en el Torneo de Copa el 31 de julio de 2018 ante el América continuando con el equipo veracruzano hasta la temporada 2018-2019.
Luis Castillo, pasó a ser parte del equipo Saltillo Futbol Club del año 2019 al 2021, luego pasó a Cimarrones de Sonora 2021-2022 y con Reboceros de La Piedad en el 2022.
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Llega a la Jaiba Brava
Luis Castillo, llegó apenas en el Clausura 2023 de la Liga Premier de la Segunda División, al equipo del cual sabía había una historia que marcó época en la década de los 80 en Primera, deseaba hacer realidad un sueño que no había cumplido: ser campeón portando la playera celeste.
Con la experiencia de haber jugado en Primera División y Liga de Expansión, el deseo de jugar con la Jaiba Brava era evidente, pero tuvo que esperar algunas jornadas para poder pisar territorio celeste ya que una lesión le impidió estar desde el inicio.
Poco a poco ganó la confianza del director técnico, Gastón Obledo, convirtiéndose en pieza clave en la media cancha. Las jornadas pasaron y la ilusión de ser campeón, tal y como cuando era niño, estaba cada vez más cerca con el pase a la liguilla hasta llegar a la gran final.
Ahí en la grada, estaban sus padres, aquellos que siempre vieron en Luis un gran hijo, un joven disciplinado con el sueño intacto. El juego inició, el estadio con 20 mil personas empujaba a la Jaiba Brava, pero Luis Castillo, no inició el juego, el destino le tenía reservado el regalo soñado.
Con 15 minutos por jugar, por fin el tampiqueño pisó la cancha, sacó algunos centros al área, corrió, dio todo en el terreno pues sabía que todo era posible.
La final llegó a los tiempos extras y tras prevalecer el empate, llegó la definición del título mediante los tiros desde el manchón penal. Luis Castillo cobró el tercero y lo hizo bien, solo había que esperar unos minutos para que ese sueño de niño llegara a sus 24 años de edad.
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Apenas concluyó el juego, Luis corrió a la grada, ahí en donde sus padres derramaban lágrimas de alegría, de ver que aquella lucha incansable de su pequeño Luis fue posible.
“Lo soñé de niño y hoy se ha cumplido mi sueño, somos campeones. Los tiempos de Dios son perfectos. Gracias por bendecirme tanto. Esto también es por y para mis padres que desde muy pequeño creyeron en mí. Gracias papás por todo”, comentó Castillo en sus redes sociales.
Hoy, Luis Castillo, tiene la oportunidad de lograr poner una estrella en la historia de la Jaiba Brava, esa estrella que desde niño siempre miró en el cielo.
EAS
