Cultura

“Estudié mucho a Irena Sendler para no caricaturizarla”: Fanny Sarfati

La actriz protagoniza El ángel de Varsovia, basada en la vida de la enfermera polaca, en el Foro Shakespeare.

La actriz Fanny Sarfati se considera una nerd que estudia a profundidad a personajes históricos que interpreta y evita caricaturizarlos, como a Irena Sendler para el montaje de El ángel de Varsovia, que Tomás Urtusástegui escribió para ella y que, como al dramaturgo, le devolvió la fe en la humanidad.

“Soy bien nerd, matadísima, muy apasionada de estudiar a mis personajes. Me gustan mucho los personajes históricos porque tienes que ser muy exacta, trato de no hacer caricaturas de los personajes. Por eso, ni siquiera me maquillo de viejita; me peino, me visto y me visto por dentro porque lo que busco es no presentarte una caricatura, sino un ser de carne y hueso”, explica en entrevista la también promotora cultural sobre su versión de Irena Sendler (1910-2008), enriquecida durante la pandemia.

Sarfati vuelve a interpretar los jueves en el Foro Shakespeare, hasta el 29 de septiembre, a la célebre enfermera polaca, quien salvó a alrededor de 2 mil 500 niños de morir en los campos de concentración nazis en Polonia, de manera similar a como salvaron a miles el empresario alemán Oskar Schindler, el cónsul japonés en Lituania Chiune-Sempo Sugihara y el gran mexicano Gilberto Bosques.

Cuenta que la historia del montaje a cargo de Carlos Rangel está llena de causalidades y casualidades. Primero fue una publicación que vio en Facebook sobre una conmemoración luctuosa de Sendler, de quien entre otros filmes se han hecho The Courageous Heart of Irena Sendler (2009), realizado para la televisión por John Kent Harrison y protagonizada por Anna Paquin (El Piano y la trilogía de X-Men).

“Me enamoré de su fotografía, de la persona y su historia. Entonces, mandé la publicación al maestro Urtusástegui y le dije: ‘Por favor, mire a este pedazo de mujer’. Y el maestro, que era tan prolífico, a los diez días y a la vieja usanza me mandó un libreto engargolado con el monólogo que escribió para mí sobre Irena. Tenía dos títulos, que me dio a escoger, algo insólito también que quizás nunca me vuelva a suceder”, relata con emoción Sarfati en su camerino después de la primera función de la pieza, que hasta el 27 de enero de 2020 no había podido estrenar por estar involucrada en otros proyectos.

“Pero vino el momento de montar el monólogo. Había quedado con Carlos Rangel en trabajar juntos desde que nos conocimos en un festival de teatro. Le dije al maestro Urtusástegui: ‘Llegó el momento’, Y le pedimos que nos permitiera hacer precisiones históricas sobre todo, porque la trama y la dramaturgia nos encantaban. La estrenamos en función única en el Museo Memoria y Tolerancia en una efeméride por el Holocausto, con un montón de cosas en contra, pero con un personaje único”.

“Gracias a esa presentación, sacamos el premio San Gines a lo mejor del teatro independiente y la embajada de Polonia, cuyo cuerpo diplomático asistió a la función, nos ofreció su auspicio y nos presentamos en Monterrey y Cancún, pero vino la pandemia y nos encerraron a todos”, refiere la actriz.

Por desgracia, Tomás Urtusástegui solo pudo ver una única función especial en casa de Sarfati, exclusiva para él, pues murió el 8 de abril de 2020 y ya estaba muy enfermo para asistir a la del museo.

“Se le rebasaban los ojitos de lágrimas. Me dijo que había perdido la esperanza en la humanidad hasta que conoció la historia de Irena Sendler, ella le devolvió la esperanza en la humanidad, la esperanza de que no todos pasamos como si las cosas no nos tocaran a nosotros, porque nos tocan a todos”, cuenta.

A juicio de Sarfati, el confinamiento enriqueció su concepción del personaje, al darle una idea real de lo que era el aislamiento y la amenaza de la muerte y las pérdidas humanas, como ocurrió en el gueto de Varsovia durante la Segunda Guerra Mundial de donde Sendler rescató a miles de niños de los nazis.

“Después de más de un año que estuvimos encerrados, siento de verdad que el personaje cayó en un lugar espiritual diferente, crecimos; perdimos todos, sentimos las ausencias, los encierros, las pérdidas, y eso hizo crecer al personaje de forma brutal, porque una cosa es que te platiquen el encierro y otra que lo vivas; una cosa es que te platiquen las pérdidas y ausencias otra que las vivas a manos llenas. Y cuando nos volvimos a juntar Carlos y yo, ya éramos otras personas diferentes”, expone Sarfati.

En octubre de 2021 montó en el Foro Shakespeare El ángel de Varsovia, asociada ya con la empresa Cohen & Cohen, de Aarón y Esther Cohen, que tiene el acervo de videos de la Segunda Guerra Mundial más grande de México, para incorporar el aspecto multimedia que acompaña al monólogo.

—¿A quién interpela en su monólogo el personaje de Irena Sendler? ¿Quién es su interlocutor?

Claro, para montarla tienes que ver cómo rompes la cuarta pared y a quién le estás hablando. Durante décadas se pensó que Irena había sido fusilada por los nazis. Acuérdate que los archivos nazis eran imprecisos. La resistencia polaca había sobornado al hombre que la iba a matar para que fuera liberada y éste registró que la había fusilado, pero ella vivió. Hasta el 2000 la localizaron en un asilo en Varsovia y entonces el mundo se enteró de que vivía. Fueron a visitarla con sus familias todos los niños y niñas que salvó, gente de 60-70 años, que la abrazaban como si fueran todavía esos niños chiquitos. Entonces, nosotros decidimos que esta cuarta pared le habla a toda esta gente que fue a visitarla, por eso ella dice: “Vienes de tan lejos a visitarme, ya te conté lo que vienes a oír, lo que a ti te interesa, por lo que vienes tan lejos”. Para nosotros, el interlocutor son los niños y niñas a los cuales salvó.

—¿De dónde saca usted la fuerza para interpretar a un personaje tan fuerte?

Todos los actores tenemos un rito anterior a la tercera llamada. El mío es prender estas dos velitas y pedirle a Irena, a su espíritu, que me dé la fuerza para transmitir el mensaje con pasión y verdad, sin fallarle, sin estar inventando cosas raras y haciéndole cosas al personaje, porque no es un personaje de ficción, sino histórico; que me dé la fuerza. Y busco la fuerza interior mía, soy también una mujer fuerte. Y su causa es suficientemente fuerte para abrevar de ahí, abrevo de la causa de Irena.

—Hubo muchos hombres reconocidos por su papel humanitario ante el Holocausto (Schindler, Bosques, Sugihara... Pero se ha hablado casi nada de las mujeres, ni siquiera el caso de Irena ha sido tan popular o reconocido. ¿Qué tanto influyó eso en usted para llevar a Irena a escena?

Hubo muchísimos Justos entre las Naciones (el título que dio Israel a quienes ayudaron a los judíos en el Holocausto, entre ellos Sendler) hombres y mujeres. Tal vez se conoce más a Schindler por la película de Steven Spielberg, que salvó a mil personas. “Si salvas a uno, salvas al pueblo entero”, dice mi obra, porque si salvas a una persona, salvaste a su descendencia, a un pueblo entero. Sí hay películas sobre Irena. Spielberg, judío él también, tiene un gran acervo de cosas sobre el Holocausto. La lista de Schindler es un peliculón, la vuelvo a ver y me digo eso, porque a través de ella nos conocemos que hubo gente que no pasó desapercibida por el camino. Hubo muchas mujeres. El equipo de Irena Sendler era casi de puras mujeres. Ella era la lideresa, que empezó como en un trabajo hormiga a rescatar un niño a la vez; luego se juntó con la resistencia polaca, que tenía un consejo de ayuda a los judíos y un comité de rescate de niños al que pertenecía Irena. Pero ella tenía un cuerpo de enfermeras y mucha gente que la ayudaba. Fue un círculo virtuoso de muchísima gente. Por eso ella dice en videos que circulan que no fue ella, sino mucha gente, aunque muchas ya no vivían.

***

Sarafati abunda sobre cómo prepara los personajes, en especial históricos como Sendler o Golda Meir, primera ministra de Israel de 1969 a 1974, cuya vida llevó a escena en El balcón de Golda (2018).

“En su parte de adentro busco, por ejemplo, sus enfermedades, los asideros emocionales de sus enfermedades. No es lo mismo una cojera porque te fracturaron piernas y pies (como a Sendler), que una cojera por flebitis, como Golda Meir; cuando tienes flebitis a veces cojeas y a veces no; cuando tienes las piernas y pies fracturados por torturas cojeas todo el tiempo y la cadera se modifica”.

“Incluso esas cosas de las enfermedades tienes que estudiarlas. Irena tenía mucha fuerza en sus manos, la voz nunca se le cascó demasiado, sí envejeció su voz, pero siempre fuerte, lúcida, por eso ves la voz que yo le hago, no es la de Fanny, pero tampoco es de una viejecita cascadita, no, porque Irena no era así, a pesar de sus noventa y tantos años ella no hablaba así. Ves sus manitas y eran muy fuertes y de viejecita sigue haciendo sus manitas así, se ve que la fortaleza se va contigo hasta la tumba. Estudié mucho al personaje, la época en que vivió, el Holocausto, que lo he estudiado más de una vez”; agrega.

—La obra se inicia con una cita de Sendler sobre lo furiosa que se sentía cuando le decían que era un ángel. ¿Qué sentimiento le despierta a usted esta vida: furia, horror, orgullo?

Me conmueve hasta la médula de los huesos. También a mí, como a Tomás (Ursusástegui) me devuelve la esperanza en el ser humano; me conmueve muchísimo, me da la fuerza para pensar que nosotros, que somos seres humanos comunes y corrientes, de a pie y ordinarios, sí podemos hacer la diferencia, sí podemos hacer cosas extraordinarias aunque sean semillitas pequeñas. No tienes que salvar a 2 mil 500 niños ¡ojalá pudiéramos!, pero puedes hacer cosas pequeñas que hagan la diferencia. Por ejemplo, puedes respetar a tu prójimo, respetar sus diferencias, ya con eso.

—¿Y qué le da más furia: que haya habido una sola Irena Sendler o muchos Adolf Hitler?

Es una pregunta dolorosa y muy fuerte. Yo todavía creo que habemos más buenos que malos; también creo, a pesar de este mundo tremendo, que si nos pudiéramos contar a la gente, seríamos más buenos que malos en la humanidad.

—En nuestro contexto actual, con una guerra más en Europa, con muchas situaciones en muchas regiones del mundo como Europa, República Dominicana, Israel, Estados Unidos, en las que se aísla a la gente, como en el gueto de Varsovia, ¿qué nos puede enseñar Irena Sendler?

Por supuesto, me gustaría ser tan sabia como Irena, pero lo poquito que puedo aprender de ella es que nos enseña miles de cosas, pero cuando nos demos cuenta que (el problema) no le pasa al otro, es medular. (La pandemia) no le pasaba a los chinos, nos pasó a todos. No le pasa a los negros, a los judíos, a los católicos, a los protestantes, a los gays, no le pasa a grupos, lo que les pasa a cada uno de ellos nos pasa a nosotros. Porque si alguien que está junto a ti odia a un grupo, ¿cómo sabes que no te odia a ti por cualquier otro tipo de cosas? Ahorita que surgen grupos neonazis, como la boda esta que hubo en Tlaxcala (en abril pasado) con temática nazi, si los nazis vieran a esta gente que se cree neonazi los mandarían al campo de concentración. Es que ni siquiera estudiámos lo suficiente, ni siquiera sabemos. Solo es unirte a un grupo por unirte. Estamos tan ávidos de pertenecer a algo que también podemos pertenecer a cosas ridículas, porque eso ya también rayó en lo criminal y lo ridículo. Lo que le pasa a uno, nos pasa a todos, somos uno, esa es una de las enseñanzas que da Irena Sendler.

—En la obra Sendler dice cargar con un sentimiento de culpabilidad por no haber salvado más niños.

Schindler también cargaba con ese sentimiento. Al final de la película de Spielberg, Schindler se quita un pin y dice: “Con esto habría salvado a una persona más”. Porque la gente que se mete al circulo de virtudes siempre sabe que puede hacer un poquito más. Eso es un aprendizaje que ¡guau!.

—Hay un mensaje muy fuerte también sobre el humor de Irena Sendler en su obra.

También lo sacamos de la propia Irena, porque a pesar de todo lo que sufrió, era una mujer dulce, tierna, se reía, porque ella decía —y lo dice el texto—: “Olvida lo malo, recuerda siempre lo bueno, así es mejor”. Recordar para no olvidar está bien, pero en el día a día, la gente muy sabia es aquella que puede reírse. Y creo que la gente muy inteligente es la que tiene muy buen sentido del humor.

PCL

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José Juan de Ávila
  • José Juan de Ávila
  • [email protected]
  • Periodista egresado de UNAM. Trabajó en La Jornada, Reforma, El Universal, Milenio, CNNMéxico, entre otros medios, en Política y Cultura.
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