A Melisa
Porque qué caso tiene el zombie de decirnos elegidos si no hay Vesubio, pasarela de sexo antes de tronar nuestra Pompeya. Si me quieres hablar, me cantas al hacerlo o no hables. Cantar como decir canario, cálmame, desayúname sobre la hierba, y si va de cosa seria proponme cometer contigo todos los Fitzacarraldos. O lo haces así, con testa bien armada y no con tu cabeza dura o no te contesto. Porque no son nuestros sueños poliéster, no nuestros corazones de terlenka o malla de gallinero: ahí no hay más que pantomima, puestota en escena de los egos.
= cuando quieras decirme que el Sol entra por la ventana, dime así: “El Sol entra por la ventana”, y vaya que lo veré, agradecida mi alma, junto a ti.
= cuando vayamos por el kiosco, andemos de plazas, cafés, ramblas: me tomas de la mano o nunca más, escucha, ni una palabra tuya, ni una galaxia de ellas, bastará para sanar mi alma. (Y es que qué caso tiene, qué misterio, cumbia o salmo puede haber en tal barbajanada, chafismo, vulgarsota pavada.)
=si me dices que vas, vas de lleno: quiero verte como caballo correr libre sobre el potrero. Si me dices te dejarás venir, si me invitas a volar, si te atreves a hacerlo, yo mecha corta, al toque, en fa que me caliento, me firmamenteas, me haces daño en mis medios con las estrellas y me llevas mínimamente al cielo. Porque te digo Ilíada y Odiseamente, Cavafística y Pessoamente en serio, que si no es así le daré la espalda a todo lo que me dijiste era tu credo, en verdad que te tapio mi alma, pintaré violines al panteón de todos tus muertos, y me voy a una de mis Islas Vírgenes, a una de mis Comalas, a uno de mis Janitzios, y te juro nunca vuelvo.
AQ