Cultura

El espíritu de La Movida

Café Madrid

La Biblioteca Nacional y la SGAE celebran a una de las figuras más icónicas de La Movida, que hizo de la extravagancia una ética y de la lectura un modo de estar en el mundo.

Olvido Gara —Alaska en los carteles— es un icono de la música y la cultura popular hispana, transgresora, vanguardista y una de las pocas cantantes que es lectora y bibliófila. Bueno, más que cantante ella es una intérprete (las cosas como son), pero desde que en 1980 medio mundo la vio en Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón en su inolvidable escena de la lluvia dorada, esta mexicana trasplantada a España es considerada una pionera de La Movida madrileña, esa ola pop que sacudió a la capital de un reino que había pasado cuatro décadas bajo el yugo dictatorial y vivió todos los ochenta inmersa en un desenfreno experimental (en todos los sentidos).

Un día fue a uno de los programas de debate del único canal de televisión que había en el país de Cervantes. El tema era “los buenos modales”, algo que, según el presentador, los jóvenes estaban perdiendo. Alaska, con su look punk, fue invitada como una de esas jóvenes. Pero, para sorpresa de todos, en cada una de sus intervenciones habló con seriedad, citó libros y autores e incluso expuso algunas normas de protocolo. Hace unos años, cuando la entrevisté durante la promoción de su disco Canciones para robots románticos, me contó con aire intelectual que acababa de llegar de Santander (Cantabria), donde no había dado un concierto sino una conferencia “que se llamó ‘El arte del petardeo o el petardeo en el arte’ y ahí expliqué que uno ha de ser razonablemente frívolo y que se puede hacer arte de la frivolidad”. También me dijo que se había matriculado en la carrera de Historia y que estaba en estado de gracia con la cantidad de textos que le pedían estudiar.

Es que ella, no se cansa de decirlo, siempre ha sido una gran lectora. Por eso el otro día la invitaron a la Biblioteca Nacional, para que nos hablara sobre su afición a la lectura y sobre su biblioteca particular. “La biblioteca es el sitio donde me gustaría quedarme encerrada el resto de mi vida”, dijo antes de contar su colorida infancia en México y el cambio radical con el que se topó “al llegar a una España en blanco y negro”, el cual no habría podido sobrellevar sin la ayuda de los libros y los cómics.

Hoy, medio siglo después de aquella migración, en su casa aledaña a la Gran Vía atesora todos (“pero todos”) los libros de Stephen King, y otros tantos libros de terror, novelas medievales, ensayos históricos, toda la obra de Santa Teresa, todos (“pero todos”) los libros de Andy Warhol y de algunos otros artistas plásticos, así como varias revistas de fisicoculturismo y la Enciclopedia Británica completa, que compró “en varias mensualidades de 10 mil pesetas” y que luego dejó de consultar porque, se sinceró, era más cómodo recurrir a la Encarta de Microsoft.

Alaska conversaba en la Biblioteca Nacional mientras, no muy lejos de ahí, en la sede de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), está abierta al público una exposición que contiene el espíritu de ese periodo de efervescencia cultural del que ella fue una de las protagonistas. La movida, juventud y libertad repasa a través de numerosos objetos la explosión de creatividad que se vivió a partir de la muerte de Franco en noviembre de 1975 y en el inicio de la Transición, cuando una juventud sedienta de libertad abanderó una subversiva y muy frenética revolución cultural (o más bien contracultural). Hace 40 años, aquello fue un torbellino que rápidamente se propagó a todas las expresiones artísticas (música, plástica, cine, fotografía, moda, diseño…) y que, aunque tuvo su epicentro en Madrid, pronto se extendió por otros muchos puntos de la geografía española.

Ahí están las cámaras de Super 8 con las que Pedro Almodóvar filmó sus primeros cortos, el cuaderno en el que, siendo funcionario de Telefónica, escribió el borrador del guion de El gran chasco, precursora de Pepi, Luci, Bom…, su primer largometraje. Están las letras manuscritas por Antonio Vega de algunas de sus canciones más conocidas. Hay fotografías de Ouka Leele, de Alberto García-Alix… Hay portadas de discos, pósteres de grupos y anuncios de conciertos de grupos emblemáticos como Alaska y los Pegamoides, Gabinete Caligari, Nacha Pop, Parálisis Permanente y Hombres G, entre otros. Hay muchas revistas, muchos fanzines. Y, por supuesto, no falta la ropa estrafalaria, porque el look era uno de los principales signos de ruptura con lo establecido que supuso La Movida.

AQ​

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Víctor Núñez Jaime
  • Víctor Núñez Jaime
  • Es reportero y escritor. Sus trabajos, en todos los géneros periodísticos, se publican en los principales medios del mundo hispano. Es autor de libros como Los que llegan. Crónicas sobre la migración global (Debate) y ha sido galardonado, entre otros premios, con el Internacional de Periodismo “Mario Vargas Llosa”, el Premio a la “Excelencia Periodística” de la Sociedad Interamericana de Prensa o el “Rey de España” que otorga la Agencia EFE. Escribe en Laberinto desde hace dos décadas.
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Laberinto es una marca de Milenio. Todos los derechos reservados.  Más notas en: https://www.notivox.com.mx/cultura/laberinto
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