El viaje de Nick Bradley hacia el mundo de la cultura japonesa comenzó, como muchas experiencias que cambian la vida, con una decisión aleatoria. Tras completar su maestría en literatura inglesa, sintió el impulso de explorar algo diferente antes de comprometerse con un doctorado. Esa decisión lo llevó al otro lado del mundo, a Japón, un país que inicialmente pensaba habitar solo durante un año. “Me mudé a Japón de manera azarosa, conseguí un trabajo allí y pensé: ‘Viajaré por un año y luego volveré’”, recuerda Bradley con una sonrisa. Pero Japón tenía otros planes para él. Ese año se convirtió una década, mientras se sumergía cada vez más en la cultura, el idioma y, finalmente, en un camino de vida completamente distinto.

Hoy, Bradley es conocido por dos novelas, El gato y la ciudad y Cuatro estaciones en Japón, ambas ambientadas en Japón y en temas como la conexión, la identidad y la transformación. La primera fue aclamada por retratar a Tokio como un personaje omnipresente. El libro es un tapiz de historias interconectadas, unidas por un misterioso gato errante. “Tokio no es solo una ciudad; es una colección de vecindarios, cada uno con su propia personalidad,” explica Bradley. “Cuando lo estaba escribiendo, quería capturar esa diversidad. Cada vecindario insufla su propia vida a la ciudad”.
Esa manera de retratar el escenario le valió a Bradley comparaciones con maestros de la narrativa urbana. Pero también es el resultado de su propio viaje personal por el país nipón. “Cuando me mudé por primera vez, vivía en un pequeño pueblo de la Prefectura de Hiroshima. Fue una inmersión completa: sin angloparlantes, solo yo y los locales”, recuerda. “Fue abrumador pero transformador. Me obligó a aprender el idioma y a entender realmente la cultura”.

La segunda novela de Bradley, Cuatro estaciones en Japón, trasciende Tokio para explorar la vida de Flo, una traductora que lucha por encontrar su propósito y sentido de pertenencia. En esencia, la novela trata sobre el fracaso —o más bien, la percepción de este—. “Los tres personajes principales del libro sienten que han fracasado de alguna manera”, explica Bradley. “Pero lo que quería explorar era cómo el fracaso puede ser una parte vital del éxito. Para mí, El gato y la ciudad fue un éxito sorprendente, pero estuvo construido sobre años de tropiezos. Esos tropiezos me enseñaron lecciones que no podría haber aprendido de otra manera”.
Escribir de un país ajeno
La estructura de las novelas de Bradley refleja su evolución como escritor. Mientras que El gato y la ciudad se construyó como una especie de mixtape —una colección de historias independientes que luego organizó—, Cuatro estaciones en Japón fue meticulosamente planificada. El marco de la novela, inspirado en la estructura japonesa de cuatro actos y en la naturaleza cíclica de las estaciones, le dio un mapa a seguir. “Jugué el videojuego The Last of Us durante el confinamiento, y su estructura en estaciones me hizo pensar en cuán integrales son las estaciones para la literatura y el arte japoneses,” dice Bradley. “Eso se convirtió en la columna vertebral del libro.”
A pesar de su profunda conexión con Japón, el escritor es consciente de las complejidades de escribir sobre una cultura que no es la suya. “Como hombre blanco británico que escribe sobre Japón, entiendo que hay algo intrínsecamente extraño en ello”, admite. “Pero mi enfoque siempre ha sido representar a Japón con cuidado, amor y atención al detalle. Muestro mis borradores a amigos japoneses y valoro mucho sus comentarios. Espero que los lectores vean cuánto me importa hacerlo bien”.
Bradley también cree que ser extranjero aporta una perspectiva única. “Si un escritor mexicano se mudara a Londres y escribiera sobre la ciudad, yo querría leer eso. Es refrescante ver un lugar familiar a través de los ojos de alguien más”, dice. “Creo que esa es la belleza de la narrativa: permite el intercambio cultural y nuevas interpretaciones”.

En su prosa, Bradley reconoce la influencia de la literatura japonesa y del haiku para enseñarle el poder de la simplicidad. “La escritura japonesa a menudo transmite ideas profundas con muy pocas palabras”, dice. “Un haiku crea imágenes vívidas en la mente del lector. Esa concisión ha influido en mi manera de escribir”.
Al final de nuestra charla, le pregunto a Bradley sobre sus futuros proyectos. Sonríe de nuevo. “Mi próxima novela tiene una estructura muy estricta”, revela. “He aprendido que tener un marco claro me ayuda a mantenerme enfocado, incluso cuando exploro caminos inesperados”. Bradley encuentra un equilibrio entre la planificación y el descubrimiento en su trabajo. “Es como construir con elementos naturales”. reflexiona. “Necesitas estructura, pero también debes dejar que las cosas crezcan”.
Para este escritor, el crecimiento está en el corazón de todo lo que escribe, ya sea la evolución de sus personajes, la interacción entre el fracaso y el éxito, o el constante intercambio de ideas entre culturas. Es un viaje que comenzó con una decisión aleatoria y que ha florecido en una vida dedicada a contar historias.
ÁSS