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[El Santo Oficio] Las plegarias de Aleksiévich

En los libros de la Premio Nobel ucraniana se encuentran voces impregnadas de rabia, rencor, desencanto; en ocasiones también de ternura.

Svetlana Aleksiévich llama plegarias a los testimonios recogidos en sus libros. En su columna “Café Madrid”, del suplemento Laberinto, Víctor Núñez Jaime cita la explicación de la autora de El hechizo de la muerte durante su reciente visita a Barcelona: “En ruso —dice—, plegaria tiene un significado muy amplio y muy profundo que va más allá de lo religioso. Es la compenetración profunda entre el sujeto y el mundo exterior. Busco a personas que estén en un estado de exaltación, que han vivido algo que las ha conmocionado. Este tipo de conversación es similar al de la plegaria. Normalmente, encuentro a mi interlocutor cerca de la muerte o cerca del amor, en este estado tan extremo de pedir, de expresar, de vomitar todo lo que tiene dentro”.

Por eso, piensa el cartujo, los libros de la premio Nobel ucraniana estrujan, conmueven, indignan. En ellos se encuentran voces impregnadas de rabia, de rencor, de desencanto; en ocasiones también de ternura. Palabras desesperadas de una diáspora producto de la desaparición de la Unión Soviética.

De El fin del “Homo sovieticus” (Acantilado, 2015), el monje entresaca las siguientes líneas, fragmentos de una realidad en muchos sentidos parecida a la nuestra, sobre todo por la violencia, la corrupción de sus gobernantes, la riqueza mal habida de tantos encaramados en el obsceno árbol del poder mientras los pobres se multiplican en el país:

“La burocracia carece de convicciones y principios. Toda la turbia metafísica de los valores le resulta ajena. Lo que importa a los burócratas es conservar sus poltronas eternamente, seguir alimentando la panza. Tener un corderito que comer y un galgo que pasear. La burocracia es nuestra verdadera desgracia”.

“Entre nosotros, resulta más fácil encontrar a un santo, que a un hombre honrado y de éxito. Leed a los clásicos rusos y lo veréis”.

“Hay un tipo de personas que nunca serán carne de cañón y hay otro tipo que solo saber serlo. Personas moldeables como la masa del pan”.

“Las víctimas son las que cuentan sus historias, las que quedan aquí para hablar, pero los verdugos… Los verdugos callan. Escurren el bulto, se meten en un agujero… Los verdugos carecen de nombre propio y apellidos, de voz. Los verdugos no dejan huellas. No sabemos nada de ellos”.

“Yo era una activista entonces, una patriota y no me perdí una sola campaña electoral… Me gustaba Nemtsov, un hombre joven y bien parecido. Pero después nos dimos cuenta de que todos aquellos paladines de la democracia también querían darse la buena vida. Y vimos que muy pronto se olvidaron de nosotros”.

“(En el parlamento hay una joyería que vende grandes anillos de oro con brillantes). El precio del más barato de esos anillos supera con creces lo que he ganado en toda mi vida… Un solo anillo de esos, ¿me entiende? Y esos son nuestros diputados, los diputados del pueblo… ¿De dónde habrán sacado tanto dinero?”.

“La gente decente ha pasado de moda”.

Queridos cinco lectores, El Santo Oficio los colma de bendiciones. El Señor esté con ustedes. Amén.

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José Luis Martínez S.
  • José Luis Martínez S.
  • Periodista y editor. Su libro más reciente es Herejías. Lecturas para tiempos difíciles (Madre Editorial, 2022). Publica su columna “El Santo Oficio” en Notivox todos los sábados.
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