Si el grafiti que dejan los visitantes afecta las pinturas rupestres de Cueva Ahumada, ahora se estudia cómo afectará el cambio climático al patrimonio de la zona arqueológica de García.
Durante la semana, un equipo de conservadores restauradoras del Programa Nacional de Conservación del Patrimonio Gráfico-Rupestre INAH Cueva Ahumada del INAH, trabajaron en Cueva Ahumada recogiendo datos sobre las variaciones medioambientales del sitio.
Con esta información se medirán posibles daños ocasionados por el cambio climático y cómo afectaría a las pinturas rupestres y petrograbados con cerca de 6 mil años de antigüedad.
Las conservadoras restauradoras Ana Karen Morales, Liliana Domínguez y Nahja Ramírez trabajan en distintos puntos del abrigo rocoso, ya sea en la liberación de las pinturas rupestres a 500 metros de altura, o bien, registrando condiciones de humedad, temperatura y velocidad del viento en el sitio.
"Vemos que efectos del cambio climático empieza a tener un impacto en los sitios, como huracanes y lluvias fuertes, ocasionando deslaves y deterioros. Esta información nos ayuda a ir detectando esos patrones", comenta Ana Karen Morales.
Los cambios drásticos de temperaturas, con intenso calor en verano y un frío extremo en esta temporada, afectan la estabilidad de las rocas que lucen grabados o pinturas en tonos rojos y negros, predominantemente.
Además, se midió la variación de la temperatura en las rocas para conocer el impacto del sol y el viento y cómo les afecta en su estabilidad. También se realizaron actividades de limpieza en los paneles más altos donde se conservan las pinturas rupestres.
Patrimonio milenario
Ubicado en las afueras de la comunidad Rinconada, el abrigo rocoso de Cueva Ahumada alcanza cuenta con pintura rupestre y petrograbados en diferentes paneles alcanzando una altura de hasta 500 metros.
Sus pinturas en tonos rojos, amarillo, blanco y negros representan figuras geométricas, así como alusiones a elementos de la flora y fauna que los antiguos pobladores veían en la región hace miles de años.
El trabajo de las conservadoras restauradoras es subiendo la ladera y sorteando rocas irregulares, con un clima frío sobre la semana pero con un silencio que sólo se rompe con el paso del tren o alguna cabra que ronda el terreno.
"Para nosotras es bastante gratificante trabajar aquí, está algo accidentado el paso pero te vas acostumbrando. Vale la pena para estar frente a estas manifestaciones", mencionó Liliana Domínguez.
Mientras que Nahja Ramírez resaltó lo valioso de conocer los sitios arqueológicos en diferentes épocas del año "porque hace mucho sentido todo lo que puedes ver en las temporadas con lluvia, viento o frío en estos sitios".
Los nuevos grafitis
El sitio de Cueva Ahumada ha sido investigado en las últimas décadas por el arqueólogo Moisés Valadez Moreno, del centro INAH Nuevo León.
Últimamente el sitio ha sido resguardad con malla ciclónica para controlar el acceso del público. Sin embargo, esto no los ha detenido y los grafitis y marcas que dejan en el sitio de revela.
"Cada año, desde el 2015, hemos hecho un programa de limpieza y conservación del sitio. Hemos retirado más de dos mil grafitis de crayón, pluma, marcador, pintura de esmalte, barniz de uñas, de todo encontramos", afirmó Valadez Moreno.
El Programa Nacional de Conservación del Patrimonio Gráfico-Rupestre es coordinado por Sandra Cruz Flores, y en los últimos años han realizado jornadas de campo en la zona arqueológica de Cueva Ahumada.