Ubicado en el corazón de Cuernavaca, Morelos, Anticavilla es mucho más que un hotel boutique: es un manifiesto estético donde confluyen tres universos profundamente conectados —la arquitectura colonial mexicana, el diseño italiano y el arte contemporáneo— en un diálogo armónico con la historia, la naturaleza y el presente.
“Al hablar de una certificación, es fundamental reconocer primero el esfuerzo conjunto del equipo, y sobre todo el liderazgo que guía y motiva todo el proceso. Anticavilla ha demostrado su compromiso con la excelencia al obtener el Distintivo ABC, la certificación ecológica EarthCheck y la distinción de una Llave Michelin. Felicito a Anticavilla y reafirmo el respaldo de la Secretaría de Turismo para continuar fortaleciendo esta senda hacia la excelencia. Además, Morelos se posiciona como líder nacional en turismo de bodas, al albergar más de cinco mil eventos anuales y generar una derrama económica superior a los dos mil millones de pesos, consolidando al estado como un destino destacado para el turismo romántico y familiar”, afirma Daniel Altafi, Secretario de Turismo de Morelos.

Arquitectura: pasado y presente en diálogo
La construcción original de Anticavilla data del siglo XVII, una casona señorial con raíces en el barroco virreinal mexicano. Como muchas edificaciones aristocráticas de la época, combinaba materiales como cantera, adobe, vigas de madera y tejas rojas, integrados en una lógica espacial centrada en patios, arcadas y gruesos muros que protegían del calor y conservaban la intimidad.
Décadas más tarde, el reconocido ingeniero Jesús Sánchez emprendió un meticuloso trabajo de restauración que consistió en rescatar columnas, pisos, vigas y la fachada original, manteniendo intacta la esencia de la época mientras devolvía al inmueble su vitalidad estructural y simbólica.
La segunda gran transformación vino de la mano del afamado arquitecto Bernardo Gómez Pimienta, quien fue comisionado para diseñar las áreas contemporáneas del hotel. Su propuesta no fue una intervención disruptiva, sino una conversación entre el tiempo y la materia: estructuras modernas de concreto pulido, cristal y acero, integradas con elegancia a la arquitectura colonial, con una clara sensibilidad por la luz natural, los jardines tropicales y la serenidad del entorno. El resultado es un palimpsesto arquitectónico, donde lo histórico y lo moderno no se enfrentan, sino que se nutren mutuamente.

Arte y diseño: “Arte come ispirazione”
Desde su origen, Anticavilla fue concebido como un proyecto cultural y familiar, nacido del amor por México, Italia y sus vastas tradiciones artísticas. Su lema, Arte come ispirazione (el arte como inspiración), se manifiesta no solo en la decoración, sino en la experiencia emocional y sensorial que ofrece cada rincón del hotel.
Cada una de las suites rinde homenaje a artistas italianos del siglo XX —Modigliani, Morandi, Boccioni, entre otros— a través de reproducciones seleccionadas con curaduría, integradas al diseño interior de forma que evocan no solo su estilo visual, sino también su espíritu. Estas habitaciones no son simples alojamientos: son cápsulas estéticas que ofrecen una inmersión en el universo de estos creadores, reinterpretado desde la calidez, la luz y el verdor de Cuernavaca.
Al mismo tiempo, Anticavilla se ha convertido en un espacio vivo para el arte contemporáneo, colaborando con artistas nacionales e internacionales que residen en Cuernavaca o encuentran inspiración en su entorno. El hotel alberga exposiciones temporales, instalaciones, esculturas y obras de gran formato que dialogan con la arquitectura, los patios, los muros de piedra y los espacios comunes. Artistas como Gustavo Pérez, Irma Palacios, Gabriela Gutiérrez Ovalle y otros han presentado su obra en el recinto, consolidándolo como una plataforma cultural alternativa en el panorama del arte contemporáneo en México; galerías como Uli Solner y sus artistas incluyendo a Edith Cepeda.

Diseño integral: el arte como experiencia cotidiana
Más allá de las piezas expuestas, el diseño de Anticavilla es en sí mismo una obra de arte. La elección de mobiliario, textiles, luminarias y materiales responde a una lógica estética donde la tradición artesanal mexicana y el diseño italiano se entretejen. Cada espacio está pensado para evocar sensaciones: calma, contemplación, inspiración.
El arte aquí no adorna, transforma. No se presenta como algo distante o sagrado, sino como parte de lo cotidiano, de lo que se toca, se respira y se habita. Así, el huésped no es un simple espectador, sino un participante activo de una narrativa visual, cultural y emocional.
Un puente entre culturas, tiempos y sensibilidades
Anticavilla representa una síntesis sofisticada entre lo antiguo y lo contemporáneo, lo mexicano y lo italiano, lo arquitectónico y lo artístico. Es un espacio que honra la memoria histórica sin caer en el museo, que apuesta por el diseño sin sacrificar calidez, y que abraza el arte como parte esencial del vivir.
En un mundo cada vez más globalizado y homogéneo, Anticavilla ofrece una experiencia única: un encuentro íntimo entre dos culturas, dos formas de entender la belleza y una misma pasión por la creación.
Estar en Anticavilla es adentrarse en un lugar donde el arte no cuelga de los muros, sino que habita los espacios; donde la arquitectura no se impone, sino que proyecta historias antiguas; donde el diseño no está al servicio de una moda banal, sino de la emoción. Es un recinto que invita a detener el tiempo, a respirar profundamente, a mirar con otros ojos. En un México que a veces olvida la sutileza, Anticavilla recuerda que la belleza está en los detalles, en la memoria, en los silencios bien construidos. Más que un hotel, es una obra viva.
PCL