La explosión de la pipa en el Puente de La Concordia desató un tormenta de fuego, gritos y caos que pocos olvidarán. Decenas de elementos de la policía capitalina acudieron de inmediato para rescatar a las víctimas y contener el desastre, y entre ellos tres policías destacaron por actuar sin titubear, arriesgando su vida en medio del calor extremo y el riesgo de nuevas explosiones para poner a las víctimas por encima de su propia seguridad.
El primero en irrumpir al lugar de la tragedia fue el oficial Alberto Paredes Juárez, quien patrullaba a un costado de la autopista cuando vio el impacto de la pipa. No hubo tiempo para dudar. Aceleró hacia el lugar mientras una nube espesa de gas lo envolvía, dijo en entrevista para MILENIO.
Te recomendamos leer...
Apenas alcanzó a reaccionar cuando llegó el flamazo que apagó la unidad y lo obligó a salir a pie. Frente a él, automovilistas calcinados corrían envueltos en llamas en busca de ayuda. Paredes tomó el extinguidor y comenzó a sofocar el fuego sobre cuerpos que ardían y se desprendían con el contacto.
Mientras combatía el incendio a su alrededor, escuchó gritos desde un puente. Corrió hacia un tractocamión que seguía incendiándose donde encontró a un hombre casi irreconocible, con la piel consumida por las llamas.
El herido le suplicó que avisara a su familia: “Oficial, en la cabina está mi cartera y mi celular, llévatelas por favor, si no la llego a librar, no permitas que quede como desaparecido”, alcanzó a decirle.
Paredes lo sacó del vehículo y, pese al riesgo, regresó entre el fuego para recuperar los objetos. Más tarde, ya de madrugada, logró comunicarse con los familiares para darles la última noticia.
“Yo espero que esa parte les brinde paz a esa familia, que no iba a quedar como un número más, que va a tener un nombre”, confesó.
Mientras Paredes abría camino entre las llamas, el policía segundo Sergio Ángel Soriano, de la Bancaria Industrial, corría hacia otra zona del puente. La explosión lo había sorprendido cerca del lugar. Sintió el calor pasar sobre su cabeza y escuchó los gritos de decenas de personas atrapadas. Entre el humo distinguió a una mujer que cargaba un bulto en llamas.
“Corro hacia la explosión y veo a una mujer totalmente quemada… me acerco y veo que es su nieta y logro quitarle la ropa que estaba quemando a la niña”, relató.
Con la menor en brazos buscó la forma de llegar a un hospital. Un motociclista ofreció su moto y Soriano subió sin pensarlo. Condujó en contrasentido, chocando y abriéndose paso entre el tráfico, hasta llegar al IMSS más cercano.
La imagen de la niña resistiendo el dolor lo acompañará para siempre. “A pesar de todo, ganamos. Está viva. Ya con eso ya fue todo para mí”, dijo, con la voz quebrada al recordar que él tiene un hija de casi la misma edad.
El oficial Marco Antonio Peña, del sector Teotongo, llegó cuando las explosiones secundarias seguían sacudiendo el puente. Desde la distancia alcanzó a ver la magnitud del desastre. Al ingresar se encontró con una escena dantesca: vehículos ardiendo, cuerpos en el suelo, gente corriendo todavía en combustión.
“Mi primera visión fue panorámica, personas que todavía corrían, que se encontraban en el suelo, todavía en combustión, vehículos que todavía estaban con llamas, incluso la pipa todavía replicó otras explosiones con nosotros ahí”, describió.
Peña se enfocó en organizar a los primeros respondientes y a los ciudadanos que espontáneamente se sumaban a los rescates. Juntó a los lesionados, improvisó perímetros de seguridad y dirigió a vecinos que traían sábanas, botes de agua y cobijas para aliviar a los heridos.
Entre los rescates que lo marcaron está el de una mujer que pedía a gritos que no la dejaran. Peña tuvo que cargarla a pesar de saber que su piel se desprendía al contacto.
“Discúlpame, te va a doler, pero te tengo que mover”, le dijo mientras la alejaba de la pipa.
Lo que más impactó al agente fue la fortaleza de carácter que mostró la mujer que sufria quemaduras de cuerpo completo: “Ella estaba en un shock total, no se quejaba, incluso decía ‘agárrame fuerte, no importa’. Incluso uno la cargaba y la piel se quedaban en nuestro uniforme”.
Los tres policías coincidieron en que la capacitación policial les permitió reaccionar sin quedar paralizados, pero reconocen que nada de lo ocurrido hubiera sido posible sin la participación ciudadana.
Paredes recuerda haber visto a vecinos y automovilistas trabajando hombro con hombro con los cuerpos de emergencia, apagando fuego con tierra, ofreciendo transporte y auxilio a desconocidos.
“Yo vi a mis compañeros trabajar con actos heroicos y altruistas, como no lo había visto antes, y a la ciudadanía con tanta empatía y tratando de ayudar”, relató.
El oficial Peña lo resume con una frase que define la noche: “Es una fuerza de aquí en México, que cuando tenemos ese tipo de crisis la ayuda es inmediata… hubo gente que estuvo todavía en la madrugada ayudando, apoyando a los cuerpos de emergencia, acercando a los hospitales”.
Soriano, Paredes y Peña regresaron a casa sin heridas graves, pero con imágenes imborrables. Paredes recuerda la mezcla de alivio y agotamiento al ver a sus hijos después del servicio.
“No te pones como prioridad, pones como prioridad a las demás personas… cuando ya se baja la adrenalina, cuando ya empieza el dolor del cuerpo, hasta el momento no he llorado”, confesó.
Te recomendamos leer...
HCM
