La población de ballena gris (Eschrichtius robustus) se redujo en menos de la mitad en los últimos 10 años, al pasar de 27 mil a 13 mil ejemplares estimados este año, el número más bajo desde 1970. Por ello, científicos de México, Estados Unidos y Canadá instaron a la Comisión Ballenera Internacional a evaluar la situación de estos cetáceos que nacen y se reproducen en nuestro país y que migran hacia Ártico para alimentarse, donde el cambio climático ha provocado menor disponibilidad de comida, generando la actual crisis.
En marzo pasado, MILENIO publicó que la presencia de ballenas grises en sus santuarios en Guerrero Negro es la más baja en 30 años de monitoreo. Esta temporada solo llegaron 571 ballenas adultas, 42 por ciento menos que el promedio; además, el número de nacimientos cayó 88 por ciento: este año se registraron solo 69 crías nacidas en las lagunas Ojo de Liebre y San Ignacio, en comparación con el promedio histórico de 583 ballenatos.
Mientras que la cifra de ballenas grises muertas este 2025, tan solo en aguas del Pacífico mexicano, fue de 94 ejemplares; desde Baja California Sur hasta Alaska, la cifra ascendió a 158 ballenas muertas, con lo que sumaron 909 varamientos de ballenas grises muertas desde 2019 a la fecha.
A través de una carta abierta, los expertos James D. Darling de Pacific Wildlife Foundation, Jorge Urbán Ramírez, del Departamento Académico de Ciencias Marinas y Costeras de la Universidad Autónoma de Baja California Sur, y Steven L. Swartz, del Gray Whale Research in Mexico, externaron preocupación acerca del futuro de la ballena gris. Destacaron que, según sus investigaciones, la especie muestra señales de estrés extremo con mortalidades inusuales significativas, la reducción de su tasa reproductiva, aumento de desnutrición y cambios en sus comportamientos de alimentación.
Por ello, también llamaron a la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y a otras agencias pertinentes a reevaluar el estado de protección de estas ballenas grises del Pacífico Norte Oriental (ENP), especialmente considerando los cambios ambientales que afectan a sus presas y los desafíos que esto representa para su recuperación de su declive más reciente.
“Las cosas han cambiado dramáticamente en un corto periodo. La preocupación reciente por la población ENP de ballenas grises comenzó en el 2018, cuando investigadores en México notaron una disminución en el número de hembras con crías al año, un aumento en la proporción de ballenas que estaban ‘flacas’ y desnutridas, y un aumento en el número de ballenas varadas muertas en sus áreas invernales de reproducción y crianza en la Península de Baja California, México”.
Falta de alimento en el Ártico provoca actual crisis
En el documento, los científicos sostienen que la causa más probable de esta crisis es el cambio a gran escala del ecosistema de las zonas de alimentación subárticas y árticas, las cuales son críticas para la mayoría de la población de éstas ballenas grises; una investigación temprana sugirió una conexión entre el número de ballenas grises y los cambios en el hielo marino del Ártico.
“Investigaciones recientes indican que las ballenas se podrían estar encontrando con condiciones sin precedentes en el Ártico, debido al cambio climático que está impactando la disponibilidad anual de especies presa, forzando que la población se adapte a condiciones que no han experimentado antes”.
“En resumen, hoy, las ballenas grises se encuentran en un declive precipitado, con muertes significativas en toda su área de distribución, individuos “flacos” desnutridos y tasas de reproducción reducidas. El mejor análisis sugiere una disminución en la especie alimenticia crítica, resultado de cambios ecológicos a gran escala en las tradicionales zonas de alimentación veraniegas del Ártico. Sin suficiente comida durante el verano, las ballenas grises no tienen la energía de reserva necesaria para compensar el ayuno invernal y para reproducirse de manera exitosa”.

Ya estuvieron a punto de extinguirse
Los científicos resaltaron que las ballenas grises del Pacífico Norte estuvieron a punto de extinguirse debido a la caza comercial entre los años 1800 y principios de 1900. En 1946, recibieron protección contra la caza comercial por la Comisión Ballenera Internacional, por lo que, para mediados de la década de 1960, su población aumentó y continuó recuperándose durante las siguientes décadas.
De esa manera, se retiró de la lista de especies en peligro de extinción de la Ley de Especies en Peligro de Extinción de Estados Unidos y de la UICN a mediados de 1990.

“Esta población llegó a su pico histórico con un estimado de 27 mil ballenas en 1987-1988 y de nuevo en 2015-2016. Desde esta recuperación general, la ballena gris se ha considerado una especie común a lo largo de la costa oeste de Norteamérica y representaba poca preocupación para su conservación, hasta el declive reportado en años recientes”.
“Queremos enfatizar que las ballenas grises ENP son la única población viable restante de esta especie (y, de hecho, de toda la familia Mysiticete, Eschrichtiidae). Las bahías y lagunas costeras a lo largo de las costas del Pacífico de la Península de Baja California son las únicas áreas invernales de agregación, reproducción y crianza de la especie. Por lo cual, creemos, basados en la evidencia de los últimos años y con un grado racional de cautela, que esta especie debería ser considerada altamente vulnerable y justifica todo esfuerzo para protegerla”.
IYC