Al conmemorarse el pasado mes de enero un año más del Día Mundial contra la Lepra, enfermedad infecciosa curable que se consideraba controlada, resurgieron casos de este padecimiento que el año pasado abarcaron casi la mitad de los estados del país, pero que no han sido considerados una alerta para las autoridades sanitarias.
El tratamiento de la lepra es obligado en la política pública en materia de salud, además de que su existencia tiene mucha relación histórica con la política y los políticos.
Dicen que los seres humanos somos por naturaleza entes políticos, pero también virulentos y bacterianos y ahora que la lepra, enfermedad infecciosa que se pensaba ya controlada resurgió con casi 90 nuevos casos el año pasado, viene a cuento que San Lázaro inicia como leprosario y termina como un complejo en el que se alberga, entre otros, el Palacio Legislativo. Vaya antecedentes.
Ahora el lazareto no es para atender una enfermedad que llegó a ser mortal y se le ha combatido por más de 500 años. En su lugar se alzan los palacios Legislativo y de Justicia, además de viviendas e instalaciones comerciales.
El que más sobresale es el Palacio Legislativo de San Lázaro, en donde se cocinan actualmente las reformas constitucionales y leyes que, supuestamente, le deben dar al país justicia, libertad y legalidad, en lugar de que caiga en una enfermedad social.
Ante la mención de San Lázaro, la mayoría se remonta al Palacio Legislativo sin considerar sus antecedentes.
En la antigüedad, los leprosarios eran sinónimo de infortunio y desgracia para los que pasaban por sus puertas, de acuerdo con historiadores y registros bibliográficos, al ingresar a los lazaretos los pacientes eran despojados de sus bienes materiales y eran expuestos al desamparo total.
Hoy en día, a cientos de años de distancia, los diputados de San Lázaro no se dan cuenta que pisan el suelo que alguna vez le dio cabida a los leprosos y que ahora es alegoría de las propuestas de reforma del ejecutivo que entran al legislativo para ser discutidas.
La historia del leprosario de San Lázaro se remonta a su construcción en 1514 en que se autorizó la obra para recluir en él a los enfermos de lepra.
Este centro de reclusión para los afectados con la bacteria que provoca la lepra, se ubicó fuera de la ciudad porque la enfermedad se consideraba contagiosa e incurable.
Es así que surge con el nombre de “Hospital San Lázaro”, por ser el patrón de los leprosos.
Has de saber que yo estoy [lazarino] que tengo que abandonarlo todo, pasar los pocos días que me quedan en la tierra, lejos de cuanto he amado en el mundo, y morir en el solitario hospital de San Lázaro, en medio de los más agudos dolores y sufrimientos, cubierto de miseria y podredumbre. Así lo escribió Justo Sierra O’Reilly, quien vivió un año en el Hospital de San Lázaro, 1845.
El lazareto viene a cuenta, toda vez que a pesar de haber pasado más de 500 años del combate a esta enfermedad infecciosa que llegó a considerarse extinguida, ésta resurge y junto a virus mortales como el SARS-COV-2, reaparecen casos de lepra en el 2020 de los que se registraron 89 entre enero y octubre y uno más en este 2021 en Quintana Roo.
De acuerdo con el último reporte del Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica, 50 de los casos correspondieron a hombres y 39 a mujeres, en entidades como Sinaloa, Michoacán, Quintana Roo, Guanajuato, Coahuila y Baja California, y, finalmente, Aguascalientes, Oaxaca, Morelos y el Estado de México.
Ahora, las autoridades de salud llaman a la población a usar con mayor énfasis el cubrebocas, toda vez que no solo ayuda a evitar el covid-19, sino otras enfermedades contagiosas como influenza y lepra, que se transmiten por vía aérea.
ledz