Ciudad de México /
Los bandidos eran una pieza natural de ese orden. A veces el brazo armado de los “coroneles”, también un recurso de los gobernadores: servían para eliminar rivales, para acumular tierras. Prácticamente todos los jefes de bandas estaban afiliados a alguna de las familias importantes, y cuidaban su relación con la clase política local. Lampiâo, por ejemplo, era un producto de la rivalidad entre los Ferreira y los Saturnino, amigo personal del gobernador de Sergipe, Eronildes de Carvalho, y protegido del “coronel” Joâo Gonçalves de Sá, de Bahía. No eran empleados, podían escoger a sus enemigos, escogían sus guerras, y eso dejaba libres de responsabilidad a sus patrones ocasionales. Algunos hubo que fueron reclutados por el gobierno federal para combatir a la Columna de Prestes.
JOS