Lorenzo Rivera Sosa, el ex delegado de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) en Puebla, de niño soñaba con sentarse en una cabina, atarse los cinturones de seguridad y surcar los cielos como piloto aviador. Pero su madre le pidió que no lo cumpliera, porque “los aviones me dan mucho miedo, me vas a hacer sufrir mucho”.
“Entonces cuando llegó el momento lo pensé y lo dejé (…) Los papás nunca se equivocan, menos la mamá, creo que tienen un sexto sentido y tenía razón. Pues veme, aquí estoy. Uno luego escucha muchos accidentes, tantas cosas que se dan, que a lo mejor no son tantos, pero con uno, no lo acabas de contar. No me arrepiento”.
Pese a ello, asegura que se siente en las nubes, ya que reflejado en uno de sus hijos logró ese y muchos otros de sus anhelos.
“Uno de mis hijos sí estudió para piloto aviador comercial, el más grande, Lorenzo, él estudió y por ello tuve la oportunidad, por lo menos en una ocasión, de subirme cuando él ya piloteaba, así como que logré mi sueño ya en el hijo (…) Nunca le dije metete a estudiar esto, de repente un día me dijo, ‘Oye hay una escuela, si me ayudas le entró’, y se dio”.
Explica que lo mismo ocurrió con otras aspiraciones que tejió en su crecimiento, pues siempre consideró que en su familia era necesario que hubiera un abogado, un arquitecto y un doctor.
“Yo decía, ‘sería feliz si tuviera en casa un abogado’, porque en el perfil de su servidor de ser un pequeño empresario, siempre hace falta conocer cosas de leyes y demás para que no tengas fallas en la administración; o tener un arquitecto, porque siempre me gusta construir, siempre estando opinando y encontrar la forma de mejorar las condiciones de vida de todos. ‘Si tuviera un arquitecto sería feliz’, pensaba; y en el tema de salud tener un médico, y casi me salió, tengo un hijo abogado, un arquitecto y un administrador, que él me decía de broma, ‘yo no voy a ser doctor, voy a ser lo más sencillo, lo que es mi papá, administrador”.
Presume que fue el consentido de su abuela y que creció en una familia donde la base fue la unión, la misma que ha tratado de mantener y fomentar. “Siempre estamos juntos, que por cierto lo provocamos seguido, y esas platicas nos llenan”.
Cuenta que tiene seis hermanos, tres varones e igual número de mujeres, siendo él, el de en medio, de ahí su sorpresa porque fue el elegido por llevar el nombre de su padre cuando en esa época se lo ponían al primogénito.
Añade que le inculcó que la mejor inversión que se puede hacer es darles educación a los hijos. “No teníamos límites para buscar dónde estudiar”.
¿Cómo enamoró a su esposa?
“La conozco en la escuela, era una niña que a mí me gustaba, no me caía bien, pero me gustaba, porque era muy seria y por ello los acercamientos eran muy, como de no quiero verte, como de desprecio, y yo era muy bromista, y me dije, ‘la voy a molestar’, y en mis acercamientos casi huía. En una inscripción estábamos apuntando datos y ella no llevaba una pluma, entonces se acercó solicitando una pluma y me acerqué caballeroso y se la ofrecí: ‘Aquí tienes una pluma y además te la regalo’. Era una muy sencilla, una Bic. Me hizo cara de enojo, la ocupó y me la fue a regresar, pero le recordé que se la regalaba y ahí fue el inicio de poder platicar y conocernos. Nos hicimos novios en la preparatoria”.
¿A qué jugaba cuando era niño?
“Me gustaba jugar canicas, trompo y yoyo, era y sigue siendo lo que más me llamaba y lo tomaba por temporadas. Había temporada o época de canicas y entonces lo tomaba, hasta romper los pantalones por estarme agachando en la tierra”.
¿Qué le gusta hacer en sus ratos libres?
“Lo que más me gusta es estar en mi tierra, en mi rancho, el convivir con la naturaleza, el ver los bosques (…) Caminar en la naturaleza es lo que más me llena, el saborear el clima, los olores y ver lo impresionante que es la naturaleza cuando dejas de ir un tiempo, cómo estaba y cómo está cuando ves un bosque frondoso. Me gusta caminar mucho en el bosque”.
¿Hay algún deporte que le guste?
“El deporte que más me gusta es el básquetbol y el que más disfruto es el futbol, porque mis hijos son futboleros a morir. Cuando estamos en familia reunidos, con solo verlos cómo lo disfrutan, pues lo vives intensamente como si te gustara tanto (…) A veces los pico y molesto diciéndoles que puede ganar el equipo contrario aunque le voy al mismo, pero es una forma de convivir”.
¿Colecciona usted algo?
“No. Lo que más disfruto es ver cómo en las zonas boscosas se pueden ir mejorando. Esa es mi mayor distracción. Me gusta todo lo que tiene que ver con el campo”.
¿Qué música le gusta?
“De toda. Creo que hay para todo según el momento, pero me gusta la música que tiene que ver con nuestro país. Me gusta la música popular y tengo artistas preferidos, me gusta escuchar a Joan Sebastian, a Juan Gabriel, ‘El Buki’ y las bandas. Me gusta la música alegre, no sé bailar, pero me gusta hacerlo. No canto nada, pero al baile sí le entro”.
ARP