Ciudad de México /
Si Charles Fort, a quien se le considera un pseudocientífico, buscaba el origen de las lluvias de mantequilla, jugo de naranja y filetes (origen que tampoco los investigadores modernos nos han develado), la ciencia actual, rigurosa, bien podría lograr que lloviera café. No llegaremos a esa tierra prometida que mana leche y miel hasta que cada hombre, sin importar factores económicos, tenga acceso al alimento que es fruto no de lluvias extrañas, sino del conocimiento y la solidaridad humanos.