La isla de Janitzio cerró sus puertas, más bien, sus puertos, dejó que el turismo internacional viera de lejos la celebración más emblemática y representativa para esta comunidad de la ribera michoacana: decidió sacrificar su turismo y una vez más se confinó ante la pandemia de covid-19 durante las celebraciones por el Día de Muertos.
Los arcos anaranjados de flores de cempasúchil fueron colgados, las mesas con mole, charanda y cervezas fueron servidas, y las veladoras sobre las tumbas fueron encendidas; la fiesta continuó, pero solo para la comunidad, entre vecinos, en familia. La asamblea comunitaria decidió desde el pasado 28 de septiembre prohibir estrictamente el acceso a cualquier persona ajena a la isla.
La decisión se tradujo en dejar de recibir a 120 mil personas en un fin de semana y la razón no se puso a discusión: hasta septiembre, Pátzcuaro registró 4 mil 970 casos de covid-19 y 205 muertes, de las cuales 20 fueron en la isla.
A la distancia, las embarcaciones solo dieron la vuelta a la isla, apreciaron la celebración de lejos, las veladoras iluminaron el panteón comunitario, pero no hubo testigos de ello; tampoco hubo desmanes, pleitos, ni nadie que pudiera profanar la tradición.
Para Ophelia García, vocera de la cooperativa Muelle Pátzcuaro, las pérdidas económicas para las embarcaciones desde hace dos años han sido severas pero respeta la decisión de cerrar.
La opinión es compartida por el capitán del Puerto de Pátzcuaro, Román Bustos: “Nosotros no podemos prohibirles, espaldamos sus decisiones”.