En lugar de ser una alternativa de transporte, hoy en día las ciclovías del área metropolitana representan un peligro por la falta de mantenimiento en la infraestructura vial y los hábitos de los automovilistas.
En toda la metrópoli solo hay seis ciclovías confinadas, es decir, que se destinó un espacio exclusivo para ciclistas sobre los carriles ordinarios de circulación.
La plataforma MILENIO-Multimedios realizó un recorrido en el que se observaron situaciones de riesgo.
En San Nicolás, los postes alineadores que delimitan el carril exclusivo en avenida Múnich están por los suelos. Luego, la reparación de una fuga impidió el paso.
Al llegar al cruce con avenida Nogalar, el camino se acortó a un carril, por lo que vehículos invaden la ciclovía, al igual que los camiones de carga pesada.
En el trayecto, las ramas de los árboles y el pavimento en mal estado ponen en peligro al ciclista. Además no hay un señalamiento que advierta la salida constante de tráileres de la planta de Ternium.
Para el tramo de avenida San Nicolás no hay seguridad para el ciclista, pero la situación empeora al cruzar Juan Pablo II, ya que en ese punto los automóviles se estacionan sobre la ciclovía.
Ya en San Pedro, la Vía Libre ha sido polémica desde que se implementó, por el rechazo de quienes habitan frente al carril exclusivo.
Aunque la infraestructura es ideal y tiene señalamientos en la mayoría de las intersecciones, los automovilistas ignoran la exclusividad. Otro ejemplo fue un chofer de aplicación digital que se detuvo sobre la ciclovía para que descendieran los pasajeros. Vía Libre fue donde hubo más ciclistas.
Mientras tanto en Escobedo, a raíz de la pandemia se implementó una ciclovía emergente, la cual ha sido criticada por colectivos, ya que no está ubicada sobre los carriles laterales.
