Fidel Castro salió de Cuba el 7 de julio de 1955 en el vuelo 566 de Mexicana de Aviación. Su hermana Lidia había tenido que vender su refrigerador para darle un poco de dinero para el viaje. Llevaba puesto un traje gris y unos lentes oscuros, y tenía en la mano una maleta de cuero con un cambio de ropa, algunos libros y una visa de turista. Era todo lo que poseía en el mundo. En la escalerilla del avión le dio un beso a su hijo Fidelito. Esa tarde aterrizó en el aeropuerto de Mérida, procedente de La Habana. "Los aeropuertos eran muy sencillos en ese tiempo", habría de recordar. "Tenían puestos con gente que vendía camarones". Los vio nada más, sin poderlos disfrutar. Tomó después otro avión hacia el puerto de Veracruz, ya que no tenía suficiente dinero para pagar el boleto directo hasta la Ciudad de México. Estaba desconsolado. "Difícil explicarles cuán amargo ha sido para mi persona el paso necesario y útil de salir de Cuba", escribió.
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