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De la docencia al activismo Norma Andrade, ejemplo de tenacidad

El pasado 8 de marzo recibió el Premio Hermila Galindo por su trayectoria en busca de justicia.

A Norma Andrade se le conoce por su tenacidad en busca de justicia para su hija menor Lilia Alejandra García, quien fue secuestrada y asesinada en 2001.

Es una de las madres que se ha vuelto experta en la investigación judicial, ante la inoperancia de un sistema de justicia. Ella ha contado con cinco ministerios públicos en su andar contra la impunidad.

La ausencia de justicia la llevó a la organización. Al lado de Marisela Ortiz, exiliada en Estados Unidos desde 2010 por las amenazas que recibió, fundó Nuestras Hijas de Regreso a Casa, agrupación que busca a las mujeres desaparecidas en Chihuahua.

—Lucía Lagunes Huerta (LLH): ¿Cómo definirías a Norma Andrade?

—Norma Andrade (NA): Es primero que nada un ser con sentimientos y cualidades, defectos, sueños en la vida, pero también madre y abuela. Con ilusiones de ver a sus hijos realizados, todo unos profesionistas. Una mujer con deseos de realizarse como persona. Y con un genio de los mil demonios.

—LLH: ¿Qué sueña Norma Andrade?

—NA: Quiero volver a mi profesión; siempre soñé con ser maestra desde niña. Es algo que logré alcanzar, pero quiero más dentro de mi profesión, como cualquier maestra; cuando tienes la semilla de un niño en primer año, que está germinando en la educación, el llegarlo a ver como profesional es un orgullo para nosotros, pero como maestro queremos realizarnos y tener logros.

–LLH: ¿Qué le pasó a Ciudad Juárez?

–NA: No sé si tenga que ver con el desarrollo de la maquila, pero no hay arraigo a la comunidad. Cuando era pequeña todas éramos de ahí, nos conocíamos. Había baile y todos nos juntábamos. Si alguien se metía a lastimar a alguien, todos nos metíamos a defenderlo, sabíamos quién era quién. Ahora no.

“Ya había violencia contra las mujeres y droga también, pero aún así íbamos a los bailes y nos salíamos a las seis de la mañana y de ahí a la maquila.

“Yo recuerdo que cuando trabajaba y estudiaba, cuando estaba en la prepa en los años 70, salía a las tres de la mañana. Llegaba al monumento a Benito Juárez, me acostaba en el zacate a hacer tarea, me vencía el sueño y me quedaba dormida. Pasaban los compañeros, me despertaban para irme a la escuela y jamás me pasó nada.

“En 2008 yo no me sentaba aunque me pagaran en el monumento (a Benito Juárez), que es donde se nos han perdido muchas jóvenes de la misma preparatoria”.

—LLH: ¿Qué pasaba en tu vida cuando se inicia la denuncia del feminicidio en Juárez?

—NA: Yo no sabía nada de eso. En la década de los 90 yo estaba estudiando para maestra y trabajaba en un ejido: Villa Ahumada (a 134 kilómetros de Ciudad Juárez).

“En un parador (parada de autobús foráneo), una de las señoras me hace la plática y me pregunta que de dónde venía, y le dije que de Juárez. Ella me dice: ‘¿De dónde están matando mujeres?’. Yo le digo: ‘Ay no, no es cierto, es más lo que se exagera’. Yo fui una de las que lo negué.

BARRIO, “UN MISÓGINO”

“Francisco Barrio fue un héroe de barro, un misógino, pues acusó a las mujeres de que porque se vestían de tal manera las asesinaban. (Arturo) González Rascón, el (entonces) procurador, dijo que ‘las buenas en la casa y las malas en la calle’. Perdón, entonces todas éramos malas porque en Juárez la fuerza laboral son las mujeres”.

—LLH: ¿Lo sentían exagerado?

—NA: No solo exagerado, no nos sentíamos vulnerables, porque en ese entonces decían (las autoridades) que eran mujeres que andaban en los bares, en los bailes, que se dedicaban a la prostitución. Entonces a mis hijas no les iba a pasar; te generan un círculo de mujeres a quienes supuestamente les estaba pasando (asesinando y desapareciendo).

“Después, ya con conciencia, lo cuestiono: ¿cómo que por ir al baile pueden matarlas, por ejercer la prostitución? Esas eran las palabras de los mismos gobernantes, era lo que declaraban. La mujer tiene el derecho a la vida, a no querer tener sexo con una persona y no por eso la van a matar.

“Sin embargo, ésas eran las justificaciones y que nadie cuestionaba precisamente por esa cultura machista que había y hay en la ciudad. Hasta la fecha, cuando desaparecen nuestras hijas es lo que nos dicen, nos cuestionan que dónde estaba, o es que estaba (la mamá) tan encima de ella que lo que quería (la hija) era libertad. Dicen que por eso se fue. Todo el tiempo la culpa es de la mamá.

“La misma cultura machista no se cuestiona, aunado a lo que declaraban los gobernantes y lo que no se decía, pues la gente no estaba informada. Incluso en 2001 cuando se me pierde Alejandra y es privada de la libertad, aún allí ni por la cabeza me pasaba lo que estaba pasando (el feminicidio).

“Finalmente la encontramos y empiezo a ir todos los días a leer el expediente, a ver qué llevaban, queriendo encontrar respuestas”.

—LLH: Las mamás son expertas peritas…

—NA: Nos han obligado a convertirnos en ello y a diario trato con las personas que tienen experiencia, por ejemplo la doctora Monarrez, las antropólogas (forenses argentinas). Hasta las claves de ellos nos hemos aprendido; cuando dicen un “X10” ya sabemos que están afuera del domicilio de alguna de las víctimas.

—LLH: ¿Cómo viven tus nietas tu activismo?

—NA: Ahora que tengo a mi nieta enferma y que en sus crisis me dice: “¿Por qué te volviste activista?”, yo le digo: “Mi amor, no me volví, me volvieron”.

“Hace como dos meses mi nieta tuvo una crisis muy fuerte; me reclamaba por qué demonios te tuviste que volver activista, por qué tenías que juntarte con esas mamás, e ir a las marchas y todo eso.

“En el momento de su crisis yo le dije: ‘Mire mi niña, soy una madre exigiendo al asesino de su madre en la cárcel; a lo mejor ahora dicen que soy derechohumanista porque apoyo a otras a pelear por sus derechos, pero si usted me pide que ya no lo haga, lo voy a dejar de hacer, por usted. Ya no voy a pedir ni exigirle al gobierno que el asesino de su mamá esté en la cárcel.

“La niña no me dijo nada en el momento porque se quedó dormida por la droga. Cuando despierta como a las dos horas me lo dice: ‘Mamá, yo quiero al asesino de mi mamá en la cárcel; si tú te callas, mi hermano y yo vamos a seguir’. El hermano me dice lo mismo: ‘Adelante, yo voy a cuidar a mi hermanita’”.

—LLH: ¿Cuál es tu deseo de justicia?

—NA: Lo que más deseo es el castigo a los asesinos de mi hija y a los funcionarios que encubrieron a quienes la asesinaron. Yo no voy a parar hasta ver a al asesino de Alejandra en la cárcel.

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