Algunos sectores de la sociedad comienzan a desarrollar miedo, sentido de extremo cuidado, inclusive pánico al cubrirse con protectores la cara e incluso usar guantes para evitar el contagio del coronavirus durante su rutina diaria de uso del transporte público.
Una pareja en el Metro comentó que están extremando, desde hace unos días, las precauciones dado a que el virus se transmite por las vías aéreas, es decir, al toser y al estornudar, lo que deriva a que las micro-particulas se esparzan, se queden en tubos y asientos, contaminen manos y a su vez los ojos, boca y nariz al tocarse.
Lorena Rodríguez Bores, secretaria Técnica del Consejo Nacional de Salud Mental (Consame), explicó que México después de vivir el A/H1N1, terremotos y siniestros, una contingencia epidemiológica puede causar miedo y ansiedad, emociones que se producen en el cerebro cuando se experimenta una amenaza.
“Utilizamos el término de ansiedad generalmente cuando esta amenaza o este peligro no es identificable; en cambio, utilizamos el término de miedo cuando esta amenaza o este peligro es identificable, podemos nosotros decir: esto es lo que me está generando el miedo.“En este caso estamos hablando que el enfrentarnos a una epidemia, por supuesto que esto va a generar en todos, porque es una emoción normal y reactiva, nos puede genera miedo”, precisó la especialista en salud mental.
A nivel fisiológico, por ejemplo, el miedo o ansiedad se manifiesta con sudor, frecuencia cardiaca en aumento, tensión arterial.
En lo cognitivo, abundó, se refleja a nivel de los pensamientos: pensar en ese peligro que nos amenaza, y la respuesta emocional se puede acompañar, dijo, de otras emociones, por ejemplo, frustración, o tristeza, etcétera, ira, enojo. Un comportamiento de huir, de parálisis, de supervisión.
“Hablamos de pánico cuando esta emoción de ansiedad o miedo es extrema y obviamente se va a manifestar en respuestas fisiológicas, cognitivas, emocionales y conductuales de forma extrema o de forma excesiva y esto nos puede poner en riesgo para nuestra salud.“Por otro lado, el estrés agudo ya estaríamos hablando que es esta respuesta coordinada y que se puede sostener durante varios días, si es que la amenaza aparece varios días, pero que se puede agotar una vez que este estímulo o este peligro se retira y entonces el organismo regresan a la normalidad”, aclaró.
El miedo es una reacción normal ante una situación anormal, “si nos enfrentamos a una epidemia, a un sismo, a un desastre natural, estamos hablando de que esas son situaciones anormales” y el “pánico es la forma extrema, excesiva del miedo” y se puede “asociar con otras emociones y respuestas desproporcionadas y pueden ser descontroladas. En el caso del miedo, el miedo nos moviliza a tomar precauciones.
“Tomar precauciones es normal, está bien, nos ayuda justamente a protegernos y estas pueden ser realizar las acciones saludables, aplicar las medidas de higiene y las medidas preventivas que están recomendadas, a seguir las indicaciones de las autoridades sanitarias, a buscar información verificada y sobre todo a comunicar de forma asertiva lo que uno está percibiendo.“En cambio y en contraste, el pánico nos lleva a situaciones de riesgo, puede ser desde conductas de aislamiento y no pedir ayuda hasta todo lo contrario, tener conductas agresivas tanto a uno mismo como a otras personas”.
Además “empiezan a tener una vigilancia obsesiva sobre sus síntomas, es decir, algo que antes experimentaban sin ponerle atención, empiezan a ponerle demasiada atención y empiezan a generar también en sus pensamientos desenlaces catastróficos.
“También pueden llevarnos a consumo de sustancias, a consumir más tabaco, más alcohol o inclusive algunas sustancias psicoactivas que nos lleven a mayores riesgos o automedicarnos o inclusive a tomar más medicamentos que no estén indicados”.
Las conductas del pánico, aseveró, pueden llevar a realizar gastos innecesarios o excesivos: comprar grandes cantidades de insumos que se recomiendan, comprometiendo la parte financiera y a conductas de sobre información, es decir, búsquedas obsesivas de información no verificada o sensacionalista.
Lo recomendable es detectar lo que es controlable y real, tener buenos hábitos al dormir, es decir, tener horarios fijos, evitar distractores como el celular, evitar algunos estimulantes, cafeína, etcétera, y son medidas que les llamamos higiene del sueño. Hacer ejercicios de respiración profunda y pedir ayuda a los servicios de salud.
AE