Hace 30 años, Heladio Flores Cruz decidió dejar a un lado las llaves de la lucha libre profesional para tomar en sus manos las llaves fijas, mixtas, combinables, graduables, stillson y pericos. Determinó dedicarse de lleno a la plomería y puso en práctica las enseñanzas de su hermano y de lo cual hoy se siente orgulloso, pues le ha permitido tener un sustento y forma de vida para sacar adelante a su familia.
Actualmente, a sus 61 años, narra que en la adolescencia inició la práctica del deporte del pancracio bajo la formación de Círculo Negro, lo que le permitió llegar a los 17 años al profesionalismo. En 1977 debutó como el Conde de Montecristo y en 1980 se convirtió en la Sombra Poblana. Así enmascarado recorrió casi todo el país y pudo luchar en los Estados Unidos, “y a los 32 años volví a empezar en la plomería”.
Explica que dejó su trayectoria deportiva porque se casó: “Pensé que de la lucha no iba a poder vivir toda la vida. Al conocer a mi esposa determiné por retirarme”. Detalla que durante 25 años laboró al lado de su hermano en diversas obras y desde hace un lustro solo reparaciones domésticas.
Como cada 11 de marzo, celebrará el Día Mundial del Plomero con trabajo, pues cuenta que salvo hace unos años cuando en una ferretería les celebraban con comidas y regalos, él poca atención le da a esta fecha por sus compromisos laborales.
Ahora se define como un técnico, porque su labor va más allá de ensamblar tubos y conectar artefactos sanitarios, ya que debe estudiar para ser un experto en las diversas posibilidades que le ofrece la gran variedad de equipos que existen, con el fin de generar habilidades y destrezas para aprovechar toda su funcionabilidad y estética.
Su postura contrasta con sus inicios como luchador donde era un fiero rudo, lo que dejó al poco tiempo:
“No sé por qué a la gente le caía bien y el promotor me dijo que me volviera técnico, y, obviamente, le caía mejor a la gente”.

Ya retirado como gladiador se siente agradecido con su deporte, “al cual no le debo ni me debe porque gracias a Dios estoy bien y nunca sufrí una lesión grave”. Antes del retiro tuvo que revelar su identidad ya que perdió su tapa con el Halcón Negro. Esto ocurrió en la extinta Pista Revolución:
“A nivel profesional todos fueron mis enemigos porque arriba de un ring nadie es enemigo pequeño, todos saben luchar, como hoy en el trabajo, no hay trabajo pequeño, todos deben ser bien hechos”.
Si en la actualidad ninguna labor como fontanero es su preferida, sí lo fue la llave “Hurracarrana” arriba del ring. Señala que se prepara en la plomería, ya que ésta evoluciona y muestra de ello son los materiales que se emplean en las tuberías: “Actualmente se usan el cobre, PVC y Novo plus, y de todos he tomado cursos”.
Aunque a él, como al resto de las personas, le ha disminuido un poco el trabajo se siente afortunado porque sigue con su oficio. Comenta que le ha tocado reparar lo que los jefes de familia trataron de reparar. “Sí. Me encuentro con que ya le cortaron el tubo, cuando no había necesidad, y otros detalles (…) pero todo lo solucionamos”.
Resalta que en su desempeño laboral le contactan más amas de casa que los maridos. “En cinco años que llevo trabajando solo creo que me he arreglado como con tres señores, todo ha sido con las señoras y aunque esté el señor me dice, ‘ahí arréglate con mi señora’. Y sabe, es menos complicado”.
Por último, dice que le gusta hacer todo lo que le pidan, “porque a mi trabajo me gusta ponerle todo mi amor. Yo a mi trabajo le tengo mucho amor porque es el que me da de comer, lo que sea para mí no es difícil porque gracias a Dios (para atender todo) tengo mi herramienta”.
mpl