La conmemoración de Independencia en Jalisco fue la última que encabezó Aristóteles Sandoval, dentro de Palacio de Gobierno el lujo y los vestidos largos con cena a la luz de las velas; afuera, el guateque a todo lo que daba, señoras con rebozo y hombres de bigote y sombrero, niños disfrazados de Hidalgo, Morelos y Chinas Poblanas haciendo escándalo a placer con trompetas y tambores.
Debido a que las obras de la Línea 3 de Tren Ligero alrededor de la Catedral y la Plaza de Armas no han sido concluidas, este espacio del centro de la ciudad ofreció un escenario en el que de pronto uno podría pensar que en realidad se encontraba en 1910 cuando el Cura Hidalgo convocó a la multitud en la Alhóndiga de Granaditas.
La majestuosidad de la arquitectura de Guadalajara iluminada de verde, blanco y rojo fue utilizada como el fondo ideal para las selfies y el retrato del recuerdo que seguramente ya estarán inundando las redes a través de Twitter y Facebook.
Como extraña cosa, en la Plaza Liberación nadie se acordó de la escultura de Miguel Hidalgo, esta lució desolada y ni un adorno le pusieron, pero en esa misma explanada se podía apreciar algunos grupos de extranjeros que en esta ocasión vinieron como extraños amigos para empaparse de la celebración más mexicana, para probar los tacos, los buñuelos, el algodón de azúcar los elotes, papas fritas y alfajores; no faltaron los "malinchistas" que prefirieron la hamburguesa y el hotdog.
Pasadas las 22:00 horas el mandatario jalisciense se asomó al balcón y saludó a los cientos de personas que acudieron a celebrar la independencia de México. Aunque el audio era débil y la voz del gobernador apenas se apreciaba fuera de la Plaza de Armas, los jaliscienses gritaron cada viva y se asombraron con los fuegos artificiales.
Quizá la fiesta patria ya no es como la de hace una década cuando todas las plazas del centro de la ciudad rebosaban de gente, la cantidad de comercios también se redujo de manera considerable, pero el evento no deja de ser la celebración de todos, en la que no importa si portan una playera de las Chivas el Atlas o el odiado rival de la capital, pues todos somos mexicanos y esa es la razón de ser de esta noche, de esta fiesta y de ese extraño orgullo que hace la piel enchinar cuando retumba el ¡Viva México! en los pulmones.