Este 8 de marzo, las integrantes de agrupaciones femeninas de la policía de la Ciudad de México acudieron al llamado para cumplir con su labor durante la marcha por el Día Internacional de la Mujer. Desde muy temprano, cada contingente se ubicó en un área correspondiente, portando gorra, casco, escudo y algunas cargando un extintor en la espalda.
Con buen ánimo pero con preocupación, estaban listas para hacer su trabajo. Cerca de las 14:00 horas salieron acompañando al contingente de manifestantes, pero al pasar por Avenida Juárez fueron insultadas por las feministas.
No obstante, como la instrucción dada fue sólo proteger, continuaron su recorrido; sin embargo, frente a Bellas Artes, con martillos y tubos las manifestantes rompieron los cristales, tablas y pintaron todo, incluso jalaron los cables del equipo de los medios de comunicación; pero como las agresiones no subieron de tono, la intervención no fue necesaria.
Fue en la calle 5 de Mayo donde una mujer embozada con capucha y mechas amarillas comenzó a rociar cloro a las policías, ahí, una oficial intentó alcanzarla para despojarla del atomizador con cloro, pero la joven se abrió paso entre la multitud y escapó, en tanto fue cuestión de minutos para que el uniforme de varias de las policías comenzara a decolorarse.
Así, al inicio de la marcha, la protesta parecía más tranquila que la del 8 de marzo del año pasado, cuando los destrozos fueron abundantes desde el principio. En esta ocasión el grupo de policías mujeres de la Zona Oriente, que asistieron a apoyar a las Ateneas aseguraban "hoy las chavas están muy tranquilas" hasta ese momento los insultos verbales, el cloro en su ropa y las pintas en sus escudos eran las pocas agresiones de las que eran víctimas.
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Pero todo cambió de forma muy rápida cuando las manifestantes llegaron al muro instalado frente a Palacio Nacional, comenzaron los intentos por derrumbar las vallas y las policías intervinieron.
Las inconformes lograban quitar las mayas de algunas partes del muro y las Ateneas se pusieron frente a este para evitarlo, molestas por el acto las protestantes las agredieron de nuevo pero de forma directa, golpearon e incendiaron los escudos de las policías, pintaron sus cascos e incluso levantaron las caretas de éstas para pintarles la cara con pinturas en aerosol.
Por si esto no fuera poco también les prendieron fuego a sus escudos mientras las policías aún los portaban, las agresiones continuaron, y para hacer que las manifestantes retrocedieran, comenzaron a rociar los extintores.
En otras acciones grupos de mujeres de negro lograron someter a policías, las tiraron y patearon en el suelo dejando un saldo de 62 mujeres policías lesionadas y 19 civiles.
Una de las policías, de quien se desconoce el nombre, se puso frente a sus compañeras y sin más equipo que un casco, las protegió de quienes las agredían con martillos, tubos y fuego.
Su intervención no fue suficiente, pues más adelante las embozadas lograron jalar a una de las oficiales, a tirones y mientras otras la pateaban, le arrebataron el escudo y el casco, luego continuaron pegándole en el suelo hasta que el grupo Marabunta intervino y logró separarlas.
Las mujeres policías continuaron frente al muro de Palacio Nacional alejando a las manifestantes que no cesaban en su intento por tirar la valla. Ocasionalmente esparcieron los extintores para defenderse, pues aunque fueron increpadas directamente por las feministas hasta ese momento no contestaron ninguna de las provocaciones.
Finalmente su orden cambió y dejaron el muro de Palacio Nacional y se replegaron a la calle 5 de Mayo en espera de la llegada de más contingentes.
