Comunidad

El coronavirus, un ‘tsunami’ que trastocó la forma de vivir

La pandemia, a 365 días

Los hábitos y las costumbres cambiaron para la mayoría de los regiomontanosf

Cierre los ojos y solo imagine: gente confinada en sus casas como en un país en guerra, que dejaron de saludarse, abrazarse y visitarse; escuelas sin clases, sin vida; plazas, parques y juegos infantiles desolados; cines y comercios a punto de agonizar, otros ya cerrados; estadios vacíos y hospitales que lucieron a reventar, gente con el corazón partido y con casi 10 mil muertes…

Ábralos y ya no lo imagine, pues esta tétrica postal parecida más a una película de terror fue real y sigue sucediendo en Nuevo León desde hace 365 días de furia por una guerra sin tregua, ante la pandemia global por el covid-19 que azota al mundo y que en el estado hoy cumple un año.

Ha sido vivir o sobrevivir, trabajar, practicar ejercicio, tomar clases, cumplir años, escuchar la misa, llorar, reír, jugar, vacacionar, devorar series de TV y graduarse en casa o muriendo en ella. Y hasta nuevo verbo se creó: sanitizar la oficina, el auto, la ropa, los zapatos, las paradas del camión, los taxis. Todo.

El desgaste mental, la alteración de horarios, el cambio de hábitos, la psicosis y el miedo, en muchos casos, se han mezclado como tsunami dentro de casa y fuera de ella todo este tiempo.

El uso de cubrebocas y traer consigo gel antibacterial se convirtieron en las llaves de la casa o la cartera que hay que llevar siempre, pero en forma obligada y de regreso a casa, dejar los zapatos fuera de ella y poner la ropa en una bolsa cerrada.

Como en cualquier ciudad del mundo, miles de nuevoleoneses han experimentado un año recluidos, muchos de ellos, en jornadas de irritación y de estados alterados en un encierro, que muchos ya dejaron y que otros continúan hasta hoy, todo un año encerrados, sin ir a la tienda, sin ir a restaurantes, sin ir de paseo, sin ir con sus seres queridos.

Pero hay quienes intentaron seguir una nueva normalidad, yendo al súper, acudiendo a trabajar, abordar el camión y regresar a casa; para otros más, se han vuelto días de angustia y tragedia por la muerte de algún familiar, pese a los cuidados o sin ellos, y hubo los que nunca creyeron que existiera: el virus viajando a la playa, haciendo rutinas en el gym o yéndose de fiesta.

La plática de sobremesa sobre este virus contagioso se combina con un olor a delicioso guisado, pero también a hedor a hospital y cloro, al mismo tiempo… en nuestra propia casa.

Los salones sin alma estudiantil, pasillos sin pulso y escuelas a punto de fenecer contrastan con los hospitales que lucen con mascarilla; consultorios, muchos de ellos, saturados o que lo estuvieron, y laboratorios que lucieron repletos de enfermos covid.

Nuevo León le bajó al switch y sus habitantes han experimentado todo tipo de cierres o reaperturas: tiendas, supermercados, cines, iglesias, estadios, salones de fiestas y casinos. En otros negocios, el switch ya nunca fue levantado.

El confinamiento para los peques y los adultos mayores, en muchos de los casos, ha sido total, la falta de contacto con amigos o familiares la han suplido con la comunicación digital o por video a través de videollamada, Zoom o redes sociales para no sentirse vacíos o con el corazón a medio vivir.


La oficina quedó para una gran parte de la raza jaladora del área metropolitana de Monterrey muy cerca, quizás, solo cambiando de habitación.

La escuela o la universidad, también. La tropa de alumnos ya no necesitó de uniforme, peinarse un poco o ni siquiera eso y dar clic a la laptop, compu o tablet en otra recámara o sala comedor para camuflajarse como salón de clases a distancia.

No ha bastado encender la televisión para ver a una experta prodigio en mover el tablero del ajedrez, a un astuto y sagaz cleptómano francés o preadolescentes cometiendo cosas extrañas vía streaming para olvidarse un poco de que existe la pandemia.

Hay otros que prefieren estar informados con los tips de cuidados e higiene sanitaria y de cifras de contagios o la llegada de las vacunas a la ciudad por parte de Manuel de la O Cavazos, secretario de Salud en el Estado.

La pandemia trajo algunas alternativas positivas: el colapso vial al que estaban acostumbrados sus habitantes se esfumó casi todo el año, las avenidas y calles dieron un respiro y descanso que no se veía desde hace años, pero que volvió a la vida desde este mes ante la eliminación de restricciones.

El ritual semanal de una carnita asada se disparó con mayor frecuencia y no solo con los partidos de Rayados y Tigres o el Super Bowl y Los Sultanes, sino como pretexto para convivir en familia e intentar olvidarse de nuevo de este bicho que sigue matando.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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