La música suena tras puertas de madera, que al moverse simulan una escena de película del viejo oeste. Alguien las abre de par en par y todo se frena, la melodía se escucha mientras se denota un panorama desolado en algunas de las cantinas más conocidas de la capital de Hidalgo, aquellos espacios que nunca duermen y se encuentran llenos de vida ahora se limitan a albergar a un par de sus fieles parroquianos.
El fin de semana está cercano, incluso el viento de Pachuca parece anunciar que se avecina el tiempo en que todos solían llegar a estos espacios para degustar una cerveza o un trago de alcohol, aunque el viento poco a poco intensifica su fuerza conforme avanza la tarde como una especie de llamado a los habitantes, no todas las personas en las calles le dan importancia, pues se enfocan en otras circunstancias, la pandemia generada por el llamado "coronavirus".
Aunque se han dado indicaciones de mantenerse en casa y salir lo menos posible para no exponerse a un posible contagio, no parece que sea así en las calles de la Bella Airosa, pero la actividad en algunos sitios ha disminuido, pues las cantinas no son las únicas que ven mermada su clientela, los bares que rodean el primer cuadro de la ciudad también perciben muy baja afluencia de visitantes, cuando antes de esta emergencia sanitaria en una tarde de jueves ya albergaban a muchas personas.
No hay "Ley seca" en ningún espacio, todos permanecen abiertos para ofertar sus productos, afuera de los establecimientos acompañando la música se han colocado letreros que indican las promociones: 2x1 en cervezas nacionales, litros de cerveza a menos de 50 pesos, tragos y cocteles preparados dos por menos de 50 pesos, incluso algunos tragos o cervezas por sólo 15 pesos, menos de lo que cuesta un taco, pero no hay afluencia en estos lugares.
Algunos argumentan que es la hora y el día, pero saben bien que es porque algunas personas han preferido evitar estos espacios debido a la aglomeración de gente en lugares cerrados, cómo culparlos pues algunas de las cantinas y bares de Pachuca no son amplias y cuentan con medidas de higiene muy bajas, por lo que prefieren evitar este tipo de establecimientos.
Benjamín Franklin solía decir: "la existencia de la cerveza es la prueba más grande de que Dios nos ama", pero al ver el vacío que mantienen estos monumentos a las bebidas alcohólicas, hace que nos preguntemos si en momentos de necesidad las deidades nos han abandonado, pues aunque decenas de personas pasan frente a ellos sólo dan una pequeña mirada a sus interiores para seguir caminando, fluyendo con el viento y raspando el pavimento bajo sus pies; no hay "Ley seca", no hay desabasto, solo desinterés.
No más de dos personas se encuentran en estos establecimientos de expendio del elixir de los dioses, el ruido de fondo se limita a la música, cuando antes esta pasaba a segundo plano debido al barullo que siempre está presente por los grupos de personas que acuden al ritual que denominado "pistear", pues hasta cierto punto se extraña, pues la música de fondo es el único acompañante al levantar un tarro de cerveza, los únicos que te acompañan para decir salud son personajes que no ves pero están presentes con sus acordes.
Letras desgarradas a través de una bocina son las respuestas a preguntas que ya nadie hace en las mesas de los bares y cantinas, pues la gente está ausente, no hay Ley seca oficial pero los habitantes se han autoimpuesto la misma al evitar estos lugares de gran afluencia, "me podrá matar el alcohol pero no el coronavirus", mencionó una mujer mientras daba un fuerte trago a su cerveza de un litro.
Mientras seguía la letra de las canciones, poco a poco el líquido de su tarro improvisado de una "patona" de Bacardi Blanco mostraba un decremento, su rizos se movían al ritmo de la música, no pasaba desapercibida por nadie, pues incluso aquellos que sólo pasaban por fuera la veían como un "bicho raro" disfrutando de unas horas en un bar, algo que cualquier otro jueves hubiera sido envidiable ahora parece extraño.
Los carros y unidades de transporte público pasan con gran cantidad de pasajeros, pero los bares están desiertos, no hay gente, parece que han encontrado el sentido común ante una pandemia llamada "coronavirus", pero aún hay algunos fieles que reconocen que una cerveza al día mantiene al doctor a raya, pero cuánto tardará el regalo más grande de Dios, según Benjamín Franklin, en reclamar a sus fieles y readquirir su influencia en cada uno de los habitantes de la capital hidalguense.