Comunidad

"¡Cuidado! Está entrando en zona de contagio" Crónica de la CdMx en época de covid-19

Ciudad Covid (II)

Esta pandemia no tiene un después. Esta pandemia y el machismo son las grandes pandemias. Esta pandemia, al igual que el machismo, mata.

Querida Ciudad Chilango, alias Ciudad Covid:

Te escribo a sabiendas de que segundas partes nunca funcionan y a sabiendas de que es el trabajo, el pago de la renta, la crisis que se viene, lo que me saca del departamento y me impone a pedalear y a pedalear por tus calles de colores violentos.

Ahora me dirijo a La Merced, un barrio que bien conocí en la adolescencia, cuando acompañaba a mi madre a comprar la mercancía que (re)vendíamos en la tienda que tuvimos en El Arenal, una colonia al oriente y a la que llegamos a vivir en los años setentas, cuando todo era lodo y mierda y uno juraba que la Tierra era plana. Y en eso vengo pensando cuando paso frente al mercado de dulces, en la esquina de Ramón Corona, y me encuentro con una decena de letreros de un amarillo rabioso que me obligan a dejar de pedalear. Los letreros cuelgan de las telarañas tejidas a los postes de luz y dicen, con mayúsculas en negro:

¡CUIDADO!

ESTÁ USTED ENTRANDO

EN ZONA DE CONTAGIO


y yo pienso que la he cagado, que ha sido una mala idea haber salido para escribirte esta carta. Entonces me le acerco a un policía de corta estatura y de amplia flojera, y le pregunto en qué momento de la pandemia el virus mordió a La Merced. El policía se quita el cubrebocas que algún día fue blanco y me dice que hace apenas unas horas se anunciaron 89 zonas de riesgo y que la bendita Merced es una de ellas, y con zonas de riesgo se refiere a lugares en los que el chilangue no ha dejado de moverse, ya sea por necesidad, que es mucha, o por franco valemadrismo, del que hay un chingo. "¿Subieron los delitos?", le pregunto. "Nomás adentro de las casas", me dice y a mí me da escalofrío el solo escucharlo (las cifras, querida, dicen que aumentaste un 70 por ciento la violencia doméstica y que el 911 no deja de sonar: dos mil 500 llamadas al día donde las mujeres piden ayuda o solicitan refugio).

Mercado de La Merced.
Mercado de La Merced. |Nelly Salas

Vuelvo a los letreros:

UTILICE GEL ANTIBACTERIAL

GUARDE SU DISTANCIA Y NO TOQUE NADA

pero ni en Manzanares, ni en Jesús María, ni en Roldán, ni en Topacio, mucho menos en Corregidora, se utiliza el gel, se conserva la sana distancia o se deja de tocar. Es como si acá el tiempo se moviera diferente. Como si los ambulantes y quienes les compran, como si los depredadores sexuales y los malandros que por aquí rondan, creyeran tener algún tipo de inmunidad frente al virus, esa misma inmunidad que jura poseer el joven que barre el callejón de la Soledad y que me perjura que nunca, ni de gripe, se ha enfermado. “Tenemos bacterias que nadie más tiene”. El lugar común del saber mexicano, “de algo nos hemos de morir”, saber al que le escucho a tres vendedores de Mixcalco toma otro significado cuando una prostituta, parada en Misioneros y Circunvalación, me dice que ella no se quiere morir, pero el cabrón que la explota y la esclaviza la obliga a trabajar. "Mis amigas no salen, no se quieren contagiar", me dice/se queja y yo pienso en Ricardo Salinas Pliego, ese otro tipo de tratante que acorrala a sus empleados, como los que veo en la tienda Elektra que está en la mera Lagunilla. “Abrimos para los olvidados”, parece ser el nuevo slogan de la Familia Azteca.

Por covid-19, sexoservidoras reciben apoyos económicos
El gobierno de CdMx dio apoyos económicos a sexoservidoras ante covid-19. |César Velázquez

De ahí pedaleo a López Rayón y así es como llego hasta donde se vende todo lo que se puede comprar y todo lo que todavía ni se vende: bienvenido a Tepito. Y cuando miro que decenas y decenas de vendedores se resisten a cerrar (“vivimos al día”, “¿tú me vas a mantener?”), y cuando un vendedor de ropa me dice que ahorita tiene puro clon nacional porque de China no están trayendo nada, y cuando siento que también en estas calles el tiempo es difuso, y cuando recuerdo que por lugares como éste fue que André Bretón descubrió que eras la ciudad surrealista par excellence, y cuando escucho que aquí suenas a Eddie Santiago y suenas a lo que sea su voluntad, a regálame una moneda, a bara-bara-bara, a escógele que son los últimos, y suena a ya te cargó la verga, y cuando descubro que aquí no hay señal alguna de la existencia del virus que tiene la cagada en el mundo, y cuando todo se vuelve negro y blanco, que es como dicen que se ven los sueños, y no blanco y negro, que es como se ven las películas, entonces comienzo a creer que el niño Mantra, creado por Rodrigo Fresán, tiene razón y que fue aquí, en Ciudad Chilango, donde fue grabada Apocalypse now. Y si no fue grabada, por lo menos Godzilla es chilangue.

El Zócalo capitalino luce desierto en medio de la contingencia por covid-19.
Foto: Octavio Hoyos


Querida Ciudad Covid, te tengo noticias:

Esta pandemia no tiene un después.

Esta pandemia y el machismo son las grandes pandemias.

Esta pandemia, al igual que el machismo, mata.

Querida Ciudad Covid:

Ahora paso por tu peligrosa calle de Perú y me doy cuenta de que el único peligroso soy yo por andar en tus calles. Me detengo frente a la arena Coliseo y evoco esos sábados cuando la Veka, el Adolfo, la Sam, el Parra, el Finck, la Ingrid y yo veníamos a mentarle la madre al pinche réferi y a ser lo más políticamente incorrectos. Virus, Fiebre Aftosa, Fiebre Amarilla, Dr. Wagner, Fiebre Argentina, Epidemia, El Enfermero Asesino, Felipe El Machito Calderón, La Parca, Abismo Negro, Hanta, Sarampión, Alfhürer, Ébola, Infest, Influenza, Miedo Extremo, Toxín, Zika, La Hiena Lozano, La Peste Negra, Dengue, Ponzoña, Claudio El Equis González, Gripe Española, Variola Virus, Respirador Artificial, Lady Denisse, Jinete Del Apocalipsis, Demonio Infernal, Black Mirror, Gripe Aviar o Doctor X, al que mataron de un balazo en Iztapalapa allá por 2011. Ya ni sé cuáles rudos-rudísimos existen y cuáles estoy inventando, pero con esos pinches nombres debimos haber prevenido la peste que se nos venía encima. A estas horas, SARS-Cov-2 ya debe estar forjando a la nueva generación de rudos-rudísimos: Samuel El Narco, Bartlett Junior, Ley Bonilla, Las Hermanas Pruebasrápidas, El Tumbafeo y la pareja de exóticos Callito y Chumelito.

Una mujer con cubrebocas pasa frente un comercio cerrado del Centro Histórico.
Foto: Octavio Hoyos

Querida Ciudad Covid:

Tú que “día a día te precipitas a tu final y te reconstituyes con gente que sabe que no hay más adonde ir”, Monsiváis dixit. Tú que no sales sola a las calles por culpa de la delincuencia y por culpa de nosotros los hombres. Tú que fuiste bautizada como Mexico City Blues en los poemas de Jack Kerouac. Tú que le prestaste la cancha a Maradona para que metiera un gol con la mano. Tú que de todo armas un gran lío. Tú que fuiste la musa de Chava Flores y de Rockdrigo González. Tú que los 15 de septiembre te sientes muy patriota. Tú que cantas todo el tiempo y nunca te callas. Tú que has levantado de las desgracias. Tú que en cuarentena pareces un mero recuerdo atravesado por los carros y por el Metrobús. Tú que al extranjero lo abrazas y nunca dejas que se sienta como si fuera una maleta extraviada. Tú que no querías Olimpiadas, sino revolución. Tú que has protestado en el Zócalo. Tú que estás al cuarenta por ciento de tu capacidad médica, y cada vez menos. Tú que sumas 543 defunciones por covid al 5 de mayo, sálvanos.


Comercios cerrados, poco tráfico vehicular y el refuerzo en las medidas sanitarias han repercutido en el flujo de transeúntes en los alrededores del Zócalo.
Foto: Nelly Salas

Querida Ciudad Covid:

Ayer pedaleé por Tlalpan y, a una cuadra del metro Chabacano, un hombre trans me abordó. “Soy la vacuna”, dijo cerrándome el ojo. Le pregunté que a cuántos había salvado en el día y él me contestó que, “por ética médica”, no podía decirme. “El cuerpo no perdona, cariño”, me dijo a manera de invitación. Quise decirle que el que no perdona al cuerpo es el virus, pero se acercó a un posible cliente que llegó en auto y yo volví a pedalear.

Crucé la Obrera y nunca los Tecolotes se habían visto tan vacíos en calles tan llenas. Pasé por la Buenos (y Malos) Aires y vi abiertas muchas de las refaccionarias donde he ido a comprarle a Roberto. Bajé por Viaducto y pedaleé hasta la Nápoles, en donde vi al chilangue correr con zapatillas deportivas, cronómetro en mano y una faja que le ocultaba la panza. Avancé hacia la Condesa y, en el parque México, vi a muchos perros paseando a sus dueños. Incluso me encontré a dos de mis vecinos de la Roma (un par de golden negros) que habían sacado a su amo “para despejarse”, me dijo el amo sin que yo le preguntara, y como bien dicen que a explicación no pedida, culpa manifiesta, o algo así, sólo les dije a los golden que se cuidaran mucho, que ellos que contaban con privilegios debían quedarse en casa.

En el Parque España, en la colonia Roma, los tutores y responsables sacaron a sus animales el día en que se elevó la alerta sanitaria por coronavirus.
Foto: Javier Ríos

Cuando me dirigí a Hipsterlandia, que es donde vivo, recordé una máxima de Hemingway que le leí a Monsiváis en Apocalipstick: “La única diferencia entre ricos y pobres es que los ricos tienen más dinero”.

Querida Ciudad Covid:

SI SALES Y TE ENFERMAS, NO TE QUEJES. DE HECHO, NO PODRÁS.

SI ESTÁS LEYENDO ESTO, NUESTRO PÉSAME.

SI ME LEES, QUIZÁ TE MUERAS, QUIZÁ MATES A ALGUIEN.

Lo que acabas de leer, querida, es una campaña diseñada por el gobierno chilangue y por una asociación civil de empresas y mercadólogos llamada Ave. La campaña, como puedes ver, es muy agresiva y está construida desde esa “pérfida lógica del neoliberalismo”, como dice Byung-Chul Han, una pérfida lógica que busca “transferirle al individuo la responsabilidad” que, en realidad, es una responsabilidad del Estado, como escribió en su muro de Facebook la doctora en Derechos Humanos, Ariadna Estévez, a propósito de la narrativa neoliberal que, desde que empezó la pandemia, ha culpado de su propia muerte a los diabéticos, a los hipertensos, a los obesos, a los fumadores.

En el país donde todos los días matan a diez mujeres, donde hay cien muertes violentas, donde se denuncian cincuenta violaciones, donde desaparecen cuatro niñxs y matan a otrx cuatro, esta campaña construida desde los privilegios y las comodidades de quienes la pensaron nos viene a decir, en resumen, que:

SI TE MUERES ES PORQUE TE LO BUSCASTE

(EL ESTADO NO TIENE NINGUNA VELA EN ESTE ENTIERRO, NI POR SU INCAPACIDAD HOSPITALARIA, NI POR LA FALTA DE RESPIRADORES).

Querida Ciudad Covid:

El Metro, decía Monsiváis, es el acontecer alternativo de las calles. O sea: “el vagón es la calle y el Metro es la ciudad”. Y en la estación Insurgentes, la calle está semivacía. Parece domingo a las diez de la noche y no lunes a las 10 de la mañana. Por vagón viajarían 15, 20 personas, quizá menos, pero como en cada estación el tren se detiene varios minutos, sólo queda ir reduciendo el cuerpo al máximo o bajarse. Me bajo. Todavía no estoy preparado para esta clase de riesgo. Le haré caso a esa frase de Monsiváis que subrayé en casa y que me está dando vueltas en la cabeza: “El Metro es la alegoría del mundo felizmente suspendido entre la estación Génesis y la estación Apocalipsis”.

Fotos de El STC metro es uno de los principales medios de transporte en la ciudad. (Avelina Martínez)
Foto: Avelina Martínez

Un día me atreveré. Por ahora, camino por la Zona Rosa en busca de la mujer que le compro el papel para forjar mis porros. No avanzo mucho: ahí está, vendiendo toda la parafernalia para que los mariguanos fumemos el humo mientras todo pasa. “¿Cómo van las ventas, doña?”, le pregunto. “Bien, bien, mucho drogadicto por acá”, me dice y yo recuerdo que por eso me cae bien, porque en el México de la doble y triple moral siempre hace falta gente sincera. Lo que desconocía de la vendedora es que vive en Chalco y que ayer domingo, que fue la fiesta del Santo Patrono, ella se enojó mucho porque la gente andaba como si nada en la calle y en la iglesia. “¿Y a usted no le da miedo andar en la calle?”. “Más miedo me da que se me acabe el dinero”.

Las calles principales de Zona Rosa están casi despejadas durante la cuarentena por Covid-19.
Calles de Zona Rosa despejadas durante la cuarentena por covid-19. (Javier Ríos)

​Mi amiga Mayra, una feminista bien norteña, caminó por aquí mismo hace días y me contó que un señor se le acercó y se ofreció para cualquier trabajo de albañilería, plomería, electricidad, pintura, herrería. “Me conmovió mucho”, me escribió Mayra. “El bato andaba caminando sin rumbo, a ver qué encontraba, quién le podía ayudar, y pude imaginar que su familia lo esperaba”.

Querida Ciudad Covid:

Anoche pasé otra vez por el Hospital General. Ya no hay disponibilidad de camas. Los buitres que están buscando cadáveres, seguro no tardan en darse una vuelta por acá. Yo aquí paso de largo. No pregunto ni me acerco porque suscribo las palabras de la escritora Mariana Enriquez: “No quiero atravesar ese horror de ninguna manera, ni como espectador (a) ni como testigo ni como cronista ni como víctima”.


fotos de personal médico del Hospital General de México
Personal médico del Hospital General de México. (Avelina Martínez)


fotos de Personas en el Hospital General de México
Personas con tapabocas en las inmediaciones del Hospital General de México. (Avelina Martínez)

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