Comunidad

Ejido 18 de marzo agoniza entre polvo caliente y sin una gota de agua

Habitantes del ejido 18 de marzo aseguran que tienen más de dos años sin agua en las tuberías y que cada tercer día deben acarrear el líquido en "trocas".

El ejido 18 de marzo agoniza y con cada paso que se decide dar por sus tierras, se levanta el polvo caliente. El contraste con los vecinos es enorme y en el ejido Batopilas, por ejemplo, continúan recibiendo agua en las casas debido a que poseen noria, en tanto que otros dos pozos están al servicio de un establo lechero, de un particular.

Al mediodía las familias se mantienen dentro de las casas protegiéndose, en tanto que en la plaza pública del ejido un perro aprovecha la sombra del árbol que queda en pie. Entre alambres de púas se observa un tronco sembrado en un hoyo; los campesinos, buscando agua, decidieron perforar.

Sólo avanzaron 25 metros de profundidad para encontrar algo del líquido. Algunos litros arrojó la noria improvisada. No dio ni para llenar una tina de 20 litros y paró. Y ellos claudicaron. Este paisaje se acompaña de enormes troncos tirados en el suelo porque los árboles que antaño dieron abrigo a los pájaros han muerto de sed.

Visitamos la comunidad justo el día en que el termómetro ronda los 44 grados centígrados. El teléfono celular colapsó y no quedó más remedio que meterlo al refrigerador de una tienda, junto a los refrescos. El agua mineral y los sueros ayudaron, pero no evitaron que las manos temblaran ante el golpe de calor.

Estar sin agua "ya es un cuento viejo" 

Dicen los habitantes que el estar sin agua es ya un cuento viejo. Ignacio Arámbula Carranza, juez del ejido, comentó que este paisaje de muerte ha puesto en peligro a los más viejos del pueblo. Algunos ni para comer tienen y por eso los que poseen una camioneta, les llevan el agua que consiguen en el establo. Algunos niños jamás han tenido el privilegio de ducharse en la regadera.

“El agua ha faltado desde siempre, nomás que metimos red para acá y venía dos días a la semana. Después comenzó a fallar”, dijo don Ignacio quien detalló, por eso se acarrea agua en las trocas y él que no tiene, pide ayuda y se apoya en la buena vecindad porque la zona no vive una intensa sequía sino los efectos del extractivismo hasta el saqueo.

“Aquí el que puede o el que tiene nos da para la gasolina y el que no pues ahí se la dejamos porque es difícil estar sin agua. Conmigo viven mis dos hijos, mi nuera, el nietecito y la señora. Yo soy maestro albañil y a veces me sale trabajo y otras estoy descansando. Un hijo trabaja en el establo y la mujer trabaja en SuKarne, que está en el ejido Lucero, en Durango.
Habitantes del ejido 18 de marzo aseguran que tienen más de dos años sin agua en las tuberías y que cada tercer día deben acarrear el líquido en "trocas".
Ejido 18 de marzo. l Roberto Amaya

“Cuando les toca el turno de la mañana ellos agarran el camión a las seis, cuando les toca el turno de la noche se van a las diez de la noche. Aquí en el establo Las Lupes nos ayudan con el agua porque ellos tienen sus norias. A veces a los que trabajan allí les dan agua, pero tenemos que llevar la camioneta; también la acarreamos de Coruña, nos la venden a diez pesos el tanque de mil litros.

“El recibo del Simas sí nos llega pero ya no pagamos porque yo creo que debía 2 millones de pesos de puro aire. Por eso intentamos poner una noria pero no salió el agua, está muy abajo; perforaron como a 25 metros y salió poquita, si acaso unos veinte litros y se paraba. Perforamos entre la plaza, ahí se quedó el pozo”, dijo Ignacio Arámbula Carranza quien dijo, él ya tiene terreno en Coruña y el agua la tiene a once metros de donde compró.

En el ejido 18 de marzo viven, de acuerdo al juez, 150 familias. Por eso también durante el año anterior llevaron una perforadora y gente para escarbar pero no salió el agua. La lucha por permanecer se le hace, pero explicó que los más jóvenes no están dispuestos a mantenerse en una tierra de donde no ya no florece nada porque no hay agua en el suelo.

Deben reciclar el agua hasta que está negra

Será difícil repoblar la plaza pública con nuevos árboles y que estos crezcan viviendo en una zona estresada ante la ausencia de agua. Eso lo saben las señoras que para mantener sus plantas en las macetas y algunos arbolitos afuera de sus viviendas, deben reciclar. El agua limpia sirve para lavar la ropa y el agua gris del lavadero pasa al depósito del sanitario y para limpiar los pisos. El agua negra del trapeador es la que finalmente sirve para aplacar el agua en los corrales, patios y para darle de beber a las plantas.

La señora María del Socorro Chavarría Torres explicó que ya son más de dos años sin agua potable en las tuberías. Y aunque contrasta demasiado la prosperidad de que gozan las vacas en el establo, a las que incluso se les ponen ventiladores con aspersores de agua para evitar que tengan calor, los vecinos, llenos de buena voluntad, no culpan a la industria lechera de la falta de agua e incluso dicen que tienen pozos de agua y a ellos como ciudadanos los debe proveer el Simas de Francisco I. Madero.

“Esa agua es de noria y en el establo tienen sus norias. Aquí es la potable la que tenemos pero no nos llega. El ranchito no tiene noria; trataron de hacer dos pero no sacaron nada. No sabría decirle cuándo escarbaron, por eso tenemos que arreglarnos por nuestra cuenta, porque ni siquiera mandan pipas. Mi esposo va a un establo o a donde le den agua”.

El esposo de esta señora se llama Fidel Flores y ambos mantienen aún la energía que les da la juventud. Fidel entra en la conversación y confirma que cada tercer día toma las llaves de su camioneta, sube los bidones y tinacos a la caja de carga, y se va a conseguir agua a los establos o en los ejidos aledaños donde de manera consciente les apoyan.

Habitantes del ejido 18 de marzo aseguran que tienen más de dos años sin agua en las tuberías y que cada tercer día deben acarrear el líquido en "trocas".
Ejido 18 de marzo, deben acarrear agua. l Roberto Amaya
“Vamos a los establos o aquí cerca, en un ranchito hay una noria y vamos y traemos. Sabemos que en otros ranchos van y les venden el agua pero aquí no; aquí todos acarreamos para las casas y a veces nos toca acarrearle a la gente. Este ejido es chiquito y habrá unas cien familias, yo toda mi vida he vivido aquí, nuestros hijos ya están grandes y aquí ahorita al que tenemos es a un nietecito”.

La pareja confirmó que a donde van a conseguir agua les proveen de líquido dulce. Sin embargo no pueden beber de ella porque el subsuelo está contaminado con altas cargas de arsénico que arrastra el agua. Es por ello que además deben comprar agua de garrafón y apuntan, en el ejido Coruña hay purificadora y cuando van a la cabecera municipal se llevan los garrafones para llevar el líquido a casa.

“Las autoridades no dicen nada sobre el asunto, y la gente dejó de pagar porque no salía agua; a la gente le llegaba el recibo, y de primero sí los pagaba pero ya no porque llegaba puro aire con tierra”, precisó la señora, en tanto que Fidel acotó que lleva seguido los viajes de agua y aunque su prioridad es su esposa y su hija, él compró la camioneta porque la gente sufre mucho cuando no tiene recursos ni para llevar agua a su casa.

aarp

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Lilia Ovalle
  • Lilia Ovalle
  • Socióloga por la Universidad Autónoma de Coahuila. Periodista desde el año 1999.
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