En el semanario Zeta hay un ritual —con baile incluido— que se realiza con cierta frecuencia. Los integrantes de la Redacción entran a la oficina de la directora, Adela Navarro Bello, se contonean en estado de éxtasis y alzan las manos en señal de victoria. Es la confirmación de que acaban de ganar otra exclusiva.
Hija de un vendedor de alfombras que leía cuatro periódicos al día, la pasión de Navarro Bello por el oficio viene de esa avidez de su padre, pero se depuró y consolidó con las enseñanzas de Jesús Blancornelas, el fundador del semanario que sobrevivió a embates de narcotraficantes y gobiernos en Tijuana, Baja California.
Confiesa que sus placeres culposos son leer noticias de espectáculos y escuchar la bachata de Romeo Santos. A veces, cuando se arrepiente de ciertas decisiones, se confiesa frente al espejo; también suele rezar y asegura que si tuviera un superpoder que le permitiera corregir algún defecto de su personalidad lo usaría para atemperar su impaciencia.
¿A qué hora comienza la jornada para la directora del semanario Zeta?
Depende de la noticia. Me ha despertado a las 4 de la mañana y a veces no he dormido.
¿Qué es lo primero que haces al despertar?
Después del aseo personal, leer noticias, correr, escuchar noticias.
¿Qué tan difícil es ejercer el periodismo en estos tiempos de violencia?
No es difícil si lo que se pondera es la investigación, la confirmación, la publicación. Es molesto saber que hay personas que quieren hacerte daño por publicar información que otros (autoridades y gobierno) pretenden ocultar.
¿Qué viene a tu mente cuando escuchas el nombre de Jesús Blancornelas?
Maestro, persona generosa, uno de los mejores periodistas con los que he trabajado.
¿Sigue siendo el periodismo el mejor oficio del mundo?
Definitivamente, sí.
Como periodista, te identificas más con García Márquez, Kapuscinski, Capote…
Con Jesús Blancornelas y Julio Scherer, maestros del periodismo en México.

¿Cuál ha sido la decisión más complicada de tu carrera?
Las tomadas tras enfrentar las amenazas del narcotráfico y las presiones del gobierno para seguir haciendo lo que nos apasiona.
¿Qué es más nocivo para el periodismo: los gobiernos o los narcos?
La intolerancia de los dos es un insano binomio que nos trae inseguridad, represión y violencia.
¿Con quién platicas tus logros y fracasos?
Con mi pareja, con mis amigos, con mi familia.
¿Cocinas?
Me encanta. Me relaja y me quita el estrés de la redacción.
¿Alguna especialidad?
¡Lo que me pidan!
¿Barres, limpias, lavas trastes?
Si es necesario…
¿Cuál es tu lugar favorito en casa?
Toda, particularmente mi pequeña biblioteca. Es mi zona de confort.
En la noche, sola, frente al espejo, ¿te confiesas?
Y también rezo, aunque no frente al espejo.
¿Aceptarías que tu pareja te revisara el celular?
¿Mi teléfono intervenido?
¿Cuál es tu música preferida?
No tengo género favorito.
¿Qué querías ser de niña?
Abogado.
¿Recuerdas el momento más feliz de tu vida?
Afortunadamente muchos, incluida una buena nota: en Zeta se baila frente a una exclusiva.
¿Cuándo fue la última vez que lloraste?
Hace unas semanas; se me da muy fácilmente.
¿Hay un libro que te haya cambiado la vida?
Ninguno de forma tajante, pero todos dejan algo.
¿Cuál fue el último libro con el que te desvelaste?
Una novela criminal, de Jorge Volpi.
¿Qué cambiarías de ti?
La impaciencia.
¿Te arrepientes de algo?
Sí.
¿Cuáles son tus placeres culposos?
Leer noticias de espectáculos y la bachata de Romeo Santos.
¿Cómo terminó tu última borrachera?
Enfiestada en Mazatlán.
Elige un político, ¿qué le dirías?
Mejor se lo publico. Esto no es personal, es periodístico.