Por Ariel Rodríguez Kuri
Ilustración: Kathia Recio
El mayor compromiso internacional de todo el siglo XX mexicano no hubiera sido posible sin el reconocimiento de sensibilidades plurales, sin la perfecta adaptación de espacios deportivos y culturales en la Ciudad de México y sin el entusiasmo del público mexicano. Los jóvenes se encargaron de poner en el centro de sus demandas el ejercicio de libertades políticas y civiles básicas. La nota oscura la dio el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, que había sido, por otra parte, extraordinario y original administrador de los juegos. La tragedia del 2 de octubre en Tlatelolco borró la fiesta de las Olimpiadas y de la movilización estudiantil. Ariel Rodríguez Kuri rescata las dos caras de aquellos hechos, en un primer intento de mirarlo todo junto, como fue.