Cada 4 de junio, Mirna Nereida Medina Quiñonez comparte una fotografía de El Chacharitas o El Chanate, apodos que utiliza para referirse con cariño a su hijo, Roberto Corrales Medina.
En esa fecha de 2024 el muchacho habría cumplido 31 años de edad. Recién había llegado a los 21 cuando, en circunstancias aún pendientes por esclarecer, fue desaparecido y asesinado en el estado de Sinaloa. Desde el primer día de su ausencia, Mirna emprendió una lucha sin treguas , primero, para encontrarlo y, después, para obtener justicia.
A Mirna Medina la orillaron a ser madre buscadora
El 14 de julio de 2014 Roberto Corrales Medina fue privado de su libertad y trasladado al pueblo de Ocolome, ubicado aproximadamente a cuatro kilómetros al norte de la cabecera de El Fuerte, municipio en donde el muchacho se dedicaba a vender CDs y memorias USB con música.

Mirna supo de su desaparición al día siguiente y de inmediato acudió ante un agente del Ministerio Público para presentar la denuncia correspondiente. En lugar de apoyo, lo que encontró fue un primer obstáculo que la orilló a convertirse en madre buscadora.
"Había perdido algo muy querido y no podía quedarme de brazos cruzados esperando a que apareciera. Le insistí a las autoridades para que lo buscaran y ellos me dejaron muy claro que no iban a hacerlo", puede leerse en un testimonio de Mirna incluido en el libro Nadie detiene al amor, publicado por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.
Ante la inacción de las instituciones, Mirna utilizó los recursos que tenía a su alcance para buscar pistas sobre Roberto. Compartió su foto en redes sociales y pidió ayuda a la prensa local para difundir el caso. Con el paso de las semanas, varias mujeres se pusieron en contacto con ella para decirle que estaban en una situación similar.
Fueron pocos días los que pasaron hasta que Mirna contempló la posibilidad de que, si encontraba a su hijo, estaría muerto, pues supo que había sido levantado por un jefe de plaza de Mochicahui conocido como El Cucho.
Dado que ella conocía a este individuo desde joven, pudo localizarlo y lo confrontó en su domicilio. "Me abrió la puerta en calzones y yo le pregunté si se había llevado a Roberto, él me aseguró que no y me pidió que regresara el siguiente jueves para darme información", señaló Mirna en el testimonio citado anteriormente.

El Cucho fue privado de su libertad un par de semanas después de la desaparición de Roberto y su vehículo fue calcinado. En investigaciones posteriores, Mirna conoció una versión que vinculaba a El Cucho con un levantón previo de su hijo.
Según esa historia, Roberto vivía con una pareja en una casa que le pertenecía a una mujer que salía con El Cucho. Cuando adeudaban ya varios meses de renta, El Cucho levantó a Roberto para cobrarle lo que le debía a su pareja. Aparentemente, en esa ocasión lo tuvo amordazado y encerrado durante un día completo.
Nacimiento de Las Rastreadoras de El Fuerte
El 12 de septiembre de 2014, Mirna y otras cinco madres buscadoras realizaron su primera marcha en El Fuerte. A la convocatoria acudieron alrededor de 25 mujeres y, entre todas, registraron 34 casos de desapariciones.
Cinco días más tarde, las buscadoras se reunieron con el procurador estatal de aquel entonces, Marco Antonio Higuera Gómez. Al finalizar el encuentro, Mirna creó un grupo de WhatsApp para que las familias de las víctimas pudieran comunicarse. Durante la primera etapa del colectivo, la casa de Mirna en Los Mochis era el punto de reunión, pero en julio de 2016 pudieron abrir su primera oficina en el mismo municipio.
Los múltiples hallazgos de Roberto Corrales
El 14 de julio de 2017, en el tercer aniversario de la desaparición de Roberto, Mirna y un grupo de mujeres acudieron a un cerro en las inmediaciones de Ocolome. Durante la jornada de búsqueda, Medina encontró algunas vértebras y pedazos de la mercancía que su hijo vendía. Un mes después, las autoridades confirmaron que los restos le pertenecían a Roberto Corrales.
La buscadora pensaba que el cuerpo de su hijo había sido devorado por la fauna de la región y por eso sólo encontraron unos cuantos huesos. Al cabo de un par de años se enteró de que la policía ya había encontrado a Roberto, pero no se lo entregaron.
En una entrevista con el periodista Marcos Vizcarra, Mirna Medina recordó la conversación que tuvo con un vaquero en 2019. El hombre había visto el cuerpo de un muchacho con una playera azul tirado en el monte, por lo que llamó a la policía. "Él se fue, pero un año después pasó por el cerro y vio que ese cuerpo estaba enterrado. Los ministeriales lo echaron en un fosa", señaló la buscadora.
Ante este hallazgo, el vaquero contactó a la Policía Municipal, cuyos agentes lo sacaron "y se lo llevaron a otra fosa, por eso en un lugar encontramos unas vértebras".
Mirna organizó una serie de búsquedas hasta que, en octubre de 2022, encontró en Ocolome una fosa clandestina. De ese lugar fue extraída una osamenta que, 14 meses después, se confirmó que le pertenecía a Roberto.
Mirna encontró a Roberto; ahora busca justicia
Durante nueve años, el objetivo principal de Mirna era localizar los restos de su hijo. Una vez que logró recuperar el total de sus restos, advirtió que iría en busca de justicia, pues aún no se han esclarecido los motivos y circunstancias en que los presuntos agentes policiales trasladaron los restos del muchacho sin notificarlo a su familia.
En marzo de 2022, el Congreso de Sinaloa le otorgó a Medina Quiñonez el Premio Medalla de Honor Dra. Norma Corona Sapién por su lucha en defensa de los derechos humanos. Ocho meses más tarde, la Comisión Estatal de los Derechos Humanos le entregó un reconocimiento similar por su labor.
"Cada vez que encuentro algo le digo al gobierno que es un inepto y además le digo que eso que tanto niega, que no quiere reconocer, sí existe, ahí está, y le pongo las pruebas", señala Mirna en un testimonio incluido en la obra Nadie detiene al amor.
BM.