El primer piso de un modesto edificio de la ciudad Indore en Madhya Pradesh en la India escondía un secreto. Pocas personas entraban y salían del lugar con distintos artefactos y con plena discreción, sin embargo, aquellos que prestaban aunque sea un poco de atención a sus movimientos podían percibir un fuerte olor a químicos que emanaba del inmueble cada vez que su puerta se abría.
Es octubre de 2018 y, lo que parecía un día normal para habitantes de aquella urbe ubicada en la zona centro del país asiático cambió radicalmente luego de que en medios de comunicación locales se informara lo impensable: el Cártel de Sinaloa había llegado a su país.

La que era considerada como la organización delictiva más poderosa de México marcó presencia en el continente asiático, sin embargo, no lo hizo con hombres fuertemente armados y brutalmente violentos sino más bien con un delegado cuyo perfil se asemejaba más al de un empresario que al de un sicario, una característica suficiente para despistar a autoridades y curiosos.
El medio Hindustan Times informó la detención del mexicano Jorge Solis y de dos de sus colaboradores, Mohammed Sadiq y Manu Gupta, a quienes acusaron de operar un laboratorio clandestino en aquel edificio de Indore donde se fabricaban dosis de fentanilo que posteriormente serían contrabandeadas hasta llegar al mercado estadounidense.
Agencias de seguridad estadounidenses ya tenían conocimiento de que cárteles mexicanos habían extendido sus redes de distribución a diversos países alrededor del mundo y que, específicamente en Asia, buscaban ampliar su red de contactos para conseguir los precursores químicos necesarios para la fabricación de drogas sintéticas como el fentanilo o la metanfetamina, no obstante, el hallazgo de dicha “cocina” volvió a poner en perspectiva el alcance que dichas organizaciones delictivas tenían para establecer sus propios centros de producción en el extranjero.
El alcance transnacional del Cártel de Sinaloa y el CJNG

El crecimiento que diversos grupos del crimen organizado han tenido en México los ha llevado a intentar expandir sus redes de trasiego de drogas a diversas partes del mundo. Informes de la agencia antinarcóticos estadounidense retrataron como los Beltrán Leyva operaron una red de trasiego de cocaína en España y organizaciones civiles como InSight Crime narran la expansión de Los Zetas o de los Arellano Félix a Canadá.
Pese a lograr establecer rutas y contactos con bandas locales para operar redes de distribución en dichos países, únicamente dos organizaciones delictivas mexicanas han logrado establecer centros de producción de drogas fuera de México: el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
El nivel de macrocriminalidad que ambos cárteles han alcanzado les ha permitido diversificar su forma de operar y de ingresar a los mercados de más alto valor para su lucrativo negocio, tal es el caso del europeo o el de Oceanía donde una dosis de la misma droga que venden en el continente americano puede aumentar su precio significativamente.
EL DATo...¿Qué es la macrocriminalidad?
De acuerdo con un artículo del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, las redes de macrocriminalidad están conformadas por tres estructuras: la criminal, la política y la empresarial. En México operan varias redes de este tipo con capacidad transnacional, nacional, regional y local.
Es precisamente esa estructura la que le ha permitido a los cárteles mexicanos intentar establecerse de una forma más operativa en otros países. ¿El objetivo? Producir de forma local sustancias, así como reducir costos y riesgos asociados al transporte de drogas desde América, según da cuenta un reporte del Centro Internacional de Investigación y Análisis contra Narcotráfico Marítimo de la Armada de Colombia.
¿En qué países se han asegurado narcolaboratorios de cárteles mexicanos?

Uno de los primeros casos que presagió la intención de organizaciones delictivas en el extranjero fue el de los hermanos González Villarreal. Era 2008 cuando los tres hombres de origen sinaloense fueron detenidos en la ciudad de Johor Bahru por la Policía Real de Malasia.
Simón, Luis Alfonso y José Regino habían llegado al país asiático con una oferta laboral difusa que los terminó por colocar en un desafortunado escenario: un centro de producción de metanfetaminas. En 2012, los sinaloenses fueron declarados culpables y se les sentenció a muerte, sin embargo y tras múltiples esfuerzos diplomáticos, en 2018 el entonces sultán Ibrahim Ibni Almarhum les conmutó la pena y un año después se concedió el indulto que permitió su repatriación a México.
A 17 años del caso en Malasia, los narcolaboratorios de los cárteles mexicanos proliferaron y se diversificaron. En el continente asiático, India se convirtió en escenario de un centro de producción de fentanilo en 2018, en donde también fue arrestado un hombre sinaloense.
Europa no ha sido la excepción. A inicios del mes de septiembre, la Oficina Central de Investigaciones de Polonia informó sobre el aseguramiento de un laboratorio clandestino de metanfetaminas en el condado de Świecie. En el lugar se incautaron toneladas de sustancias químicas utilizadas para la elaboración de la droga sintética, así como cientos de litros del narcótico y productos semi acabados.
La dependencia informó que también lograron la detención de tres hombres en el lugar, entre ellos dos ciudadanos mexicanos que, de acuerdo con reportes del periodista Óscar Balderas para DOMINGA, estaban vinculados con el Cártel de Sinaloa.
Aunque la posición estratégica de dicha “cocina” encendió las alertas entre las autoridades polacas, en 2022 un un informe conjunto de la Europol y la DEA describió la influencia que cárteles mexicanos tenían en el viejo continente, destacando múltiples y millonarios cargamentos vinculados así como la instalación de narcolaboratorios.

"En 2019, la Policía de Países Bajos desmanteló tres laboratorios ilícitos de producción de metanfetaminas en donde sospechosos mexicanos y otros latinoamericanos fueron arrestados", describe el informe.
En ese mismo año, la Policía Federal de Bélgica desarticuló un centro de producción con características similares que derivó en la detención de tres ciudadanos mexicanos y colombianos. Para 2020, la Policía de Países Bajos ya sumaba nueve laboratorios clandestinos de metanfetaminas asegurados, así como múltiples arrestos.
"Los 'cocineros' mexicanos son importantes para los sitios de producción de metanfetamina con base en la UE debido a su conocimiento único y su capacidad para producir cristales de metanfetamina más grandes y rentables", abunda el citado informe.
En 2025, un reportaje del medio británico The Times narró la historia de cómo un grupo de integrantes del Cártel de Sinaloa establecieron un laboratorio clandestino de metanfetaminas en el pueblo francés Le Val en Francia. El objetivo, según reza la investigación, era instruir a locales en la fabricación de la droga que posteriormente sería contrabandeada a Nueva Zelanda.
El Cártel de Sinaloa también buscó establecer centros de producción de metanfetamina y cocaína en España. En noviembre de 2024, la Policía Nacional de dicho país desmanteló dos laboratorios clandestinos en Toledo y arrestó a 16 personas, entre las cuales se encontraba un químico vinculado a Los Chapitos.
Tan solo un año antes, la misma dependencia incautó y desmanteló lo que la prensa local describió como el "narcolaboratorio más grande de Europa". Según sus reportes, la diligencia requirió coordinación con la Policía Judicial portuguesa y la Dirección Antinarcóticos de Colombia.
El centro de producción ubicado en el municipio de Cotobad en la comarca de Pontevedra tenía capacidad para procesar hasta 200 kilogramos diarios de pasta de cocaína, una operación que autoridades españolas atribuyeron a una alianza entre un cártel mexicano y otro grupo criminal colombiano.

El operativo para desmantelar dicho narcolaboratorio dejó a su paso 18 personas detenidas, entre las cuales se encontraban dos mexicanos y seis colombianos, a quienes se les atribuyó el rol de cocineros.
La situación no ha sido distinta para África, el continente que aunque al inicio únicamente era utilizado como escala en el transporte de narcóticos, al menos desde 2016 ha albergado centros de producción de drogas sintéticas.
En diversos puntos de países como Sudáfrica, Mozambique, Nigeria y Kenia autoridades locales y federales han localizado centros de producción ilegales de metanfetaminas y han detenido a, al menos, 16 ciudadanos mexicanos.
Aunque no en todos los informes sobre los operativos se detalla la pertenencia de los arrestados a alguna organización criminal, en el caso de Kenia trascendió que fue el Cártel Jalisco Nueva Generación el encargado de operarlo, un destello sobre los alcances operativos que la organización delictiva de Nemesio Oseguera Cervantes, El Mencho, ha alcanzado.
En México el hallazgo de narcolaboratorios incrustados en la sierra de estados como Michoacán o Sinaloa continúa siendo una constante, así como el constante aseguramiento de precursores químicos que los cárteles mexicanos han pactado comprar a distribuidores de países como China o India.
Si bien en el resto de América Latina también se han asegurado centros de producción clandestinos de drogas, como por ejemplo en Guatemala o Colombia, la mayoría se han concentrado en territorio mexicano.
Pese a que difícilmente el CJNG o el Cártel de Sinaloa lograrán tener el grado de influencia y macrocriminalidad que acumulan en México en otros países, su intención y capacidad de establecer centros de producción de drogas en los rincones más inesperados pero estratégicos del mundo continúa enriqueciendo y sofisticando su lucrativo negocio, cuyos tentáculos se extendieron más allá de las montañas mexicanas en donde la 'cocina' sigue abierta.
ATJ