A 3 años, las muertas y muertos de Bolívar #168 esquina con Chimalpopoca, colonia Obrera, no tienen justicia. Alberto Cojab, dueño del inmueble donde ocurrió la tragedia, no ha reparado el daño a las familias.
[Foto: Ignacio G. Lemacher]
Javier Serrano vive cerca de ahí, ese 19 de septiembre de 2017 compró refresco y cerveza, en casa: tortillas y arroz para comer, sus perros estaban inquietos, un fuerte movimiento del piso lo alertó.
Salió con su esposa, un estruendo, “los niños de la Simón Bolívar”, apoyó a desalojar la primaria, un grito en la azotea lo animó a no retroceder entre el asfixiante polvo, era una mujer tendida en lo que quedó de la azotea, una puerta de lámina sirvió como camilla.
[Foto: Ignacio G. Lemacher]
Regresó a casa, tomó los restos de una taza de café que dejó su esposa, se puso un casco de motociclista, analizó el terreno.
[Foto: Ignacio G. Lemacher]
A eso de las 3 de la tarde, conmovido por el llanto de impotencia de las mujeres regresó con un hacha para cavar. Él y un socorrista del ERUM se metieron al fondo del terreno, Javier ya había rescatado cuerpos en 1985 en el Súper Leche.
Cavó un hueco, deslizándose pecho tierra avanzaba esquivando rollos de tela, escuchó un ruido, tierra, se apagó su lámpara, oscuridad, estaba en una zona con autos aplastados, alguien se quejaba, ese hombre murió frente a él.
[Foto: Ignacio G. Lemacher]
Javier intentó volver, el hoyo quedó atascado, estaba atrapado entre el cadáver, trabe y escombros. Despertó en el hospital debido al ruido de un helicóptero, minutos después el presidente sonreía al pie de su cama.
[Foto: Ignacio G. Lemacher]