Si para varias generaciones Quincy Jones es conocido como el productor de Thriller, el disco de Michael Jackson, habrá que decirles que también es un destacado trompetista de jazz, compositor, arreglista y director de orquesta, autor de música para cine, televisión y teatro, director de diversas empresas y activista social, terrenos a los que se ha entregado con el alma y un talento que se reinventa en cada proyecto.
De la pobreza extrema al reconocimiento global, Jones, a quien el escritor Ralph Ellison calificó de “intrépido explorador”, ha sido un músico de su tiempo desde que se inició en la banda de Lionel Hampton cuando era un muchachito hasta los proyectos que le han hecho ganar innumerables premios. Autobiografía de Quincy Jones (Libros del Kultrum, 2021) es un relato fascinante en el que da cuenta de su singular trayectoria, enriquecida con testimonios de quienes han compartido con él en las buenas, las malas y las peores.
Un desvencijado piano fue la puerta de entrada a la música de quien había llevado una niñez desdichada. Al tocar el instrumento, escribe, “el mundo cobró sentido. Por primera vez no sentía soledad ni dolor ni miedo, sino más bien alborozo, alivio e incluso iluminación. Había encontrado otra madre”.
Si alguna vez abrigó el sueño de escribir obras sinfónicas, de ahí que haya estudiado con Nadia Boulanger, fue ella quien lo bajó de su nube: “Tú llevas dentro algo único e importante. Dedícate a explorar esa veta que ya tienes”. La venta, que se antoja inagotable, lo llevó del jazz a muchos otros géneros.
Así explica este apetito: “Desde que tenía 13 años en Seattle, yo había tocado rhythm and blues, swing, big bands, marchas de Souza, polkas, Debussy, bebop. Toqué incluso en clubes de striptease e hice coros. Probé todos los ingredientes. Cada paso que daba como músico me preparaba para lo que pudiera venir. No hubo limitaciones”.
Su genio no conoce barreras, a pesar de los obstáculos que encontró en el camino, sobre todo derivados del racismo. Por eso afirma que cuando le dicen: “eso nunca se ha hecho”, se siente “como el león al que le arrojan un pedazo de carne. Son palabras que suscitan inmediatamente mi interés”.
Su éxito como empresario va de la mano de su talento musical: “Mi filosofía como hombre de negocios parte de las mismas raíces que mi credo musical: elige a la gente con talento y trátala bien y con respeto, independientemente de cómo se llamen o de dónde vengan”.
Coda
La improvisación como forma de vida
Haberse formado en el lenguaje del jazz con grandes músicos del género determinó su modo de ser, afirma Quincy Jones. “El jazz me condicionó para no ser rígido de pensamiento, para tener siempre la mente abierta. En la vida hay que improvisar”.
Xavier Quirarte