“El PRD es la licencia de manejar de Cuauhtémoc Cárdenas”. La frase, dicha cuando se fundó el Partido de la Revolución Democrática, expresa la característica central de ese partido y las razones de su actual desaparición.
Aunque es exagerada y parcial, la afirmación muestra la importancia que el liderazgo carismático tuvo para ese partido. Mientras le fue bien al líder, le fue bien a la organización. Cuando lo perdió, inició su declive.
Se dio el extraño caso de la sustitución de carisma: disminuido el de Cárdenas, lo sustituyó López Obrador. Pero cuando éste sale del partido en 2012 no hay sustitución. El PRD queda sin su columna vertebral. Inicia su descenso, lento pero continuo, hasta perder el registro doce años después.
¿Hay algo en común con la situación actual de Morena?
Parece que sí. Desde la fundación del partido era la clara la presencia central de Andrés Manuel López Obrador. El Tabasqueño dejó al PRD para fundar a Morena y le dio a ese partido un liderazgo con los resultados por todos conocidos.
¿Qué sigue ahora? Hay al menos tres posibilidades. Que AMLO siga siendo el líder del partido, desde Palenque o desde donde vaya a estar. Que, al carecer de líder, el partido se diluya, como sucedió con el perredismo. O bien que se dé una sustitución del líder carismático.
Este último escenario puede considerarse como el menos probable, pues es un hecho rarísimo en la historia. Pero no imposible.
Al tsunami de 2018 lo sucedió otro mucho mayor, el de 2024. Claudia Sheinbaum obtuvo más votos que López Obrador. Se dirá que no es tan cierto, pues mucha gente no voto por Claudia, sino por López. Lo que no niega la posibilidad de una transición del carisma del presidente anterior a la actual.
Todo depende de qué tan bien camine la presidenta electa en la cuerda floja por la que avanza cualquier mandatario. No lo ha hecho mal en las primeras tres semanas posteriores a la elección.
Ha mantenido una posición sensata ante la propuesta del Plan C sobre el poder judicial. Los siete miembros de su gabinete que ha hecho públicos han sido en general bien recibidos por tirios y troyanos.
Los hechos de junio dan posibilidad al que parecía un escenario improbable, o imposible.
Un cuarto escenario sería la consolidación de Morena como institución con vida propia, sin dependencia de liderazgos excepcionales. Al menos hay que señalarlo.
