En otro capítulo de esta histórica etapa de conflicto entre el Poder Ejecutivo y el Congreso de Nuevo León, ayer fue aprobada la revocación de mandato.
Pero, como “el diablo está en los detalles”, esta armonización del marco normativo en los temas de consulta popular de la Ley de Participación Ciudadana, aplicará solo en el tema del gobernador y no tocaría en dado caso a los diputados ni alcaldes.
Le digo que es un capítulo más en este duelo de Poderes en el que cada vez es más difícil pronosticar los resultados, porque a todas luces es otro desafío; un golpe duro de los partidos representados en el Congreso, buscando dar una lección al Ejecutivo.
Apenas la semana pasada, un particular obtuvo un amparo que suspendía el quinto periodo extraordinario del Congreso de Nuevo León, mas no lo aprobado, luego vinieron otros que aún no se resuelven.
En medio de esto ya se prepara otro periodo extraordinario, mismo que los diputados pretenden arrancar mañana.
Quienes se oponen a los periodos extraordinarios argumentan que los diputados deben sujetarse al Artículo 66 de la Constitución local, que es el que establece las condiciones.
Entonces, ¿vale o no vale todo lo aprobado en estos periodos?, luego ¿cuándo son legales?
Para que un periodo extraordinario de sesiones se pueda llevar a cabo, se requiere el cumplimiento de dos supuestos constitucionales:
Primero: “Que la Diputación Permanente lo convoque”, como dice el Artículo 66 fracción IV de la Constitución de Nuevo León.
Segundo: “Que los periodos estén propuestos porque así lo convenga a la salud del Estado; porque lo solicite el Ejecutivo o porque lo exija el cumplimiento de una ley general”.
Quienes defienden la validez de lo aprobado, argumentan que los últimos seis periodos extraordinarios se han fundamentado y motivado (el sexto está pospuesto), al igual que los extraordinarios realizados al menos en los últimos 15 años de la Legislatura.
Parece claro que todo lo aprobado está firme.
Ya veremos el siguiente capítulo de esta pelea y para dónde encamina el rumbo del estado; mientras tanto, entre el “no vale y sí vale”, lo que menos se acerca son los acuerdos.
Tan necesario que venga la paz, y que sea seguida por los acuerdos.
Parece imposible por el momento.
Víctor Martínez