A veces las malas noticias son huérfanas, mientras las buenas suelen tener muchos padres naturales o adoptivos.
Desde la semana pasada, el Área Metropolitana respira un aire menos sucio, para no decir limpio, de acuerdo con registros de las 15 estaciones que miden los contaminantes día y noche en el estado.
Como por arte de magia estamos bien en ese tema, después de las siete alertas ambientales de enero a abril y de la aparición de fumarolas en la refinería de Cadereyta el 19 de marzo y el 28 de mayo, que llevaron al Gobierno estatal a exigir acciones contundentes a Pemex.
Ante la evidente reducción acudimos a consultar expertos, y uno de ellos, el doctor Gerardo Mejía, catedrático del Tecnológico de Monterrey, señaló que si bien las mediciones oficiales son confiables, los equipos de monitoreo podrían necesitar una renovación. Algunos podrían requerir mantenimiento o reemplazo porque su vida útil es de ocho a 10 años, agregó.
Más tarde la Secretaría del Medio Ambiente en voz de su titular reconoció que contemplan reubicar los equipos o agregar algunas estaciones. Félix Arratia no desperdició la oportunidad de decir que además de cuestiones meteorológicas, ha tomado acciones contra empresas que contaminan y eso ha bajado los números.
En realidad el registro de contaminantes a la baja que pone en verde las estaciones, es un fenómeno recurrente en esta época del año; es decir, no se le puede atribuir con certeza a alguna acción en particular o a la reducción de alguna de las fuentes contaminantes en específico.
Tampoco se puede atribuir a acciones positivas en la operación de la refinería de Cadereyta o a una mejor regulación de los entes contaminantes.
Es verdad que de acuerdo con registros de años anteriores, en esta temporada del año, por bondades de la naturaleza como la baja inversión térmica, la presencia de lluvias, el viento del sureste y otras, se dispersan los contaminantes y se genera una baja en los índices.
Los meses de junio, julio, agosto y septiembre son los que registran menores cantidades de partículas PM10, principal amenaza del aire que respiramos en Nuevo León. También las partículas 2.5 micras muestran una clara tendencia a la baja en época de calor y lluvia, pero suben notoriamente en época de frío.
Habrá que esperar el otoño e invierno para determinar qué tanto nos ayuda la madre naturaleza o hasta dónde esta buena noticia se la adjudican los funcionarios.